Cine

‘Una familia’: las heridas que el incesto abrió

La escritora francesa vuelve al episodio del incesto sufrido con 13 años y que ha marcado todo su literatura, pero esta vez con el conmovedor y brutal documental donde hace hablar a todo su familia

'Una familia', la primera película de la escritora y directora Christine Angot
'Una familia', la primera película de la escritora y directora Christine Angot

La cinefilia conoce a Christine Angot sobre todo por ser la coescritora de dos de las películas más recientes de Claire Denis, Un sol interior (2017) y Fuego (2022), pero la francesa ha sido uno de los pilares de la escena literaria francesa a lo largo de buena parte de las más de tres décadas que lleva en activo, gracias a una veintena de libros que a menudo diluyen la línea separadora entre la autobiografía y la ficción.

La novela que le otorgó la fama, Incesto (1999), es una crónica desgarradoramente sincera de las violaciones y demás agresiones sexuales de las que fue víctima sistemáticamente a manos de su padre desde que tenía 13 años; en su día ganador de numerosos premios pero también provocador de una gran controversia en la escena literaria gala -puso en su contra a una parte considerable de la opinión pública, que la tachó de exhibicionista y de mentirosa-, el libro es considerado una contribución pionera al discurso sobre el trauma sexual, pero eso no ha impedido a Angot usar también buena parte de sus novelas posteriores, entre ellas la reciente Viaje al Este (2022), para seguir reflexionando sobre la tragedia personal que determinó su existencia como artista, madre y mujer.

'Viaje al este', de Christine Angot

‘Viaje al este’, de Christine Angot

Los que saben y callan

Si se tiene eso en cuenta, no resulta sorprendente que en su primera película como directora,Una familia, la escritora viaje a diferentes lugares de su infancia y su juventud para, a través de una sucesión de conversaciones, no solo seguir explorando el trauma que le causaron los abusos paternos sino también ahondar en la complicidad consciente o inconsciente de varias personas que supieron del crimen y no hicieron nada para evitarlo. Con el tiempo, la incomprensión que la azotó durante sus años de juventud ha ido convirtiéndose en rabia apenas contenida y, llegada a este punto, Angot ya no puede reprimir la necesidad de espetarles a esos seres queridos una pregunta lacerante: si sabíais lo que estaba pasando, ¿por qué no hicisteis nada para pararlo?

Las discusiones derivadas de ella que se suceden a lo largo de la película son tan íntimas que resulta inevitable sentir incomodidad al contemplarlas y, de hecho, la respuesta que Christine Angot busca del espectador al manejarlas es más visceral que intelectual. Entretanto, Una familia en ningún momento trata de hacer creer al espectador que existe siquiera la posibilidad más remota de que las viejas heridas acaben curando.

Fotograma de 'Una familia', de Christine Angot

Fotograma de ‘Una familia’, de Christine Angot

Dos escenas de la película resultan particularmente memorables y, cada una a su manera, ambas son perturbadoras. En la primera, Angot entra a la fuerza en la casa de quien fue su madrastra y exige entrevistarla ante la cámara; acto seguido se produce entre ambas una pelea que está a punto de llegar a las manos, y finalmente se establece un diálogo durante el que la anciana insiste en no reconocer al monstruo descrito por Angot en sus libros en el hombre con el que ella se casó. Más sosegadas son las discusiones que Anfot mantiene después con su madre biológica, su exmarido Claude -que se ve obligado a revivir la violación que él mismo sufrió cuando tenía 11 años- y su propia hija.

La otra secuencia de Una familia que pone los pelos de punta son unas viejas imágenes de archivo de un debate televisivo durante el que Angot es ridiculizada e insultada a la cara a causa de la publicación de Incesto; presentadores y tertulianos se burlan de ella por haberse atrevido a exhibir su miseria a través de la literatura, y hasta la hacen sentir parcialmente culpable de su propia desgracia. Y que actualmente haya muchas víctimas obligadas a soportar humillaciones parecidas a esa es lo que mejor explica la relevancia de Una familia.

Para la propia Angot, eso sí, la película tiene otro valor. Está claro que no la hizo en busca de una disculpa, porque su padre murió hace años a causa del Alzheimer y por tanto no puede ofrecerle más que el daño al que la sometió en su día. Tampoco la ha rodado con la intención de obtener respuestas, porque no hay ningún misterio: aquel hombre era un enfermo sexual que manipulaba y coaccionaba a su antojo a quienes lo rodeaban. Lo que la escritora parece tratar de conseguir con ella es más bien una conclusión, un cierre. Sabe que nunca recuperará su infancia robada, y que nunca podrá olvidar que sus años de formación fueron corrompidos por un hombre que, en lugar de protegerla, fue responsable de la destrucción de su niñez y de un dolor que ha marcado toda su vida. Lo que le importa es asegurarse de que los motivos y el alcance de su trauma sean bien entendidos y, por qué no, compartir con otros el peso con el que ha cargado como ha podido durante medio siglo.

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