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“Las ‘reinas’ de la Feria del Libro de Madrid son las mujeres”

La 83ª edición de la feria madrileña volverá a llenar de libros el Paseo de Coches del Parque de El Retiro desde el 31 de mayo hasta el 16 de junio. "Sacamos los libros a la calle para acercárselos a quienes habitualmente los compran y a quienes no", destaca a Artículo14 su directora, Eva Orúe

Eva Orúe
Eva Orúe, directora de la Feria del Libro de Madrid, durante su entrevista con Artículo14 Joaquín Otalvares

Eva Orúe (Zaragoza, 1962) es la primera mujer que dirige la Feria del Libro de Madrid, que abre este 31 de mayo las puertas de su 83ª edición. Periodista, escritora y gestora cultural, fue elegida para oxigenar el ambiente y dar forma a su criatura, a la que estos días ya ve crecer en El Retiro, y también, como ella confiesa, para darle un nuevo enfoque inclusivo, transversal… y también feminista.

Artículo14 recorre la Feria del Libro horas antes de que abra sus puertas «la feria de todas las ferias», en la que el parque de El Retiro se convierte en la librería más grande del mundo durante más de quince días, y entrevista a su directora, cuyo objetivo principal es uno: “Que se vendan libros y que venga gente, sí, pero ante todo, que haya buen rollo”.

Vuelve el gran evento editorial del país. ¿Cómo afrontan esta edición?

Con muchas ganas. A veces me siento como una atleta olímpica: trabajar durante once meses para darlo todo en 17 días. Aunque hay actos a lo largo del año, en general es un trabajo oscuro (tiene que serlo), así que deseando mostrar todo lo que hemos estado pergeñando e ideando estas semanas.

Bien traída la comparación olímpica… ¿La escritura es un deporte de alta competición?

Los escritores, cuando cuentan cómo trabajan, explican que tienen una dieta específica, un horario que respetan, algunos hacen ejercicio físico… Hay algo de disciplina deportiva en el hecho de sentarse a escribir.

La directora de la Feria del Libro, Eva Orúe

La directora de la Feria del Libro, Eva Orúe, en la edición de 2023

Es su tercera edición al frente. ¿Siente que es la primera en la que, dentro de sus capacidades, ha podido poner en marcha lo que tenía en la cabeza?

Se parece mucho, pero el crecimiento de la feria nos obliga a seguir pensando en cambiarla, más allá de lo que quizá habíamos pensado al principio. Es un evento que técnicamente es local, como todas las ferias españolas; por la vía de los hechos es nacional, porque vienen editores de toda España, pero se ha convertido en un reclamo internacional. No somos una FIL, pero tenemos presencia internacional tanto entre los expositores como entre los escritores, pero sobre todo delegaciones que vienen para aprender cómo lo hacemos, cómo se hace una feria en un parque. Esto nos obliga a pensar que tenemos que seguir cambiando, porque la feria crece pero nuestro espacio no.

¿Ha percibido mucho inmovilismo? ¿Mucha inercia ya heredada?

No lo llamaría así. Diría “historia de un éxito”. La fórmula funciona, y la fórmula es la que es: es una feria del libro comercial, cuyos dueños, cuyos titulares, son los libreros; por tanto, los libreros tienen garantizada su presencia y tienen que tener una presencia relevante. La base de la fórmula no debemos cambiarla, porque es su esencia: una feria en la que sacamos libros a la calle. A partir de ahí lo que tenemos que hacer es hacerla crecer, convertirla en un evento lo suficientemente interesante como para que la gente venga y luego compre libros y, sobre todo, que esté a la altura de una ciudad como Madrid, que es una ciudad vibrante, con una industria editorial potente y con librerías que merece la pena.

Dice que es una cita “comercial y popular”, y que contra eso nadie quiere ir, pero que sí que han cambiado aspectos internos del trabajo. ¿En qué lo va a notar el visitante?

El año pasado hubo pequeños cambios, como la rotulación, el tipo de letra, la visibilidad de los números de las casetas (que se abrían hacia los dos lados), hicimos transparentes los pabellones, pusimos toldos para aquellos que en sorteo les toca sol… Con eso no cambió la estructura de la feria, pero sí “el aire”. El año pasado modernizamos el aspecto, pero también ha cambiado la forma de trabajar: el equipo ha crecido, estamos incorporando nuevas tecnologías y nuevas herramientas, hemos digitalizado el archivo, hemos cambiado la web y el logo (que ahora es reconocible), el cartel se declina cada año…

Eva Orúe y María Serrano

La directora de la Feria del Libro de Madrid, Eva Orúe, durante su entrevista con María Serrano

También, aunque sé que es difícil hacer la quiniela (ya que hablamos de deporte), tenéis una previsión de asistencia, o un objetivo?

Nos tenemos que fiar del número de visitantes que nos dicen, pero se mide como si fuera una manifestación: por ocupación de espacio. Las cifras son aproximadas porque, al ser un espacio abierto, no se puede contabilizar: hay quienes vienen a la feria, otros simplemente la cruzan, otros pasean por el Retiro y se la encuentran, otros que la cruzan para ir a trabajar… Nosotros no cortamos ningún camino del parque, los respetamos. Según los cálculos, el año pasado fueron 1,2 millones de visitas, pero porque llovió 12 de los 17 días… y aun así, vendimos más libros que en 2022.

Hay muchas novedades, entre ellas, un nuevo espacio para las pequeñas editoriales y que abrirá por primera vez durante el horario nocturno un día.

Se exige un esfuerzo grande a los expositores, que llevan desde primera hora de la mañana al aire libre, con bastante calor. En la feria no se hace nunca de noche, porque todavía será de día, pero queremos ver cómo funciona. Necesitamos que las casetas estén abiertas y todos estemos trabajando, y habrá actuaciones musicales, firmas por la noche, actividades en los pabellones…

El lema: “Entrena tu mente, lee tu cuerpo”

Un tema en principio tan lejano al mundo del libro como es el deporte… ¿por qué?

Es un año de grandes acontecimientos deportivos. En el mundo de la industria editorial hay muchos libros dedicados al deporte, desde memorias de deportistas hasta novelas protagonizadas por ellos o libros de técnica deportiva. El deporte parece ajeno a la creación, pero cuando planteamos esta posibilidad encontré un texto de Piedad Bonet con una lista de escritores deportistas, y empezaba con Agatha Christie, que practicaba surf. Murakami corre, Leila Guerreiro y Soledad Puértolas nadan, muchos escritores juegan al fútbol (incluso tienen una selección, La Cervantina); Marta Sebatián, Blanca Berasategui, Carmen Gutiérrez… Nos dimos cuenta de que deporte y mundo del libro pegan.

Hay 300 actividades en torno al tema. Genera un poco de ansiedad…

Queríamos ir más allá. ¿En qué medida el deporte se puede declinar, por ejemplo, en una conversación entre Richard Ford y Mariana Enríquez? Tendrán una conversación titulada “La escritura como resistencia”. También un encuentro entre Lionel Shriver y Sergio del Molino bautizado “El culto al cuerpo: cartografía de una sociedad”, y un “Ping pong filosófico” que enfrentará al pensador Javier Gomá y el periodista Pedro Vallín. El deporte es una metáfora perfecta de la vida.

En la feria se venden libros, pero hay otras muchas actividades de todo tipo. ¿Es una manera de ir más allá de lo comercial y hacer activismo cultural?

Antes, recibíamos propuestas. Ahora, en torno al 65 % de la programación es “iniciativa” de la feria. La gente quiere presentar sus libros, propone actividades… es un reclamo universal. Este año tenemos colaboradores como el Instituto Confucio, también desde hace años tenemos una actividad satélite en Casa de América, vamos a tener podcasts en el teatro de Casa de Vacas y llevamos dos actos al Espacio Bertelsmann, que está en la calle O’Donnell. Además de vender libros, lo más importante para nosotros es fomentar la lectura, el amor.

¿Cuál diría que es la actividad imprescindible de esta edición?

Hay una a la que le tengo especial cariño (nos da mucho trabajo pero enormes alegrías): Los pequeños gigantes de la lectura. Este año vendrán más de 4.000 niños, ¡los niños leen muchísimo! Y también los adolescentes. Y comparten y les gusta compartir su amor por la lectura. Es un concurso-juego por el que niños de 10 años leen ante sus mayores, eligen a sus campeones, van a la final provincial y luego a la regional. Los ganadores vienen a la Feria del Libro a leer y estarán los autores de los libros que leen. En el origen de la feria está el fomento de la lectura, y a los lectores hay que fomentarlos desde pequeños.

¿Qué diría sobre la presencia de la mujer en el gremio? ¿Diría que es transversal?

Las mujeres somos grandes lectoras; las estadísticas dicen que leemos más novela. En la feria predomina la novela, por lo que “las reinas de la feria” suelen ser las mujeres, como Julia Navarro, Rosa Montero y ahora las escritoras más jóvenes, que tienen una gran legión de lectoras. Sin ellas no se entendería la feria. En general, los escritores tienen un gran compromiso con la feria: vienen a firmar porque saben que su presencia es capital para que las librerías y las editoriales vendan más y, por tanto, tengan más presencia en la feria. Dicho esto, el tema del deporte no nos lo ha puesto fácil, pero hemos hecho un esfuerzo para que haya presencia femenina en las mesas (incluso forzando la presencia femenina). Es así: hay que hacer el esfuerzo para que haya mujeres, porque si seguimos la inercia, nos queda la foto de los empresarios con Milei. Nosotros tenemos un compromiso: hay que pensar, porque hay autoras y en general, el sector editorial es un sector fuertemente feminizado. Por ejemplo, cuando piensas en agentes literarios, piensas en mujeres, porque son mayoría. Hacer el esfuerzo de pensar es parte de nuestro compromiso; igual que deberíamos pensar fuera del marco español…

Un poco más en lo personal, y sabiendo que ha escrito un libro con su mujer… ¿Van a firmar en la Feria?

Lo presento el 2 de junio en el pabellón de la Comisión Europea. Me daba cierto reparo, y primero les dije que no, pero insistieron, porque es un tema muy europeo: es sobre el Transiberiano.

Sara Gutiérrez y Eva Orúe

Sara Gutiérrez y Eva Orúe recuperan un viaje y lo rememoran en paralelo a la historia de un ferrocarril en el libro “En el Transiberiano”, que presentarán en la Feria del Libro de Madrid

¿Qué ha leído últimamente?

Estoy leyendo todo de aquellos escritores a los que tengo que presentar: Pierre Assouline, Leila Guerriero y Miguel Pardeza, con el que se inaugura la feria; me he leído los últimos de Mariana Enríquez y Richard Ford, porque presento el acto… Es un festín de buena literatura.

Usted ha sido visitante de la feria y ahora la dirige: ¿ha cambiado su visión?

Completamente. He descubierto cosas que me gustan mucho, pero también ahora soy consciente de otras que, como visitante, no veía. Yo vivo cerca del Retiro y solía pasear mucho por allí, y sigo haciéndolo, y ahora mismo vivo horrorizada porque no puedo evitar fijarme en las alcantarillas, los suministros de agua, las salidas… Mi visión del parque ha cambiado y ahora lo disfruto menos. Al mismo tiempo, insisto mucho cuando explico la feria que la gente no tiene por qué ser consciente de lo que ocurre en la feria, de lo que cuesta montarla, pero cuando te das cuenta de lo que cuesta… entonces aprecias el gran milagro que es. ¡Llevamos montando desde el 6 de mayo! El esfuerzo es brutal, y el equipo es maravilloso: pequeño pero corajudo.

¿Un deseo para esta Feria del Libro?

Que no llueva y que no haga mucho calor, eso siempre. Pero el deseo es que la gente diga: ¡qué buen rollo! Esto me basta. Quiero que venga gente, vender muchos libros y que se llenen las actividades, pero sobre todo quiero que haya buen rollo, porque a lo largo del año trabajamos con tres gremios cuyos intereses no son necesariamente coincidentes (libreros, distribuidores y editores), pero que se juntan y ceden para que la feria funcione. Si hay buen rollo, la feria funciona.

En eso es clave su figura también.

Es un signo de los tiempos. Creo que a mí me eligieron por eso, entre otras cosas: hemos pasado de unas direcciones eficaces pero oscuras a la necesidad de una dirección con más visibilidad. Porque la feria es un actor importante de la vida cultural de esta ciudad, y había que ponerle cara. Los que vengan detrás de mí deberán asumir esto. Hay que mojarse, hay que correr… ¡de ahí que yo vaya siempre en patinete! Me gusta ir y me gusta que me vean: no a mí, Eva Orúe, sino a la directora de la Feria del Libro de Madrid. Que todo el mun