Rocío López Bueno, conocida como RoRo, @roro.bueno o @whoisroro en redes sociales, es una joven de 22 años que empezó a subir a la red social TikTok los platos que preparaba a su novio Pablo hace poco más de dos meses. Su primer vídeo, en el que prepara unos pappardelle con ragout de pato a la naranja, acumula más de 40 millones de visualizaciones y 3,1 millones de likes.
Rocío parece dispuesta a elaborar, durante horas, los platos favoritos de su novio, cueste lo que cueste y aunque ella no los vaya a degustar. No sabemos si estudia o trabaja, pero hay recetas que le llevan más de 24 horas de elaboración. Un reciente artículo de Yolanda Domínguez en Artículo14 reflexionaba sobre el éxito de su contenido y las características de la influencer: “El vídeo estaba narrado con una voz que parecía la de una niña de ocho años y la protagonista llevaba un look completamente infantil: gafas enormes que le llegaban hasta a la punta de la nariz, el pelo lacio con la raya en medio y dos pincitas a los lados, coloretes grandes, vestido con flor, uñas con purpurina…”.
Después de uno de sus últimos vídeos, en los que más allá de elaborar una receta imposible decidía imprimir y encuadernar una versión del Príncipe de Maquiavelo, los comentarios se han inclinado por la opinión sobre el contenido sexista de la tiktoker: “Dedicar tu contenido entero en hacerle miles de cosas a tu pareja y poner voz de niña buena de cuatro años van muy de la mano y no es ninguna casualidad, y no pienso entrar en más detalle”, “ojalá a Pablo le dé por pedir el fin de la ultraderecha” o “¿Pablo hace algo?”, fueron algunos de los mensajes que recibió.
En la estela de las trad-wives
El contenido de Rocío López Bueno entronca con el auge del movimiento de las trad-wives o esposas tradicionales, muy popular en Estados Unidos, un movimiento que busca recuperar valores machistas relacionados con la esposa sumisa que se desvive por el marido haciéndolos atractivos a través de vídeos que usan las estéticas de internet. Un ejemplo de ello es la estadounidense Nara Smith, modelo e influencer mormona que también ha alcanzado fama en redes por los vídeos de cocina en los que prepara todo tipo de recetas en su casa (desde panes hasta cereales para el desayuno), en vez de comprar algunas preparaciones ya hechas.
Todas ellas, antifeministas declaradas (Estee Williams, Alena Kate Pettitt, Ayla Stewart), suelen tener un discurso conservador, un look sacado de una película de los años 50 (siempre perfectamente peinadas, maquilladas y vestidas, aunque estén criando a cinco hijos y cocinando durante diez horas). De hecho, en muchos casos utilizan un lenguaje cifrado, aunque algunas abiertamente han invitado a “tener tantos bebés blancos como sea posible”, demostrando el fuerte carácter racista del movimiento.
Su forma de hablar también parece sumarse a una tendencia por la que mujeres adultas modulan su voz para hacerla suave, dulce y sumisa. Es la conocida como ‘Fundie Baby Voice’ (algo así como “voz de bebé fundamentalista”). Es la voz que empleó la senadora republicana de Alabama Katie Britt al tiempo que describía actos horribles de violencia sexual y asesinatos y pintaba una imagen distópica de los Estados Unidos.
La activista Jess Piper es quien decidió ponerle nombre: “Creo que todo aquel que nació y creció en iglesias evangélicas conoce ese sonido ‘fundamentalista’”, explicó a la versión estadounidense de HuffPost. “Es ese sonido infantil, dulce, sumiso y meloso que brota de las bocas de los maestros de escuela dominical y las esposas de los pastores”.
Every former fundamentalist instantly recognizes the fundie baby voice… pic.twitter.com/bFBodLxy6V
— Jess Piper (@piper4missouri) November 4, 2023
El concepto se remonta en realidad al documental de 2023 Shiny Happy People: Duggar Family Secrets, que habla de esa “voz aguda de bebé” de Michelle Duggar. Después de que Kelly, la esposa del presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, hablara de manera similar durante una entrevista con Fox News, Jess Piper creó un video que explica el significado de la “fundie baby voice”.
De hecho, en el libro Fascinating Womanhood, de Helen Andelin, se invita a las mujeres cristianas a “sonar ‘infantiles’ para transmitir sumisión a las figuras masculinas”. Mientras que la voz masculina se describe como “profunda”, el ideal femenino es el contrario, con menciones a “una voz dulce, fresca y baja” que evite el “volumen”, la “firmeza”, la “eficiencia” y la “audacia”.
De forma consciente o inconsciente, figuras como la de Rocío López Bueno alimentan la narrativa de que la mujer está mejor en casa sirviendo a su pareja y al cuidado doméstico. Hay un peligro objetivo en romantizar este tipo de actitudes, que además, se esconden tras las pantallas: las redes sociales ejercen un poder aspiracional, mostrando un un mundo perfecto en el que parece que tienen toda la vida resuelta y consolidando un movimiento reaccionario machista en el que las mujeres se convierten, una vez más, en objetos (de deseo, de admiración) y no en sujetos.