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¿Supone Nicola Coughlan el triunfo de las tallas no normativas o es una trampa más del sistema?

La actriz, protagonista de la tercera temporada de ‘Los Bridgerton’, demuestra en cada discurso y entrevista que los cuerpos que no encajan en los asfixiantes cánones de belleza son tan deseables, como deseantes

Nicola Coughlan, en la campaña de Skims.

Las redes sociales han enloquecido en el instante en el que Skims, la firma de Kim Kardashian, que sin duda es la marca cuyas campañas mejor capturan y capitalizan el zeitgeist, ha publicado unas imágenes en las que Nicola Coughlan, protagonista de la tercera temporada de The Bridgerton, posa con absoluta sensualidad enfundada en looks de la marca. La campaña ponía el broche definitivo a un sinfín de entrevistas y discursos en los que la actriz se ha esforzado por hacer ver al mundo que las tallas no normativas son (¡también!) sexys, algo que las revistas e incluso las celebridades se esfuerzan en recordar, pero en tiempos de Ozempic, pocas respaldan sus palabras con hechos.

Uno de los grandes hitos (y en realidad, es lamentable que en 2024 tengamos que hablar de “hito” para hablar de algo así) de la última temporada de la popular serie de Netflix es que la actriz haya protagonizado una fogosa escena sexual de cinco minutos de duración, pues en pocas ocasiones las series mainstream se han esforzado por retratar en imágenes subidas de tono a cuerpos ajenos a los cánones de belleza habituales. Ese fue el motivo por el que en su época Girls escandalizó y enamoró al público, y el hecho de que la serie más popular de la plataforma haya apostado por algo así resulta, cuanto menos, refrescante.

“Ojalá tuviéramos más series como esta, no sólo por lo que implica el mensaje, sino por lo fuerte que es esta herramienta para nuestra re programación mental. Hemos visto desde las películas antiguas que los papeles femeninos existían para servir a los masculinos y ser, en muchas ocasiones, el trofeo del macho alfa al final de la trama. Esto ha calado en nuestro subconsciente. Yo siempre he identificado que los cánones de belleza que veía en televisión jugaron un importante papel en la anorexia que padecí en mi adolescencia. A nivel subconsciente, entendí que la belleza y la delgadez eran lo más importante que podía conseguir en este mundo para ser amada, siendo además el punto de partida para merecer la victoria, la fama, el dinero, el reconocimiento y el amor. Lo que veía en la pantalla era mucho más poderoso que otras expectativas que tuvieran de mí”, explica Maïté Issa, coach de Manifestación, desarrollo personal y autora del bestseller Tu éxito es inevitable (Editorial Grijalbo), en el que explica con detalle que aunque la historia de la sumisión de la mujer a través del cuerpo perfecto se remonta a siglos atrás, se sigue perpetuando en la actualidad.

Nicola Coughlan, en la campaña de Skims.

“Lo positivo es que se normalicen las diferentes corporalidades sin que estas definan a los personajes o sea una característica importante. Es decir, hemos visto muchos personajes donde su talla era relevante para la identidad o trama del personaje, y normalmente no en positivo, como si los kilos que pesas hablasen de algo más que los kilos que pesas, simplificando como siempre algo tremendamente complejo”, asegura Blanca Torrado Marín, Psicóloga de Espacio Psiconutricion.

“La de Los Bridgerton es una buena dirección y, tal vez a nivel mediático, uno de los pasos más grandes que se haya tomado nunca en una serie. Porque sí vemos más cuerpos no normativos en series y en películas, como es el caso de la actriz Melissa McCarthy, pero siguen teniendo muy a menudo un rol divertido, un papel secundario o de antihéroe, por lo tanto sigue perpetuando esa imagen que las personas de mayor tamaño, de mayor talla, no las podemos tomar en serio, o que no pueden tomar un rol de amor y no reflejan el éxito de una protagonista romántica. Esto es precisamente lo que ha cambiado en Los Bridgerton, y esta representación es vital, porque acostumbra al subconciente de las personas que ven la serie a verse representadas en papeles que importan”, asegura Maïté Issa.

Muy interesante es el debate que tiene lugar en las redes sociales, donde desde quienes alzan la voz y piden a la gente que deje de decir que la actriz es valiente por salir desnuda en la serie, hasta quienes encuentran paradójica la manera en la que muchas personas alaban la silueta de la intérprete mientras parecen estar encerradas en la cárcel de los férreos dictámenes de belleza, han encontrado en la serie un motivo de análisis realmente interesante en términos de presión estética. “No entiendo los estándares de belleza en este momento. Todo el mundo está muy feliz de que Nicola Coughlan tenga su propia temporada en The Bridgerton, pero la gente también apuesta por Ozempic porque aparentemente, no es posible, sin ser delegada, conseguir papeles. El ácido hialurónico y el botox los señalan, pero al mismo tiempo, se los inyectan. Además, ¿ya nadie tiene dientes propios, son todo carillas?”, escribe una usuaria en X. ¿Es esta una presión autoinfligida? ¿Una dismorfia colectiva? ¿Los agentes, managers y directores de casting les están diciendo en secreto a todas estas celebridades que necesitan verse diferentes? ¿Quién es la fuerza impulsora detrás de este rechazo total a cualquier tipo de aceptación del cuerpo/rostro y una regresión a los estándares de belleza punitivos? ¿¡¿Cuál es el germen de esto?!!”, se pregunta

El Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA), en su primer Informe sobre gordofobia, explica que el total de personajes, protagonistas o secundarios, con corporalidades disidentes, no alcanza el 6 %. Como explica en The Huffington Post Emily McCombs, las actrices de tallaje no normativo han ido poco a poco siendo retratadas como intereses románticos sin que su silueta fuera el punto clave de la trama, como ocurre por ejemplo con el personaje de Miranda Bailey en Anatomía de Grey. Sin embargo, asegura, en la mayoría de los casos, la cultura pop continúa fomentando el estereotipo de la chica gorda, solitaria y asexuada. “Las personas gordas son deseables. De hecho, también lo son las personas mayores, las personas discapacitadas y todo un rango de personas cuyas vidas sexuales rara vez forman parte del discurso dominante. Ver esto reflejado en nuestra cultura pop no debería ser una anomalía”, señala.

¿Será el caso de Coughlan el que abra las puertas a una nueva andadura audiovisual en la que la diversidad realmente tenga lugar o terminará por ser un nuevo espejismo, como hasta hace bien poco ocurrió con la alfombra roja, que intentó vender el mensaje de que las tallas no normativas eran bienvenidas para demostrar que en el instante en el que existe un fármaco con el que perder peso, las siluetas ajenas a la delgadez no tienen cabida?

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