Tras su paso por la Quincena de Cineastas de Cannes, donde se hizo con el premio a Mejor Película Europea, Volveréis se estrenó el viernes 30 de agosto en los cines españoles. Concretamente en la capital se acogió con gran entusiasmo, en medio del burbujeante circuito de presentaciones y coloquios del que se nutren las salas.
La última película de Jonás Trueba (Madrid, 1981) ha supuesto una ráfaga de aire fresco en Madrid, literal y metafóricamente, coincidiendo con la llegada de septiembre y su suave brisa, tal y como se refleja en la película. Precisamente de la realidad y de cómo esta se proyecta en nuestras acciones habla Jonás Trueba en un lenguaje elegante, juguetón y autorreferencial.
La crítica ha recibido con los brazos abiertos la octava cinta del cineasta madrileño, y los elogios se formulan en abundancia, de manera casi unánime, pero… ¿es realmente tan buena cómo dicen? Es una película de formas, que envuelven con gracia, ternura y delicadeza una historia cuya verdad no se desvela, solo funciona a modo de sugerencias y referencias artísticas, reflexiones a caballo entre la realidad y la ficción y mensajes subliminales que se hacen evidentes en los diálogos de sus personajes, véase a don Fernando Trueba como el maestro de ceremonias. ¿Qué aspectos hacen de la película una excepcional propuesta? Podríamos resumirlo en cinco razones, y muchas más…
1. Una película hecha de manera colectiva
¿Nos hace el cine mejores personas? Es otra de las potentes reflexiones de fondo que lanza Jonás Trueba en esta película. Con la creación del colectivo Los Ilusos Films, que firma la obra, Trueba y Javier Lafuente se propusieron hacer cine de una manera diferente, con sus propias reglas. A pesar de su fuerte carácter autoral, este grupo de profesionales trabaja de manera abierta, flexible y en permanente movimiento.
Después de la primera película de Jonás, Todas las canciones hablan de ti (2010), decidieron montar su propia productora para ser ellos los que marcaran los tiempos y tomaran las decisiones. Así, el libro de Stanley Cavell El cine ¿puede hacernos mejores? aparece de manera explícita e implícita en Volveréis.
En este sentido, probablemente el hecho de que el guion esté escrito por el director y los dos protagonistas, Itsaso Arana y Vito Sanz, haya sido primordial para lograr esa sensación de complicidad que recorre la película en el sentido interpretativo –Arana y Sanz parecen realmente una pareja de toda la vida– y en el sentido de organicidad, espontaneidad y libertad. De ahí a que se atrevan a jugar con la forma sin incomodar al espectador, más bien lo divierte: cambio de raccord, saltos de eje, la sugerente técnica del montaje de la película dentro de la película, o las escenas dentro de un rodaje.
2. La teoría de “amor repetición”
La película parte de una idea: hacer una fiesta de separación. Al parecer, es el padre de Ale, a quien da vida Fernando Trueba, el que dijo una vez que “habría que celebrar la separación en vez de la unión, porque es lo que realmente eliges libremente sabiendo que saldrás mejor”, explica una y otra vez Alexandra, interpretada por una ecléctica Itsaso Arana. Precisamente cuando Ale visita a su padre y le cuenta que tienen intención de hacer realidad su idea, su padre se revuelve en la silla y le reprende con un simbólico: “Volveréis”, al igual que todos los demás. Acto seguido, le hace entrega de La repetición (1843) y otros libros, y le habla de la teoría de la repetición, del filósofo danés Soren Kierkegaard.
Esta idea impregna toda la película, desde el guion hasta el montaje, y las palabras de Kierkegaard resuenan con la lírica de una despedida pregonada a los cuatros vientos. En la obra filosófica se considera que la repetición de la experiencia amorosa aparece como un estadio perfecto del amor, ya que el amor repetido no se enfrenta ni a lo desconocido, ni a la melancolía frente al pasado.
3. Guiños a la literatura, al cine y a la música
Los guionistas recurren constantemente a guiños artísticos como las películas Historias de Filadelfia, Las tres noches de Eva o los libros La repetición, En busca de la felicidad, El cine, ¿puede hacernos mejores? (estos dos últimos, de Stanley Cavell) e incluso Impresiones y depresiones, de Fernando Fernán-Gómez. Todo un compendio de referencias que acompañan y exploran los estados emocionales de los personajes.
Son guiños al cine en el texto y en el subtexto fílmico: vemos en un vídeo un recuerdo de su visita a la tumba de Truffaut, o las cartas del tarot de Bergman, que estimulan a la pareja a adivinarse en el pasado, presente y futuro. Y no podemos dejar de mencionar el divertido cameo de los músicos granadinos Alonso Díaz, vocalista de Napoleón Solo; Arturo Muñoz, guitarrista de Pájaro Jack, y Chesco Ruiz, baterista de Pájaro Jack e intérprete en Segundo Premio. Tiene gracia que en la ficción, su colega Manuel, el vocalista de un grupo musical granadino, le dijera a Álex que ya se habían separado cuando en la realidad, estos músicos, de hecho, se separaron artísticamente de sus grupos para emprender carreras en solitario.
4. Relación directa entre el cine y la vida
La metáfora de la repetición como forma de amor se combina de una manera muy sutil y orgánica con la idea que propone Jonás Trueba de explorar nuestra vida desde una manera de hacer arte: en este caso, cine. Ale es directora y monta su película, en la que Alex sale como protagonista. Ella observa desde fuera cómo queda la cinta mientras la vida que le acontece es esa misma película. Este concepto de “meta película” (si es que existe el término) es el gran acierto narrativo de Jonás Trueba en esta nueva entrega.
5. Fusión de géneros
Jonás Trueba combina a la perfección la comedia y el drama –que no melodrama–, aportando lo justo de cada género para que no se sienta demasiado intenso ni de uno ni de otro y ahí está la dificultad, que él ha sabido bordar con el mejor hilo.
El tono cómico viene casi en su totalidad de la espontaneidad de las acciones de sus personajes y las situaciones cotidianas que consiguen que el espectador, de cualquier edad, simpatice con el filme. También del absurdismo o surrealismo de la sinopsis, idea que de manera divertida la llevan a la repetición al expresarlo a sus amigos y familiares.
6. El final del verano: Buen marketing
El final del verano siempre supone una mezcla de sentimientos encontrados: la pena de terminar las vacaciones y volver al lugar de residencia, trabajar y volver a la rutina. A la vez, el momento de empezar un nuevo curso lleva consigo una nueva ilusión, un nuevo comienzo. Por ello, la estrategia de distribución y marketing da en la tecla: el estreno en cines coincide con las mismas fechas en que se sitúa la historia. Otro logro que impulsa a que el espectador se sumerja más de lleno en las aventuras de Álex y Ale.