Alba Palacios comenzó a hormonarse estando todavía jugando como lateral en un equipo masculino. Era Álvaro Palacios, tenía novia, le iba bien en el fútbol, pero no era feliz. Sabía lo que le ocurría, tenía disforia de género, pero no quería asumirlo. “Es que ser trans es una putada, con perdón”. “Preferiría haber nacido mujer y ya está, o haber estado a gusto en el cuerpo que me tocó, intenté negar la realidad, pero aquello era un martillo cada día que necesitaba quitarme”.
Cuando no pudo aguantar más ese dichoso martillo acudió al psicólogo de la unidad de género como primer paso a su transición. Su pareja fue clave. “Ella me dio la fuerza para dar el paso”. Aquel fue un punto complicado de entender para mucha gente. “Que me gustasen las chicas, el fútbol y que quisiese ser mujer, no lo entendían”.
En primavera del 2017 comenzó el tratamiento de bloqueo de testosterona. “Era titular indiscutible, pero cuando en abril comencé la hormonación al mes ya era suplente”. Una mujer suele tener unos niveles entre 15 y 90 de testosterona. Un hombre entre 500 y 900. Para poder bajar drásticamente esos niveles, los efectos del tratamiento pasan factura al cuerpo. “Era una bomba, como matar pulgas a cañonazos, ya no se administra así. Empecé a perder músculo y ya no me iba en velocidad de nadie, pero merecía la pena”. La fuerza que le restaba su físico se la iba ganando a su bienestar emocional. Ahí empezó a ser Alba, aunque su DNI decía que seguía siendo Álvaro, por lo que no podía jugar en equipos femeninos.
Dejó a un lado el fútbol, pero al poco quiso retormarlo “lo echaba mucho de menos, había sido mi pasión desde los dos años, así que un día le eché valor y me acerqué hasta el campo de las Rozas”. Allí contactó con David Herrero, entrenador del equipo de mujeres de Las Rozas a preguntar si podía entrenar con ellas. “Le pedí que preguntase a las chicas porque no quería que se sintiesen incómodas”. A la mañana siguiente ya era parte del equipo.
La insistencia de un amigo para contar su experiencia en Telemadrid, le cambió la vida. A raíz de salir por televisión “me llamó el consejero de Deportes y me propuso jugar federada.” En la comunidad de Madrid por aquel entonces, según la ley, se podía jugar según tu sexo sentido, y eso es lo que me permitió estar allí con ellas”.
Primera mujer trans federada
Eso le convirtió en la primera mujer trans en jugar en una liga profesional, lo que no esperaba era erigirse a la vez como un referente. “Un amigo mío me lió para para hacer una entrevista en Telemadrid y a partir de esa ya no puedo ni contar las que vinieron”. Esa es la parte que más le sigue costando “Yo no quería hacerme famosa, ni conocida, ni tener favoritismos, prefería estar tranquila, pero por otra parte me han llamado muchas personas para decirme que les he servido de ayuda, ojalá lo hubiese tenido yo”.
“En los vestuarios, al no estar operada paso mucho pudor, me busco la vida para que no me vean”
A pesar de haber contado con muchos apoyos, “tengo mucha suerte y me ha ido muy bien” pero para Alba hay cosas que siguen siendo muy complicadas. “El tema de los vestuarios no es fácil, el cambiarme, paso mucho pudor. Al no estar aun operada, me busco la vida para que no me vean”. “La gente piensa: se va a poner morada, pero al revés, se pasa una vergüenza increíble” y va más allá, “no entiendes porque tú no has tenido el cuerpo que tienen el resto, veo a mis compañeras y no puedo evitar sentir envidia”.
El deporte y la ley trans
Alba Palacios se fue poco a poco haciendo un nombre en el fútbol femenino, y ese éxito le pasó factura. Para muchos, competir con mujeres habiendo sido un hombre era hacer trampas. “Lo que la gente no entiende es que cuando bajas los niveles de testosterona, tu cuerpo deja de ser como el de un hombre, la musculatura baja tanto que yo ahora siento miedo cuando juego con chicos”.
“Si no te hormonas estás en ventaja”
Un sentimiento que se acerca a quienes no ven con buenos ojos en competiciones femeninas a personas que cambian de género. Para Alba la justicia radica en el tratamiento.“Cuando prohíben a mujeres trans competir en los deportes femeninos deberían estudiar cada caso: si es un deporte colectivo o individual, si has hecho deporte previamente o no, si esa persona se lleva hormonando tiempo o no”. Y concluye con un contundente “Si no te hormonas estás en ventaja. En deporte base podría ser, pero en el profesional si no te tratas no hay igualdad”.
Por ese motivo no está de acuerdo con las declaraciones de Ana Peleteiro que generalizaba con todas las personas trans en el atletismo. “Es una cuestión de sentido común” afirma mientras se encoge de hombros, lamentando los ejemplos de hombres que han querido jugar con la ley para beneficiarse.
Para Alba el mejor ejemplo del sacrificio que significa medicarse fue cuando hizo las pruebas con el Madrid CFF de primera división femenina. “El entrenador me hizo la prueba y me dijo: calidad te sobra, pero te falta mucho físico”. No pudo cumplir su sueño exactamente por la razón por la que le achacan ventaja desde hace años. “Me quedé fuera. No pude jugar en primera. Para que luego digan que estoy en ventaja” dice amargamente.
Ahora su vida transcurre entre los partidos de Tercera División en el Villaviciosa de Odón. “Este año he estado lesionada y no he sido pichichi. Mejor, así no estoy en el punto de mira. A nosotras nadie nos dice nada mientras no ganemos, es una lástima”.
Nos deja para irse a entrenar, agradeciéndonos el rato y la entrevista. Nosotros a ella la generosidad para compartir su historia