Si James Bond fuera mujer: el futuro de 007 como Jane Bond

El paso definitivo de la franquicia de James Bond a propiedad de Amazon ha resucitado la polémica de un agente 007 femenino

Lashana Lynch, que se ha quedado sin licencia para matar
Lashana Lynch, que se ha quedado sin licencia para matar

La renuncia final de Barbara Broccoli en beneficio de Amazon Studios a su parte en la propiedad del personaje de James Bond, que heredara de su padre, el mítico Albert “Cubby” Broccoli, creador de la franquicia cinematográfica a comienzos de los años sesenta, junto al también fallecido Harry Saltzman, ha vuelto a desatar una ola de rumores entre los seguidores del aparentemente inmortal agente 007.

Pese a que muriera heroica y tontamente en su última aventura en las pantallas hasta el momento, la mediocre Sin tiempo para morir (2021), y que hasta los Premios Oscar de este año celebraran sus ritos fúnebres con entusiasmo (mientras se olvidaban del incorrecto Alain Delon), no ha pasado casi un momento sin que surgieran especulaciones acerca de cómo y sobre todo quién podría ser el encargado de resucitar a James Bond.

Barbara Broccoli, James Bond será hombre o no será

Por supuesto, la mayoría de estas conjeturas pasan por su inevitable puesta al día en términos feministas, inclusivos y hasta wokes, superando las marcas previamente establecidas por los filmes interpretados por Daniel Craig, donde 007 ya no fumaba, no bebía, se mantenía prácticamente casto y fiel al romántico recuerdo de su fallecida esposa y hasta se sacrificaba finalmente por su hija, como buen padre sensible y responsable antes que agente con licencia para matar.

James Bond, creado en 1953 por el novelista británico Ian Fleming como el epítome del varón inglés patriota, eficaz máquina de matar al servicio secreto de Su Majestad, mujeriego y de gustos sibaritas… ¿Será ahora negro? ¿Gay? ¿Mujer? O incluso, por qué no, ¿las tres cosas a la vez? En cualquier caso, tras aventurar nombres como los de Lashana Lynch, Gal Gadot, Kate Beckinsale, Cara Delavingne, Margot Robbie, Scarlett Johanson, Jennifer Lawrence, Zendaya, Zoe Saldaña y hasta Lily-Rose Depp, entre otros, hemos acabado por saber que Amazon ha decidido acatar la última voluntad de Barbara Broccoli, que también han apoyado otros viejos bondianos como Pierce Brosnan. Es decir: James Bond seguirá siendo varón y ciudadano británico. Lo que deja abierta la puerta al cambio de color, pero no de sexo.

Idris Elba, 007 aún puede ser de otro color… pero siempre un hombre inglés

A buen seguro algunos y algunas se habrán sentido decepcionados. Pareciera como si la franquicia fuera inasequible al milenio de la mujer, al menos en su núcleo más duro. Pero, ¿es realmente un acto feminista cambiar de sexo al personaje que han interpretado a lo largo de los años sex symbols masculinos como Sean Connery (que fue míster universo, no se olvide), Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y Daniel Craig, con el breve paréntesis del australiano George Lazenby? ¿Tiene sentido más allá de la parodia o el comentario irónico, de la apropiación posmodernista y la sátira convertir a 007 de moderno Don Juan en moderna virago o superwoman empoderada?

Posiblemente, no. La moda de travestir héroes del imaginario pop tradicional del siglo XX, ya sea cambiándolos de raza, orientación erótica o género sexual tiene algo, si no mucho, de la cruel y triste farsa del black face. Aquellos cómicos y artistas de variedades blancos que aparecían ante el público con el rostro embetunado, interpretando el papel que hubieran debido representar actores y cantantes negros. Una muestra de hipocresía que, de hecho, nos recuerda lo profunda y perniciosamente que pueden estar arraigados los sentimientos racistas en nuestra cultura.

Sean Connery, el hombre-objeto, de míster universo a 007

No hay feminismo alguno en convertir en mujer a James Bond. Lo que hay es una confesión implícita de impotencia: la de crear un personaje o personajes femeninos con el mismo poder arquetípico y performador de 007, sin necesidad de acudir a la existencia de un modelo anterior masculino e incluso machista. Una impostura que responde, por supuesto, no a la lucha por la igualdad, la emancipación ni la libertad de la mujer, sino a su mercantilización. A vender la verdadera esencia del feminismo igualitario y libertario a cambio de un plato de lentejas acompañado por su compango de merchandising, secuelas, polémicas mediáticas, productos asociados y demás hierbajos comerciales de consumo rápido e indoloro.

La verdadera “respuesta” femenina a James Bond no es Jane Bond. Es, por ejemplo, Modesty Blaise, el personaje creado por el guionista de cómic y novelista Jim Holdaway, que todavía espera una versión cinematográfica fiel que vaya más allá del humor cómplice de la película de 1966 de Joseph Losey con Monica Vitti o del torpe “directo a vídeo” Mi nombre es Modesty (2004) de Scott Spiegel con Alexandra Staden. Es, por supuesto, la Atómica (2017) encarnada por Charlize Theron en el filme de David Leitch, según la novela gráfica de Antony Johnston y Sam Hart. Y si el Sargento Nick Fury fue la respuesta Marvel a James Bond, su equivalente femenino no es otro que la Black Widow a la que ha dado vida una estupenda Scarlett Johanson… por desgracia en películas que no hacen justicia al personaje.

Monica Vitti como Modesty Blaise (1966), la genuina respuesa a Bond que pudo ser pero no fue

Hay más, muchas más. La Elektra (2005) de Jennifer Garner, la Salt (2010) de Angelina Jolie, la Indomable (2011) de Gina Carano, la Gorrión Rojo (2018) de Jennifer Lawrence… Y reinando sobre todas ellas, la original Nikita, dura de matar (1990) de Anne Parillaud, creada por Luc Besson, que tendría remake estadounidense con Bridget Fonda y dos series de televisión: de 1997 a 2001, con Peta Wilson, y de 2010 a 2013 con Maggie Q. Verdadero arquetipo de súper espía femenina, poderosa e independiente, atrapada en un mundo de hombres al que sabe manejar y del que sabrá escapar usando todas sus armas de mujer… y de asesina profesional, que Besson ha utilizado en otras ocasiones, como en la injustamente infravalorada Anna (2019), con Sasha Luss.

Anne Parillaud, la femme Nikita de Besson, casi tan dura de matar como Bond

Vaya. Es verdad: todas estas réplicas femeninas de 007, que son mucho más que eso y nada tienen que envidiarle, han sido creadas por hombres. Y de todas ellas, sólo La femme Nikita generó una franquicia que, al menos durante unos años, puede compararse con la de Bond. Naturalmente, esto sólo prueba la cobardía de un Hollywood que se pretende feminista pero lo es, la mayor parte de las veces, sólo de boquilla y sólo si consigue rentabilizarlo económicamente aunque sea explotando un nombre masculino, como el de James Bond.

No faltan alternativas. Obras de escritoras ya clásicas como Helen McInnes, Evelyn Anthony o Mary Higgins Clark, pero también de otras más recientes como Gayle Lynds, Leslie Silbert, Jenny Siler o Raelynn Hillhouse. Si de lo que se trata es de explotar el mito 007… ¿Por qué no adaptar The Moneypenny Diaries (2005-2008) de Samantha Weinberg (con el seudónimo de Kat Westbrook), trilogía protagonizada por la eterna secretaria de M eternamente enamorada, en apariencia, del agente con licencia para matar? Más cerca todavía en el tiempo está el éxito de Doble o nada (2022) la novela del universo expandido Bond autorizada por los herederos de la saga, con la que Kim Sherwood y su trío de agentes doble cero, incluyendo una mujer y un hombre gay, ha sabido conquistar a muchos de los seguidores del personaje y de las obras de Ian Fleming.

Kim Sherwood, autora de Doble o nada, la apuesta definitiva por expandir el universo 007.

Sin embargo, resulta mucho más fácil despertar expectación y polémica, vender entradas de cine (o descargas de plataforma), a través del juego vacuo, ridículo y descaradamente explotador (por exploitation, que dicen los anglosajones) de “amenazar” con un 007 mujer. No nos engañemos. Si James Bond fuera Jane Bond, nada tendría que ver ya con el agente secreto de las novelas o del cine… Ni con el feminismo, por supuesto.

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