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‘Mi reno de peluche’, mucho más que la historia de un hombre acosado por una mujer

Netflix ha sorprendido a sus usuarios con una serie de humor negro que recrea una historia real, protagonizada por su creador, el cómico Richard Gadd

'Mi reno de peluche'
Fotograma de la serie 'Mi reno de peluche', de Netflix

Resulta prácticamente imposible hablar de Mi reno de peluche sin mencionar una revelación argumental que tiene lugar en el cuarto de sus siete episodios, y si usted tiene intención de esperar a sentarse frente a la pantalla para descubrir esa sorpresa quizá no debería seguir leyendo estas líneas. Convertida en fenómeno viral desde poco después de su estreno hace tres semanas, la serie de Netflix se inicia, o casi, cuando una mujer entra en un bar londinense entre apagados sollozos. Asegura no poder pagarse una taza de té, así que el barman, que siente lástima por ella, le sirve una por cuenta de la casa. Hechizada por el gesto de amabilidad, Martha empieza a hablar de forma eufórica y atropellada; asegura ser una abogada de éxito, pero es obvio que no dice la verdad. Donny, que además de servir copas se dedica a la comedia, se siente intrigado por ella, sin imaginar que desde ese momento mismo está convirtiéndose en objetivo de su acoso. La relación entre ambos es la base que sostiene la serie, que se basa en vivencias reales de su creador y protagonista, Richard Gadd, y que adapta para la pantalla dos aclamados monólogos del británico.

Desde el principio, el comportamiento de Martha no deja lugar a la duda. Se pasa el día en el bar de Donny. Tras descubrir cuál es su dirección de email, empieza a mandarle de forma compulsiva mensajes a menudo inquietantes –en la vida real, Gadd recibió más de 41.000 a lo largo de tres años, alrededor de 37 al día– y a comentar todas sus publicaciones en redes sociales. Se presenta en sus actuaciones. Lo sigue a casa, y lo espera durante horas fuera de ella.

En esos primeros compases, Mi reno de peluche da la sensación de ser otro true crime al uso en el que, eso sí, los géneros han sido invertidos y, por tanto, la víctima del acoso es el hombre y quien lo ejerce es la mujer. Sin embargo, no tarda en revelarse como otra cosa, más complicada, más profunda. A medida que la conducta de Martha hacia Donny se hace cada vez más perturbadora –lo amenaza, lo arrincona para hacerle tocamientos–, él no hace gran cosa para detenerla. Deja pasar seis meses antes acudir a la policía para denunciarla pese a saber que tiene un historial previo como acosadora, e incluso entonces omite mencionar que la mujer lo agredió sexualmente a él y que atacó físicamente a su novia. ¿Por qué le cuesta tanto denunciar? Es una pregunta que incontables víctimas han tenido que escuchar, y la brutal respuesta de Mi reno de peluche ocupa su centro dramático mismo.

Mi reno de peluche - Cultura

Imagen promocional de la serie de televisión ‘Mi reno de peluche’

En ese cuarto episodio, demoledor, descubrimos que años atrás Donny conoció a un creador de contenido televisivo de éxito que se ofreció a convertirse en su mentor pero que, en lugar de prepararlo profesionalmente o encontrarle trabajo, se dedicó sistemáticamente a drogarlo y violarlo en el transcurso de una sucesión de encuentros. Su manera de procesar el acoso de Martha, de prolongar la relación con la mujer incluso después que ella dañe a gente que él quiere, tiene que ver con la crisis de identidad sexual y los sentimientos de vergüenza, culpa y desprecio hacia sí mismo que sintió a causa de los abusos sufridos. Aunque acosándolo, Martha lo hace sentir como él quiere sentirse: un hombre heterosexual normal y atractivo. Y mientras deja eso claro, Mi reno de peluche se asegura de que en ningún momento veamos a Donny como una víctima inocente o un superviviente rehabilitado. En otras palabras, no tiene final feliz.

En la conclusión de su séptimo episodio, Donny empieza a llorar y un barman, compadeciéndolo, le sirve un refresco gratuito del mimo modo que él le había ofrecido a Martha una taza de té. Con esa escena la serie no sugiere que el joven se va a transformar en un acosador, sino que trata de recordar cómo el trauma se perpetúa, y que quienes sufren abusos a veces dañan a otras personas. En ese momento Donny –que en el proceso ha destruido la autoestima de Teri, la mujer trans que fue su novia– es equiparado con Martha. La historia de él es también la de ella.

Que una serie sobre una acosadora retratara a la acosadora como un simple monstruo resultaría demasiado fácil, y muy aburrido. Y, aunque el comportamiento de Martha con frecuencia es terrible, Mi reno de peluche nos hace comprender –igual que su protagonista masculino comprende llegado el momento– que se trata de una mujer que ha sufrido enormemente. Como el propio Donny, es una persona dañada y desesperadamente necesitada de validación y afecto y por tanto, también como él, funciona como vehículo de las reflexiones que la serie propone sobre el consentimiento, la salud mental, las dinámicas de poder entre géneros y las reverberaciones que el abuso puede tener en todos los aspectos de la vida de quien lo sufre. Esta también es su historia, y la de muchas mujeres y muchos hombres. Una historia para todas y todos.