Sofonisba de Anguissola: manual de independencia para una pintora en la corte de Felipe II

Su longeva vida es verdaderamente un manual para ser y elegir una vocación: ser pintora, conseguir el respeto y reconocimiento del más alto nivel; triunfar y tener una autonomía personal, en la medida de lo posible en su época, no solo sobrevivir de manera pasiva, en la Europa del siglo XVI y primer cuarto del siglo XVII.

Autorretrato de Sofonisba de Anguissola
Autorretrato de Sofonisba de Anguissola propiedad del museo Lancut de Polonia

Nacida en Cremona (Italia) hacia 1535 y fallecida en Palermo en 1625, Sofonisba de Anguissola está considerada la primera pintora de éxito del Renacimiento. En ella se dieron múltiples circunstancias que fueron favorables a su profesionalización y reconocimiento, en un momento de la historia en el cual las mujeres estaban relegadas al ámbito doméstico, al trabajo más modesto, o a la posición social y económica que les confería su familia, al matrimonio, o su adscripción a la vida religiosa.

Muchos de los elementos que favorecieron el desarrollo profesional de Sofonisba pueden ser hoy en día igualmente importantes para cualquier mujer en la elección de su trayectoria profesional y vital. Comenzando por la familia: la sensibilidad de su padre, la importancia que dio a la educación de sus hijas, su pertenencia a una clase social de la nobleza baja, que permitió que no tuviera que trabajar desde temprana edad en tareas modestas para sobrevivir, sumando, además, el lugar y tiempo en el que se crio Sofonisba: un momento de eclosión artística, cultural y económica, en una ciudad italiana del siglo XVI, adscrita al Ducado de Milán, como era Cremona.

A ello hay que sumar las posibilidades de viajar desde temprana edad, al epicentro cultural del momento, la ciudad de Roma, en 1554, conocer allí a grandes artistas, y aprender de ellos, como fue Miguel Ángel, quien la “mentorizó” de manera informal, al reconocer su talento, y que fue definitivo para su formación y desarrollo técnico. El propio Giorgio Vasari menciona su talento para el dibujo y su pincel propio, no solo para copiar de la naturaleza, sino para desarrollar a una pintura más personal.

Autorretrato y retrato femenino

A lo largo de su carrera como pintora fue muy consciente del yo femenino. Realizó en múltiples ocasiones el autorretrato (una manera de reflejar su autoconciencia como mujer, además de la práctica del retrato con el modelo más cercano, que era ella misma). También se distinguió como autora de excelentes retratos, en especial el retrato femenino, creando nuevas “reglas” en ese terreno de la pintura.

'Margarita de Saboya'

‘Margarita de Saboya’ (Turín, Galería Sabauda, 1604), cuadro de Sofonisba de Anguissola

Sofonisba fue un enlace necesario en este género entre la pintura italiana y la española del momento. Así mismo, su desarrollo vital y artístico ha sido precursor de muchas mujeres que no pudieron asistir a una enseñanza “formal”, académica, ni integrarse en talleres o gremios, que eran los espacios habituales reservados a los hombres artistas. Fue en una corte europea, la de Felipe II en España, donde pudo desarrollar, desde los veintisiete años, su labor como artista con el reconocimiento y el respeto del rey.

Tuvo una larga y fascinante vida. Jugó con ventaja, porque era la mayor de siete hermanos, seis mujeres. Su padre, miembro de la baja nobleza genovesa, animó a sus hijas a desplegar sus talentos: creyó importante que sus hijas tuvieran una educación lo más completa posible. En ese ambiente tan singular y poco frecuente en la época, muy joven fue enviada a estudiar, con una de sus hermanas, con un pintor reconocido, Bernardino Campi, y más adelante, con Bernardino Gatti. Poder estudiar con artistas locales fue creando precedentes, hoy podríamos decir, en nuestro lenguaje actual, fue “normalizando” el acceso a las mujeres al estudio, en este caso, de la pintura.

Dama, pintora y “maestra” de la reina

Cuando comenzó a ser conocida como artista, se trasladó a Milán, donde recibirá el encargo de pintar a un personaje español clave: el Duque de Alba. El noble español tiene la misión de preparar los esponsales de Felipe II con su tercera mujer, Isabel de Valois. Entre sus responsabilidades está también elegir las damas que acompañarán a España a la futura reina, quien era gran aficionada al dibujo. La suerte hace que el duque elija a Sofonisba como dama acompañante, pintora y “maestra” de la reina.

Rápidamente se ganó la confianza y aprecio de la reina. Solo tenía 25 años cuando llega a Madrid. De 1560 a 1573, vive en la corte, llegando a ser, al fallecer la reina, tutora de las infantas, con una especial relación con Isabel Clara Eugenia. Su trabajo como pintora fue muy estrecho con el retratista de la Familia Real de ese momento, Alonso Sánchez Coello, mimetizándose con su estilo. Esa invisibilización que desde siglos se ha hecho con las mujeres ha atribuido, por ejemplo, que el famoso retrato de Felipe II de 1573, que se conserva en el Museo del Prado, no haya sido “recuperado” como obra de Sofonisba hasta hace poco. De facto, fue pintora de corte varios años, incluyendo retratos también de Ana de Austria, la cuarta mujer del monarca español.

Felipe II

Retrato de Felipe II, por Sofonisba Anguissola

Sofonisba siempre fue reconocida como artista, no como “artesana”, ya que era una dama de la corte de la reina, y, además, pintaba. Su soltería hasta entonces era tal vez una forma de mantener su autonomía personal, su “íntima” independencia, sujetándose tan solo a las exigencias de la corte. Pero el transcurso del tiempo y el “decoro” marcó que el propio rey buscara un matrimonio para la artista, conveniente a una dama de la reina.

Sofonisba al menos pudo solicitar al rey que fuera un italiano. Se desposa con Fabrizio Moncada, hijo del virrey de Sicilia, príncipe de Paterno, de linaje aragonés. El rey ofreció una dote generosa, celebrando una fastuosa boda, para trasladarse a vivir en Sicilia en 1573. Viven en Palermo, hasta la misteriosa muerte de su marido, en 1579, quien viajaba para reclamar los derechos financieros de la dote de Sofonisba, pero el barco en el que se trasladaba fue atacado por piratas argelinos, muriendo ahogado en el mar, frente a la costa palermitana. La situación de nuestra artista entra en un momento complejo en ese momento, pero recibió el apoyo del rey Felipe II, que la valoraba especialmente.

Ese mismo año, desplazándose a su ciudad natal, conoce a un noble genovés, capitán del barco en el que viajaba, Orazio Lomellino, mucho más joven que ella. Se casan sin la autorización del rey, al poco tiempo, en Pisa. Muy astutamente, Sofonisba argumenta en una carta a Felipe II que el matrimonio ya se había consumado antes de recibir la negativa por escrito del rey. Ese segundo matrimonio fue de su elección personal, contradiciendo a la voluntad real. Su valentía e ingenio vence a la voluntad del monarca.

Se establece en Génova (1581-1615) donde pinta con tranquilidad, recibe a artistas jóvenes, gana fama, crea escuela. La fortuna de su segundo marido, además de la pensión magnánima del rey concedida a Sofonisba, hacen de su tiempo en esta ciudad un tiempo de libertad y desarrollo profesional lleno de prestigio: talento, contactos, cultura propia, autonomía profesional y económica. Al ser su marido nombrado cónsul de la nación genovesa en Palermo, se van a vivir a Sicilia en 1615. Sofonisba ya tiene 83 años.

En 1624 recibe la visita del pintor Van Dyck, quien registra en su cuaderno de viaje este encuentro y una imagen de Sofonisba ya anciana. Un año después, fallece. Está enterrada en la Iglesia de San Jorge de los Genoveses de Palermo. Una iglesia que mira al mar. Tiempo después su viudo hace colocar una lápida: “A Sofonisba, mi mujer (…) quien es recordada entre las mujeres ilustres del mundo”. Sofonisba de Anguissola: coraje, talento, determinación, independencia: un temprano ejemplo de vida y obra para las mujeres.

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