El fútbol español es uno de los más seguidos del mundo, con clubes entre los que más se valoran a nivel monetario, con algunos de los mejores jugadores y con un sinfín de aficiones de miles y miles de personas detrás. Si sumamos todo eso que mencionamos hace que sea una de las industrias más importantes de nuestro país, y tanto los clubes como empresas en sí mismas como los protagonistas, son algunas de las personalidades más importantes de la televisión, y de la farándula, ocupando horas y horas de la parrilla televisiva y gran parte de las tendencias en redes sociales.
Pero en los últimos tiempos estamos viendo como hay una epidemia que golpea de lleno a los clubes, y que no tiene que ver con la salud, ni con lesiones ni nada por el estilo. Hablamos de la gran cantidad de jugadores que acaban en la cárcel o al menos en los juzgados tras ser acusados de delitos de carácter sexual, sobre todo de agresiones o violaciones. La semana pasada vimos a Rafa Mir, jugador del Valencia cedido por el Sevilla pasando a disposición judicial tras ser detenido y estar varias noches en el calabozo por una denuncia tras una noche de fiesta. Pero no es el único, porque en los últimos años esto también ha afectado a Dani Alves, Santi Mina y muchos más.
Agresión sexual en el fútbol, una epidemia creciente
Lo de Rafa Mir es el último ejemplo, pero va mucho más allá, por ejemplo el caso es el de la Arandina, en el tres hace siete años tres jugadores fueron denunciados y condenados por tener relaciones y grabar a una menor de edad. O el de Dani Alves en una discoteca de Barcelona. O el de Santi Mina, jugador del Celta de Vigo, que agredió a una mujer una noche de fiesta en Mojácar. Todos ellos se pasaron de la raya siendo jugadores en activo y mancillaron sus imágenes y las de sus equipos, que se encontraron con una papeleta muy difícil de sortear, en la que tuvieron que dar muchas vueltas para encontrar una solución que no les manchase en exceso y que estuviera acorde con la ley.
¿Qué pueden hacer los clubs para prevenirlo?
En el momento en que se produce la agresión y la denuncia, el problema pasa a ser de los clubs, que se encuentran ante una situación muy complicada en la que realmente poco pueden hacer, aunque realmente depende en gran medida de la justicia. La respuesta a cuál es la actitud que deben tomar es bastante complicada. Ya que según el Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores de la FIFA, “en el caso de que exista una causa justificada, cualquier parte puede rescindir un contrato sin ningún tipo de consecuencias”. Hasta ahí la teoría, pero el abanico de posibilidades es muy amplio.
“Los clubs pueden rescindir los contratos de sus futbolistas o apartarlos de la actividad del grupo. También hay cláusulas de comportamiento. Pero sin una sentencia firme, el futbolista puede reclamar su readmisión al club por despido improcedente”, detallan los expertos. Este es el caso por ejemplo del ya mencionado Santi Mina. Y es que una vez condenado, el Celta decidió suspenderle de empleo y sueldo. Pocas semanas después tuvo que readmitirlo tras el recurso presentado por el jugador. Y el futbolista, que tiene, contrato hasta 2024, pactó marcharse cedido al Al Shabab de Arabia Saudí. Y fue la única forma de ‘quitárselo’ de encima.