Quizá el medallero refleja no es la sensación con la que nos quedamos la mayoría de los españoles tras los Juegos Olímpicos que se clausuraron el domingo 11 de agosto.
Tras 20 días de competición, en los que el fútbol masculino hizo su debut dos días antes de la ceremonia de apertura, el balance deportivo es bueno: 18 medallas, de las cuales 5 oros, 4 platas y 9 bronces, lo que nos deja en el puesto decimoquinto en el ranking de los JJOO. Una medalla más que las cosechadas en Tokio 2020 y Río 2016 con 17 e igualando a los Juegos de Londres, no son tanto el número de preseas sino los momentos que pudieron haber sido y se quedaron a las puertas.
El penalti fallado por Alexia Putellas en el último minuto de partido en la lucha por el bronce, que hubiese forzado la prórroga frente a Alemania, es un reflejo de los Juegos que hemos vivido desde la delegación española. Poder tener la gloria en las manos, y acabar a por verla desde el cuarto puesto. No sólo el fútbol ha recibido la llamada `medalla de chocolate´, también Laura Martínez, una de las atletas más tempraneras en competir, en judo, se quedaba a las puertas tras pasar todos sus combates con nota.
Jordi Xammar y Nora Brugmann, en el equipo mixto 470 de vela representan perfectamente la amargura de un cuarto puesto habiendo tenido la medalla en sus manos. Un error en la estrategia de la regata definitiva, dejaba a la pareja campeona del mundo y de Europa sin el premio de subir al podio, cuando habían cerrado todas las regatas previas entre los tres primeros.
Las lágrimas de Brugmann al acabar su final reflejaban ese sentimiento de haber tocado el cielo con las manos tras cuatro años de sacrificio y esfuerzo.
Fue una situación muy similar la que vivió Mar Molné en el tiro olímpico. Tras pasar a la final sin ningún fallo, como primera clasificada, la presión pudo con la catalana de 22 años, y en sus primeros Juegos, no pudo rematar una actuación brillante para conseguir una medalla que parecía suya. Tampoco, la veterana Fátima Gálvez consiguió revalidar su título de campeona olímpica de tiro mixto de Tokio 2020 y se quedó en quinto lugar en estos JJOO. El golf con Jon Rahm como gran baza, nos volvió a dejar esa sensación de haber podido obtener metal si en los últimos compases hubiese acompañado más la suerte.
El cuarto más cruel
El cuarto puesto más doloroso, sin ningún género de dudas, ha sido el de Carolina Marín. La campeona olímpica de Río 2016 se lesionó durante su partido de semifinales, a punto de meterse en una nueva final olímpica, cuando sólo le faltaban 8 puntos para ganar su segundo set y el partido.
Los gritos de dolor con los que Carolina se tiraba al suelo enmudecían a todo el pabellón francés que asistía en La Porte de la Chapelle como Marín se marchaba entre lágrimas y aplausos de apoyos, incluidos los de su rival. Una vez en España, se confirmaba la peor de las noticias, nueva rotura de cruzado, la misma lesión que ya había sufrido en las dos rodillas y que le dejaron sin ir a Tokio 2020.
Las medallas que no fueron
También ha habido medallas virtualmente seguras que no han llegado por motivos deportivos. Eso es parte de los Juegos Olímpicos y también sitúa la magnitud y la exigencia del evento donde nos encontramos. Lo ejemplifica muy bien el 6º puesto de Ana Peleteiro. Su oro en en europeo de Roma nos tenía completamente convencidos de una presea olímpica, pero Ana Peleteiro sólo pudo ser sexta.
El conjunto de gimnasia rítmica vivió en el tapiz una situación similar. Partían como una de las selecciones favoritas tras haber hecho unos meses de grandes éxitos en Copas del Mundo, Mundial y europeo. Los nervios y la tensión les jugaron una mala pasada, con fallos en el primer ejercicio de cinco aros que nos les permitió superar la penalización de los jueces en el ejercicio mixto. El quinteto se quedaba en décimo lugar sin poder vivir el sueño de una final olímpica en París.
Los brotes verdes
Qué duda cabe, que los momentos más amargos se han contrarrestado también con otros inmensamente dulces. María Pérez, se ha colgado dos medallas en una de las pruebas más exigentes de todos los Juegos Olímpicos. Los 20km marcha le otorgaban la plata olímpica, mientras que junto a Álvaro Martín, seis días después, se coronaba como la atleta más rápida del maratón mixto. Un récord olímpico que ha entrado ya en los libros de historia del deporte mundial.
Encomiable el trabajo y el buen hacer del waterpolo femenino. Las de Miki Oca demostraron su impresionante estado de forma pasando como invictas a la final y llevándose un oro olímpico histórico que además les quitaba la espina de la plata obtenida en Río y Londres.
Histórica fue también la medalla de plata con sabor a oro que conquistó el baloncesto 3×3. La modalidad más dinámica y callejera del basket que se clasificaba in extremis para París, demostraron que no eran flor de un día.
En cuanto a equipos, sin duda, muy destacable la actuación de la natación artística, donde llegó el bronce en la piscina de Saint Denis para el equipo español tras un ejercicio espectacular que quedó por detrás de China y Estados Unidos, las dos potencias que más preseas han conseguido en estos Juegos.
Sara Sorribes y Cristina Bucsa también nos sacaron llenaron de emoción con un bronce olímpico en el dobles femenino de tenis. Tras la amarga derrota de la pareja Alcaraz-Nadal con la que veíamos a una leyenda despedirse de su etapa deportiva en cuanto a olimpismo se refiere, el tándem Sorribes-Bucsa consiguió un tercer puesto tremendamente meritorio tras sólo tres meses compitiendo juntas.
El balance de Blanco
El presidente del Comité Olímpico español quiso también hacer su balance una vez acabados los Juegos. “Llevo más de un año hablando de superar el récord de las 22 medallas (de Barcelona’92) y era el más humilde de los analistas, que nos colocaban con una media de 30. El resultado no es el esperado pero pongo una nota de diez” aseguró Blanco. “La competición es la que es, el resultado es el que es. No pasa nada. No he visto a ningún deportista que baje los brazos y no intente competir. Siempre tendrán mi reconocimiento”, añadió.