Selección Española

Del infierno a la gloria en 215 días

Los siete meses de la seleccionadora asturiana en el banquillo: tras un mal comienzo, un título y la clasificación olímpica avalan su gestión

Montse Tomé en la Ciudad del Fútbol de las Rozas

La seleccionadora Montse Tomé durante la concentración de la Roja Cano

Con diez años de experiencia, el mayor escándalo en el fútbol femenino y todo el país mirando, Montse Tomé asumió el cargo de seleccionadora. Era 6 de septiembre y la de Pola de Siero se convertía en la primera mujer al cargo de la Roja en 42 años de historia. Lo hacía por designación de Pedro Rocha, el nuevo presidente en funciones tras la inhabilitación de Luis Rubiales.

Tras la famosa rueda de prensa con el ya viral “no voy a dimitir” Tomé renunciaba en bloque junto al resto del staff desmarcándose del aún dirigente y ofreciendo su apoyo al grupo.

Montse Tomé había sido la número de dos de Jorge Vilda en los últimos cuatro años. En apenas dos semanas pasó de coserse la estrella del mundial en el pecho a dimitir por convicción. Sin embargo, su nombramiento no fue tan bien acogido como muchos esperaban. Las jugadoras a las que había apoyado por carta asegurando que su presencia en la Asamblea del día 25 había sido obligada, seguían sin ver a Tomé como verdadero agente de cambio.

El pacto de Oliva

Su primera convocatoria y rueda de prensa en Oliva continúo con el esperpento vivido más propio de la ficción que del fútbol nacional. El plantón de las jugadoras se alargaba hasta altas horas de la madrigada, y pasadas las 4am CSD y ministro in situ consiguieron que accediesen a jugar los dos compromisos internacionales. A cambio Markel Zubizarreta, que fue a la localidad valenciana aún como asalariado del Barça, se incorporaba como director deportivo de la Roja.

Su primera lista también dio y mucho que hablar. Se dejó fuera a Jenni Hermoso, asegurando que era para protegerla. Llamó, sin embargo, a dos de las que renunciaron al mundial por seguir firmes en sus ideas. Patri Guijarro y Mapi León tal como llegaron se fueron. “No han sido ni las formas ni las maneras de volver” le aseguraban a la prensa antes de poner rumbo inverso a Barcelona sólo unas horas después.

De las que, si se quedaron, algunas lo hicieron a regañadientes, como la portera Misa Rodríguez y su famoso “no” cuando fue preguntada si estaba contenta de ser convocada.

Eso sí, cuando tocó echar a rodar el balón, las campeonas con su nueva centinela no defraudaron y solventaron con victoria a Suecia el primer partido de Montse Tomé.

Purga en la RFEF

Mientras septiembre seguía su curso, los despidos iban creciendo en la federación. A Rubiales y Jorge Vilda les siguieron Andreu Camps, secretario general, Miguel García Caba, responsable de Integridad y Pablo García-Cuervo director de comunicación. 39 jugadoras habían exigido limpieza en la RFEF que se han ido materializando hasta los recientes acontecimientos. Los últimos en caer, Albert Luque y Rubén Rivera, ambos acusados por Jenni Hermoso de ejercer presión sobre ella para cambiar de parecer en cuanto al beso.

Los deberes deportivos

En este clima judicial, mediático y hostil parecía imposible que el fútbol triunfase, pero la calidad del grupo y su profesionalidad se impuso por encima de todo. En nueve meses, un nuevo título europeo, la Nations League y la clasificación para los JJOO ha convertido a la selección en la número 1 del ranking FIFA.

Por delante ahora una primavera de partidos de clasificación para la Eurocopa 2025. Haber empezado con un 7-0 ante Bélgica demuestra que este grupo carbura. Espera un verano olímpico y el sueño del oro. Una nueva oportunidad en forma de medalla donde se pueda hablar solo de deporte.