Crítica

‘X-Men 97’ le da las llaves de la mansión a las X-Women

'X-Men 97' es un aparato de nostalgia desenfrenada y desenfadada que ya es el mejor Marvel de 2024, a falta de 'Deadpool & Wolverine'

X-Men 97 - Cultura
La serie de animación de los mutantes de Marvel Disney+

“A mí, mis X-Men”. La serie de los mutantes de Marvel, emitida por Fox Kids desde 1992 a 1997 en Fox Kids, ha sido resucitada por Disney gracias a un interesante mecanismo narrativo que alienta la nostalgia: devolver la trama y la ambientación exactamente al sitio en el que se había quedado cuando muchos éramos chavales.

El producto, que tenía como showrunner a Beau DeMayo —despedido en extrañas circunstancias— se ha convertido, gracias a una decisión correcta detrás de la siguiente, en el producto más entrañable, divertido y sobresaliente que ha emitido la factoría de Kevin Feige en un año realmente pobre para la gente con poderes en pijama. Y con las mujeres y la igualdad en el centro, como no podía ser de otra manera.

Empecemos entendiendo que el grupo de superhéroes que muchos españoles conocimos como La Patrulla X —una excelente traducción que atendía al origen militar de la expresión— siempre ha puesto por delante los valores de la igualdad. Quienes hoy protesten en redes sociales sobre supuestos valores woke que según ellos se ha inventado la serie, se olvidan de algo fundamental, y es que las tramas que recoge proceden directamente de los cómics, creados en una época en la que sólo eras woke después de dormir. El “padre” del éxito masivo mutante, Chris Claremont, tocaba estas cuestiones con una sensibilidad similar hace más de treinta años sin que nadie se llevase las manos a la cabeza.

Los mutantes siempre fueron un trasunto de los peligros del fanatismo, desde su debut en 1963. Incluso por encima de las expectativas de su creador. En una entrevista que ofreció antes de morir, Stan Lee dejaba claras algunas de estas cuestiones. “Estaba intentando crear un grupo interesante de personajes con poderes interesantes y pensé que serían el doble de interesantes si no le gustasen mucho a la gente y tuvieran problemas por cómo les percibía el mundo exterior (…) Poco a poco empecé a recibir cartas diciéndome que era genial que estuviese haciendo estas historias sobre el fanatismo y los peligros del fanatismo y el odio racial. Y supongo que lo estaba haciendo, pero de un modo subconsciente”.

Así, los X-Men son hijos del movimiento por los derechos civiles en EE.UU., y lo eran mucho antes de que en España tuviésemos siquiera una democracia.

Chris Claremont, que llevó a estos héroes a sus cotas máximas de creatividad durante finales de los 70 y toda la década de los 80, lo tenía aún más claro que Lee. Siempre supo que el mensaje a favor de la tolerancia y la igualdad era poderoso y ayudaba a mucha gente. “El Cómics Code (la censura de la época en EEUU) intentaba restringirlo todo. Pero con cierta sutileza visual y ambigüedad, podías lograr todo lo que quisieras”, ha afirmado. Hubo un capítulo de Los Nuevos Mutantes en el que un joven mutante llamado Larry Bodine se suicida —fuera de plano— ante el miedo a que le saquen del armario mutante. “La gente gay podía verlo y que resonase en ellos en cuanto quiénes eran y las cosas por las que luchaba”.

Los X-Men defendían el sueño del profesor Xavier. Un sueño de coexistencia pacífica y de igualdad. Un sueño en el que resonaba el reverendo Martin Luther King y que, a medida que la serie se fue desenvolviendo, nos presentó situaciones que en el ambiente de polarización brutal al que nos enfrentamos suenan aún tristemente viables. Quien crea que la serie animada de X-Men 97 es demasiado atrevida debe repasar Dios ama, el hombre mata, en el que Claremont y Brent Eric Anderson denunciaban los crímenes de odio y el extremismo sin ningún pudor.

Los cómics de X-Men - Cultura

El odio de los humanos hacia los mutantes por ser “diferentes” (Marvel Comics)

En X-Men 97 no hay tantas cosas que no se explicitasen ya hace décadas. Simplemente eliminan ciertas ambigüedades porque no tienen ninguna censura que les obligue a mantenerlas. Y eso les permite plasmar a los personajes y sus contradicciones de una forma más clara.

Además, por la elección de las tramas a trasladar, nos recuerda lo importantes que fueron las mujeres para Claremont. El personaje de Tormenta, por ejemplo, nos ofrece una Ororo Munroe realmente maravillosa que se enfrenta a su propia humanidad, después de haber sido criada como una diosa. Nos regala un conflicto entre Jean Grey y Madelyne Pryor que pone a Cíclope en una posición imposible. Nos trae el viaje personal de Júbilo para hacer que Bobby da Costa se sienta mejor consigo mismo, y el conflicto de una Pícara que se ve enfrentada a una elección entre el hombre que ama y aquel a quien puede tocar. Me apenaría que Kitty Pride, que fue el corazón de la serie durante años, no encontrase su huequecito en próximos episodios.

La serie es abigarrada en la cantidad de cosas que cuenta por capítulo, pero consigue algo maravilloso, y es respetar las líneas generales de los personajes que animó —pobremente— en los 90 AKOM pero con una factura propia del dinero que se han gastado. Son lo mismo pero, a la vez, es todo mucho mejor. Achaco parte del éxito a la responsable de diseño de personajes, la argentina Amelia Vidal, que consigue una fusión que antes de ver la serie me parecía imposible.

Personajes de X-Men 97 - Cultura

El diseño de personajes ha sido clave en su actualización (Disney+)

Por supuesto, la nostalgia es parte del motor de este producto. Quienes lo viesen de niños lo disfrutarán o lo odiarán. Lo disfrutarán quienes tengan dos dedos de frente y admiren la consistencia y elegancia de lo que no deja de ser un producto perfectamente válido para que lo vean mis hijos pequeños. Y lo odiará el tipo de público cuya infancia tiende a morir y resucitar más que un… mutante. Pero es lo normal. Si son X-Men, siempre tiene que haber Centinelas y Purificadores que quieran acabar con ellos.

La decisión de sus creadores de haber mantenido las voces originales en la versión original, salvo en aquellos casos en los que hayan envejecido mal —en cuyo caso simplemente se ha ofrecido a los actores afectados personajes más mayores— es un guiño que, obviamente, agradecerán más los espectadores estadounidenses.

Por último, sólo destacar dos detalles preciosos. Uno, que la serie haya homenajeado sutilmente la obra de Carlos Pacheco, el genio gaditano que hizo que muchos niños españoles creyesen que un día podrían dibujar tebeos como Jack Kirby. El que hayan rescatado la estatua de Sharra y K’ythri que dibujó para Starjammers me resultó un detalle para muy cafeteros pero realmente emocionante. Por otro lado, y sin entrar en spoilers, es maravilloso que hayan rescatado a otro personaje creado por un español, Pasqual Ferry, y al que Pacheco también dio vida propia.

Estatua de Sharra y K'ythri - Cultura

La estatua de Sharra y K’ythri en las viñetas (Marvel Comics)

¿Conclusión? Es una serie muy difícil de recomendar. Pero no porque no sea buena, que lo es, y mucho. Es sólo porque, visto los récords de espectadores que está batiendo, quienes estén entre su público objetivo probablemente ya la están viendo. Y si no lo están haciendo, deberían.

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