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Reaparece la dama Ethel Lina White, la reina del crimen

Ethel Lina White fue en la década de 1930 tan famosa en la novela policiaca y de misterio como sus contemporáneas Dorothy Sayers y Agatha Christie, recuperando en sus obras la tradición romántica de la mujer sola en extrañas circunstancias

Ethel Lina White, la reina del crimen
Ethel Lina White, la reina del crimen

En 1944 fallecía en Londres, a la edad de 68 años, la escritora inglesa Ethel Lina White, víctima de un cáncer de ovarios. Cuando se procedió a la lectura de su testamento, los presentes se encontraron ante la más escalofriante y sorprendente de las últimas voluntades: “Lego y entrego todo lo que poseo a mi hermana Annis Dora White con la condición de que pague a un cirujano cualificado para que atraviese mi corazón con un cuchillo después de mi muerte”. Y es que la autora de las más retorcidas y siniestras intrigas de misterio y suspense, sentía, como Edgar Allan Poe, un miedo cerval a la posibilidad de ser enterrada viva.

Precisamente, este es uno de los temas que introduce en su ingeniosa novela La primera vez que murió, aparecida originalmente en 1935 y que ahora publica en nuestro país Who Editorial, sello dedicado a recuperar con esmero las grandes y pequeñas obras de la Edad Dorada de la novela criminal y detectivesca, situada por los expertos entre los años veinte y treinta del siglo pasado. Un periodo que estuvo repleto de brillantes escritoras dedicadas con pasión al asesinato como una de las bellas artes, cuyas obras fueron leídas por miles de lectores y lectoras; construyeron una peculiar perspectiva femenina del género y fueron también a menudo llevadas a la pantalla. Más allá de nombres reconocidos como los de Agatha Christie o Dorothy L. Sayers, ese fue también el caso de la injustamente olvidada Ethel Lina White.

Ethel Lina White, olvidada reina sin corona de la novela de crimen y misterio

Ethel Lina White, olvidada reina sin corona de la novela de crimen y misterio

Lo curioso es que nuestra autora se dio a conocer relativamente tarde. Nacida en 1876, Ethel Lina White era hija de Ethel C. White y del constructor William White, inventor de un cemento especial para la construcción a prueba de agua y humedades que fue utilizado en el metro de Londres, lo que aseguró a la familia una situación acomodada para el resto de sus días. Ethel estudió dibujo en la Escuela de Arte de Newport y aunque empezó a escribir cuentos y poemas desde edad muy temprana, en 1917 se encontraba en Londres trabajando para el Ministerio de Pensiones. Harta del ambiente cerrado y sin alicientes del funcionariado, cuando cobró un adelanto de diez libras por su primer libro, en 1919, abandonó el empleo para dedicarse por completo a la literatura.

Dama del crimen, dama del misterio

Sus primeras obras fueron novelas de temática general, más o menos bien recibidas. Pero sería a partir de la publicación de su primera incursión en el género de misterio, Put Out the Lights (también conocida como Sinister Light), en 1931, cuando Ethel se vio catapultada a primera línea. Al año siguiente, su nueva novela, Fear Stalks the Village, fue también rápidamente publicada en Estados Unidos. Con Some Must Watch (1933), convertida en best-seller, su posición como una de las principales damas del crimen quedaría cimentada (nunca mejor dicho).

Portada de La primera vez que murió, de Ethel Lina White

Portada de La primera vez que murió, de Ethel Lina White

Más conocida como La escalera de caracol, gracias a las ediciones posteriores a su espléndida adaptación a la pantalla con este título por Robert Siodmak, en 1946 —título con el que ha sido reeditada en español por Who Editorial—, en Some Must Watch aparece ya definido perfectamente su estilo característico: una inteligente fusión de misterio clásico (el whodunit o tradicional “¿quién lo hizo”) con terror psicológico, ambientación gótica y romance, perfectamente equilibrada.

Sus escenarios habituales son grandes mansiones aisladas en villas o pueblos ingleses victorianos —trasladados a los Estados Unidos de la misma época en sus versiones cinematográficas—, donde jóvenes avispadas y llenas de recursos se ven puestas a prueba, rodeadas de crímenes e intrigas, atmósferas amenazadoras, sospechosos a veces atractivamente ambiguos, además de rumores macabros e incluso fantásticos, sin que falten toques de humor negro y retrato social. Todo se va estrechando en torno a sus protagonistas, a través de una narración distorsionada por su propia perspectiva psicológica, llevando al lector con ellas a una situación cada vez más angustiosa, de puro suspense y terror.

Pero La escalera de caracol, convertida por Siodmak y el gran fotógrafo del film noir Nicholas Musuraca en obra maestra que inspiraría el futuro cine de terror psicológico e incluso el giallo italiano y el slasher, no fue la primera novela de Ethel llevada al cine. Ese honor le cabe a The Wheel Spins (1936), publicada como La dama desaparece por Alba Editorial. Un entretenido y más ligero misterio a bordo de un ferrocarril, que Alfred Hitchcock convirtió en Alarma en el expreso (1938), una de sus mejores películas del periodo inglés, cuyo éxito le condujo directamente a Hollywood. Tanto Hitchcock como Siodmak introdujeron notables cambios en sus versiones de las novelas, lo que hace aún más interesante su lectura.

Cartel español de Alarma en le expreso, de Hitchcock, sobre novela de E. L. White

Cartel español de Alarma en le expreso, de Hitchcock, sobre novela de E. L. White

Curiosamente, la más fiel de las adaptaciones, dejando aparte el consabido cambio geográfico, sería la inferior Misterio en la noche (1945), dirigida por Lewis Allen y en cuyo guion participara el mismísimo Raymond Chandler, basada en la novela Midnight House (1942), conocida en Estados Unidos como Her Heart in Her Throat. Aunque lejos del resultado excelso de los filmes de Hitchcok y Siodmak, no significa eso que este agradable misterio lleno de suspense no resulte perfectamente disfrutable como delicioso ejemplo de ese “otro” cine negro romántico y gótico, al borde del terror psicológico, con marcada personalidad femenina, alejado de duros detectives, hampones y tiroteos.

Tanto La escalera de caracol como La dama desaparece han sido objeto de otras adaptaciones cinematográficas, radiofónicas y televisivas, que llegan hasta el siglo XXI, siendo publicadas con diferentes títulos en España a lo largo de los años, hasta desaparecer de catálogos y librerías. Por ello es también de agradecer que Who Editorial recupere títulos menos conocidos como La primera vez que murió, donde encontramos a una Lina más retorcida si cabe, llena de humor negro y con protagonista masculino.

Portada de La escalera de caracol, con un fotograma de la película

Portada de La escalera de caracol, con un fotograma de la película

Con más de una docena de novelas de misterio a sus espaldas, entre las que también cabe recordar Wax (1935), con su museo de cera como escenario y publicada en español años ha como Pánico entre cera y El museo de la muerte; Step in the Dark (1938), donde la protagonista, una escritora, utiliza la novela que escribe para intentar escapar a su desesperada situación; o la última publicada antes de su fallecimiento, They See in Darkness (1944), con su típico pueblo inglés invadido por una ola de asesinatos que desatan la paranoia, por citar algunas, Ethel Lina White se inscribe junto a nombres como los de Daphne Du Maurier, Mary Roberts Rinehart, Charlotte Armstrong, Marie Belloc Lowndes o Vera Caspary, pioneras que abrieron camino a Patricia Highsmith, Margaret Millar o Ruth Rendell, poniendo los cimientos de eso que hoy llamamos “domestic noir”, “romance gótico” o “thriller psicológico”, todo junto y muy revuelto.

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