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‘Such Brave Girls’, pura y genuina ‘traumedia’

Incorrecta, honesta y divertida: así es ‘Such Brave Girls’, la serie adolescente basada en hechos reales (en la vida de su creadora y protagonista, Kat Sadler) que triunfa en Filmin

Serie 'Such brave girls'
Póster de la serie 'Such brave girls', con Kat Sadler, Louise Brealey y Lizzie Davidson

Suele decirse que, en las obras de Shakespeare, una comedia es tan solo una tragedia con una boda al final, lo que no es sino otra forma de afirmar que la línea divisoria entre ambas es muy difusa. Y, de hecho, nunca lo había sido tanto como ahora, al menos a juzgar por la cantidad de ficciones estrenadas en las plataformas de streaming en los últimos años que exploran asuntos a priori tan poco graciosos como la enfermedad, el duelo y el abuso a través de formatos narrativos típicamente fundamentados en el chiste y la frivolidad.

La tendencia es tan acusada que incluso ha dado pie a algo parecido a un subgénero conocido como ‘traumedia’, una forma de comedia basada en el trauma y por tanto siempre al borde de degenerar en una sesión de terapia. Sus detractores sostienen que quienes usan el género como herramienta de un proceso de curación ni siquiera deberían ser considerados cómicos, como si no le hubiéramos puesto ya al humor suficientes límites. En cualquier caso, bastaría sentarlos a todos frente a Such Brave Girls, retrato de las vidas defectuosas que dos hermanas comparten con su madre, para hacerlos caer en su error.

Kat Sadler en 'Such brave girls'

Kat Sadler dirige y protagoniza la serie de Filmin ‘Such Brave Girls’

Recién estrenada en Filmin, la nueva sitcom tiene su origen en una conversación telefónica. En la primavera de 2020, mientras el mundo se confinaba, la guionista y monologuista británica Kat Sadler llamó a su hermana, Lizzie Davidson, con quien no hablaba desde hacía tiempo. Ambas tenían noticias terribles que compartir: Davidson acumulaba deudas por valor de unas 20000 libras, más de 23000 euros, y el deterioro de salud mental sufrido por Sadler la había llevado a ser ingresada en un centro psiquiátrico tras intentar quitarse la vida en dos ocasiones. Tras la charla, esta última hizo lo más obvio: empezar inmediatamente a trabajar en un guion semiautobiográfico basado en ella.

Los seis episodios resultantes invitan a comparaciones con Fleabag por el tipo de disfuncionalidad familiar y de comportamientos socialmente inapropiados que retratan y, sobre todo, por su manejo del humor negro para abordar problemas psicológicos. Sus tres protagonistas son mujeres neuróticas, obsesivas, desesperadamente narcisistas y, desde que el padre de familia salió a comprar bolsas de té diez años atrás para nunca volver, también azotadas por las deudas y una necesidad patológica de afecto.

Josie (Kat Sadler), depresiva y suicida, busca un novio estable pese a que ni siquiera la atraen los hombres, y encuentra uno encantado de desempeñar ese papel a cambio de que ella lo masturbe dos veces por semana; su hermana menor, Billie (Lizzie Davidson), es una vanidosa agresiva que trata de obtener validación a través de la imagen que ofrece a los hombres –y las mujeres– y está dispuesta a todo para amarrar al sinvergüenza a quien insiste en considerar su novio; y su progenitora, Deb (Louise Brealey), es una egomaníaca dominante y violenta cuya concepción de un consejo materno se resume así: “Sé que es duro pero, a medida que envejeces, aprendes a querer menos y menos hasta que, al final, ya no queda nada”. Lo único que parece importarle es impresionar a su nuevo novio, un tipo en quien no encuentra más virtud que su supuesto potencial financiero, y a quien ni siquiera es capaz de mirar a la cara durante el sexo.

Los hombres, clichés andantes

Sí, todos los hombres que aparecen en Such Brave Girls son unos gañanes que de ningún modo están a la altura de las respectivas versiones de masculinidad que se proyectan sobre ellos, pero la serie deja claro que ellas tres son gente aún más horrible. Josie es adicta a su propio victimismo, y se identifica a sí misma exclusivamente a través de su enfermedad mental; Deb no desaprovecha una sola oportunidad de torturar verbalmente a su hija mayor, y Billie se muestra dispuesta a humillarse tanto como haga falta por un hombre. Las dos hermanas han crecido convencidas de que tuvieron la peor infancia imaginable, y han llegado a definir sus personalidades en base a ese error de cálculo.

Como la serie comprende aunque ellas no lo hagan, sus miserias son ordinarias y hasta estereotípicas: son pobres, pero van tirando; su madre es una arpía, pero las quiere; tanto su padre ausente como los hombres que hay en su vida son clichés andantes. Las dos jóvenes podrían haber afrontado esos problemas de forma constructiva y saludable pero, en lugar de eso, han optado por regodearse en ellos.

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El gran riesgo para una comedia que se nutre de la tragedia es acabar devorada por ella. Such Brave Girls esquiva con habilidad ese peligro gracias al compromiso que en todo momento muestra con el gag, sea este en forma de pullas o de slapstick tontorrón o humor de pedos y vómitos, mientras habla del aborto, el incesto o el suicidio. Sin duda habrá quien encuentre en ese método la excusa perfecta para ofenderse aunque, en realidad, no hay motivo. Porque Sadler y Davidson ni explotan esos asuntos ni los frivolizan; la naturalidad con la que toman los rasgos más negativos de sus personalidades para implantarlos en sus personajes es una exhibición de honestidad, y el certero uso que hacen de la comedia es una forma no de banalizar el trauma, sino de mirarlo a los ojos y desafiarlo. ‘Traumedia’ de la buena, pues.

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