“Fue espantoso… Bebía mucho, estaba fuera de control y nadie me cuidaba… Yo necesitaba a alguien que me quisiera y no había nadie a mi lado para apoyarme, así que me desmoroné”, afirmó John Lennon en una de las entrevistas que dio antes de su muerte para describir el episodio de su vida que él mismo bautizó como su “fin de semana perdido”, durante el que protagonizó sucesivos titulares en los medios a causa de sus excesos con el alcohol y la fiesta.
Y sus palaras solo son verdad a medias. Durante aquel periodo, que no fue un mero fin de semana sino 18 meses entre mediados de 1973 y principios de 1975, Lennon gozó de las atenciones y la cariñosa compañía de su asistente, May Pang. El idilio que ambos mantenían por entonces acabó siendo considerado uno de los romances más extraños de la historia del rock, sobre todo porque había sido instigado por la propia esposa de Lennon, Yoko Ono. Finalmente se estrena en España el documental El otro amor de John Lennon, en el que Pang recuerda en primera persona aquella relación a través de un relato a la vez tierno, amargo y algo perturbador.
A principios de los 90 ella acababa de dejar la universidad, y un golpe de suerte le proporcionó un empleo en la oficina neoyorquina de Apple Records, el sello discográfico creado por los Beatles. Por entonces el cuarteto de Liverpool ya no estaba en activo, pero todos sus miembros emprendían carreras en solitario y Pang empezó a participar en proyectos de cada uno de ellos. John Lennon y Yoko Ono le cogieron aprecio de inmediato, y llegado el momento la contrataron como su asistente personal.
Una relación orquestada por Yoko Ono
Fue poco después que, explica la película, Ono se reunió con ella y, tras explicarle que ella y Lennon se estaban separando, le encomendó la misión de tener una aventura con él; dado que estaba claro que él aprovecharía la ruptura para arrojarse a los brazos de otra mujer, pensó su esposa, mejor que lo hiciera a los de alguien de confianza. Inicialmente Pang no se mostró interesada en incolucrarse sentimentalmente con su jefe, pero durante el proceso de grabación del álbum Mind Games (1973) acabó cediendo ante las maniobras seductoras del exBeatle.
A lo largo de El otro amor de John Lennon, disponible en Filmin, Pang insiste en considerar lo que entonces empezó entre ellos como una verdadera historia de amor, y el documental en ningúin momento le lleva explícitamente la contraria al respecto a pesar de que parte de lo relatado en él invite a pensar en acoso sexual, abuso de poder y control coercitivo. En general, la película antagoniza de forma mucho más evidente con Ono que con su esposo, a quien parece eximir de responsabilidades por las maquinaciones de su mujer.
Lo cierto, sin embargo, es que John Lennon no tuvo reparos en pasar de ser empleador a convertirse en amante sin dejar entretanto de esperar que May Pang siguiera trabajando como su asistente personal aunque ya no se le pagara por ello –Yoko Ono había cancelado su salario al empezar el romance– y entretanto, mientras la sometía a episodios puntuales de maltrato físico que ahora ella considera más bien irrelevantes, permaneció en contacto intensivo con su esposa, que llamaba a la pareja a diario. A juzgar por la película, en realidad, el único John Lennon que sintió un amor duradero por May Pang es el primogénito del músico, Julian, que aparece repetidas veces a lo largo de su metraje. Padre e hijo permanecieron cuatro años sin verse, al parecer a causa de las maquinaciones de Yoko Ono, y es gracias a May Pang que se reunieron pasado ese tiempo.
En febrero de 1975, fue la propia Yoko Ono quien decidió que ya era hora de que aquella aventura llegara a su fin, y John Lennon dejó de inmediato el apartamento neoyorquino que por entonces compartía con May Pang para regresar junto a su esposa sin mirar atrás y, por supuesto, sin acordarse siquiera por un instante de la casa que, según cuenta la película, él y su joven amante tenían previsto comprarse en Long Island. “No quiero menospreciar a May, es una buena chica, pero ella en todo momento supo cuál era la situación”, le comentó él a un periodista a finales de ese mismo año, probablemente no del todo consciente del desprecio que sus palabras denotaban.
May Pang utiliza La otra cara de John Lennon no solo para poner el foco en muchos de los buenos momentos que ambos vivieron antes de ese abrupto final y quitar hierro a los malos o bien omitirlos del todo, sino también para reivindicarse como una presencia inspiradora y casi providencial en la vida y la carrera del músico; es evidente que no quiere ser vista como una mera víctima. Y entenderla por ello no es incompatible con identificar el documental como lo que es, no tanto el relato de una historia de amor como la evidencia de la insensibilidad, el narcisismo y la crueldad que a menudo resultan del privilegio, la celebridad y el genio indiscutible.