Carmen Giménez nos recibe en su casa de Torrelodones seis meses después de haberle hecho una entrevista que nos dejó sobrecogidos. La atleta está desde hace catorce años en silla de ruedas tras un episodio de violencia de género. Su pareja la tiró por la ventana en 2010. Tras debatirse entre la vida y la muerte, sobrevivió, pero con una lesión medular que le ha impedido volver a caminar. Catorce años después el infierno vuelve a repetirse.
“En esta ocasión he tardado un año en decir basta. La anterior vez fueron dos. Al menos esta vez no me han tirado por la ventana“, nos comenta con crudeza. Porque Carmen Giménez habla de manera clara, quizá por tantos años haciendo pedagogía en charlas y ponencias, para combatir con su testimonio la violencia de género. “Te puede volver a pasar porque la violencia está en todas partes. La espiral de violencia funciona así. No es algo excepcional, es un 360. Ninguna estamos a salvo”, asegura.
“Quien te va a querer. Eres mi producto. No vales para nada” estas son algunas de las cosas que tuvo que escuchar y que le hicieron darse cuenta de que estaba viviendo un nuevo episodio de violencia de género. En agosto, puso punto y final y denunció al que había sido su entrenador en los últimos cuatro años y su pareja uno. Aunque él lo niega. “En su declaración él habla de relaciones sexuales esporádicas, pero fueron cientos de veces”, asegura Carmen, quien a pesar de que su denuncia ha pasado a trámite y esta en fase de instrucción tiene que seguir cruzándose con el denunciado en las competiciones deportivas a las que acude.
Dos episodios opuestos
“Tú conoces a un hombre, se porta bien contigo, estableces una relación de confianza, todo va bien y poco a poco va comenzando la manipulación. Entras en dinámicas donde todo empieza en la parte psicológica”, explica Giménez.
“Para mi los dos episodios de violencia que he vivido han sido muy diferentes”. En este último, todo empezó con supuestas bromas, “me decía que no usase preservativo porque no tenía sensibilidad, mofándose de mi condición de estar en silla de ruedas. Luego me recriminaba no entender su sentido del humor”, nos explica la atleta. “Poco a poco te vas dando cuenta de que no es una buena persona cometiendo errores, es un maltratador ejerciendo violencia contra mí. Tenía una ansiedad tremenda, me humillaba constantemente“, confiesa Carmen quien también vio como su rendimiento deportivo empezaba a bajar gradualmente. “Yo salía a las carreras con mucho miedo en las competiciones porque siempre me humillaba minutos antes de la salida. Me despreciaba continuamente”, confiesa.
El punto en el que decir basta, también fueron opuestos. “La primera vez ese punto llegó cuando me tiró desde el tercer piso, tardé dos o tres semanas en darme cuenta. Porque claro estaba gravísima, estaba entubada, medicada, sedada. Hasta que fui consciente de lo que había pasado”. En su último episodio, todo ocurrió en el CAR de Madrid. “Estábamos entrenando, llegamos de Lanzarote, y empezó a ignorarme para darme el papel de la otra porque estaba casado. Me pasó unas mancuernas de una forma que me hizo desestabilizarme, estuve a punto de caerme, me vi en peligro, y cuando le increpé, se llevó la mano a la boca para pedirme silencio mientras me decía : compórtate”. Ella se fue de allí hasta su coche y dijo se acabó. “En esta ocasión no fue necesario que me tirase por la ventana” admite.
Sobreseimiento de la Justicia
Carmen Giménez sigue confiando en la Justicia. Por eso denunció y ahora espera resolución. Sin embargo para sus charlas y ponencias, trabaja con los informes anuales del Observatorio sobre Violencia de Género, de ahí se extrae un dato para ella desolador. “El porcentaje de sobreseimiento es más del 40 por ciento en los últimos 19 años”, nos explica la atleta. A ello se le suma otra estadística demoledora, las mujeres con discapacidad tienen cuatro veces más riesgo de sufrir violencia de género.
Ahora confía en que eso no vuelva a suceder. Aún así, sigue decidida a seguir luchando para que algún día se erradique este gravísimo problema. “Yo estoy dedicada casi de forma íntegra a luchar contra la violencia. Sé de lo que hablo por experiencia propia, porque lo he vivido”. “Tenemos que seguir intentando visibilizar año a año. Yo me doy cuenta de que vas sembrando poco a poco”, admite con una sonrisa.
Nos despedimos deseándole suerte y agradeciéndole haber revivido episodios tan dolorosos de su vida. Ella sabe que de momento, es la única manera de seguir combatiendo la violencia de género.