Qué es el ‘Test de Bechdel’, el examen de diversidad de género en el cine

Hace 40 años, una viñetista inventó una regla sencilla para analizar las películas: si había dos personajes femeninos con nombre propio, que hablaban entre sí y sobre algo distinto a un hombre. Sorprende ver la cantidad de cine que, todavía hoy, no pasan el Test de Bechdel

Fotograma de la película 'Pobres criaturas', dirigida por Torgos Lanthimos y protagonizada por Emma Stone
Fotograma de la película 'Pobres criaturas', dirigida por Torgos Lanthimos y protagonizada por Emma Stone

El cine, como reflejo de la sociedad, ha sido históricamente un espacio dominado por narrativas masculinas. Durante décadas, los personajes femeninos han quedado relegados a roles secundarios o estereotipados, limitando su representación a madres abnegadas, parejas románticas o simples objetos de deseo. En 1985, la historietista Alison Bechdel introdujo de manera irónica una prueba sencilla para medir la presencia femenina en el cine: el Test de Bechdel. Lo que comenzó como una observación humorística en su tira cómica Dykes to Watch Out For(que en español se puede leer en el volumen Lo indispensable de unas lesbianas de cuidado) se convirtió en una herramienta de análisis que, con el tiempo, ha ganado relevancia en los estudios de género y en la industria cinematográfica.

El Test de Bechdel establece tres criterios básicos para evaluar una película: debe haber al menos dos personajes femeninos con nombre, estas mujeres deben hablar entre ellas en algún momento y la conversación debe girar en torno a algo que no sea un hombre. A simple vista, estos requisitos parecen fáciles de cumplir, pero sorprendentemente muchas producciones no logran superarlos. Películas consideradas icónicas, como El Señor de los Anillos (2001) o El origen (2010), no pasan la prueba, lo que revela una persistente falta de representación femenina con agencia propia en el cine mainstream.

La tira del cómic 'Dykes to Watch Out For' en la que se "consagra" el Test de Bechdel

La tira del cómic ‘Dykes to Watch Out For’ en la que se “consagra” el Test de Bechdel

Más allá de su aparente simplicidad, el Test de Bechdel ha servido para evidenciar la invisibilización de las mujeres en la gran pantalla. No se trata solo de contar cuántas mujeres aparecen en un filme, sino de analizar la calidad de su representación. El cine está lleno de personajes femeninos cuyo único propósito es impulsar la historia del protagonista masculino, careciendo de autonomía o profundidad. El test, en este sentido, no pretende ser una medida absoluta de feminismo en el cine, sino un punto de partida para debatir sobre la equidad de género en las narrativas audiovisuales.

¿Es suficiente el Test de Bechdel?

Durante la cuarta ola feminista, se ha empezado a popularizar este concepto, que se le ha aplicado a numerosos productos de ficción de los últimos años. Afortunadamente, cada vez son más las películas actuales que lo superan, creando un tejido de ficción en el que niñas y mujeres pueden verse más y más representadas. Porque el examen no mide lo feminista que sea una película, solo la participación de las mujeres y la relación de sus arcos narrativos con respecto a los personajes masculinos.

De hecho, en la actualidad hay muchas voces que consideran esta prueba insuficiente para el estado de las cosas en el mundo actual. Que sea superado, por ejemplo, no quiere decir que la película incluya, por ejemplo, historias de mujeres hablando de lo que supone ser mujer, o personajes femeninos bien dibujados. Por ello, a lo largo de los años, diversas críticas han surgido en torno al Test de Bechdel. Por un lado, algunos argumentan que es una herramienta limitada y poco rigurosa, ya que una película puede superarlo sin necesariamente ser feminista o aportar una representación significativa de las mujeres.

Así, Alicia en el País de las Maravillas (1951) y Crepúsculo (2008) cumplen con los requisitos, pero no necesariamente presentan una visión progresista o empoderadora de sus protagonistas. Al mismo tiempo, hay películas centradas en personajes masculinos que ofrecen retratos matizados de mujeres sin necesidad de que estas hablen entre sí, como Gravity (2013), protagonizada por Sandra Bullock.

La película 'Crepúsculo' supera el Test de Bechdel pero no es necesariamente feminista ni empoderadora

La película ‘Crepúsculo’ supera el Test de Bechdel pero no es necesariamente feminista ni empoderadora

Otra de las críticas al test es que no toma en cuenta otras dimensiones de la diversidad, como la representación racial, la orientación sexual o la identidad de género. En respuesta a esta limitación, han surgido otros indicadores complementarios, como el Test de DuVernay, que mide la presencia de personajes racializados con agencia propia, o el Test de Vito Russo, que analiza la representación de personajes LGBTQ+ en el cine. Estos exámenes ayudan a ampliar el debate sobre la diversidad en la industria del entretenimiento.

También se han generado controversias en torno a los remakes de ciertas películas protagonizadas casi al completo por hombres, como Cazafantasmas, cuando se anuncia que sus personajes masculinos serán sustituidos por femeninos, sin cambiar nada más. Por eso existe el “test de la lámpara sexy”, ideado por la guionista Kelly Sue DeConnick: “Si puedes sustituir un personaje femenino por una lámpara sexy y aun así la película funciona, lo siento, pero no has superado el test”.

Teniendo en cuenta los avances del feminismo, la representación debería ir en aumento también en su expresión cultural, y así es: según un estudio publicado en Medium, desde la década de 1970 hasta la actualidad el porcentaje de películas que pasan la prueba de Bechdel ha seguido aumentando, alcanzando aproximadamente el 70% hoy en día desde el 50% de los años 30 (una cantidad que, llegó a bajar entre los 60 y los 70). Además, el porcentaje de películas en las que la única conversación entre personajes femeninos gira en torno a los hombres también disminuyó entre 1930 y 2010″, apunta su autora, Erika N.

El estreno de la nueva versión de ‘Cazafantasmas’, en 2016, fue un fracaso de público y taquilla.

El estreno de la nueva versión de ‘Cazafantasmas’, en 2016, fue un fracaso de público y taquilla.

Análisis por géneros cinematográficos

De las casi 4.500 películas analizadas estrenadas entre de 2000 y 2020, el género con mayor porcentaje de películas que superan el test de Bechdel es el romántico (72%), seguido del musical, las películas de terror y las familiares. El western es el género que más problemas tiene para superar la prueba (solo lo pasan el 22% de sus cintas de las últimas dos décadas), seguido de las películas sobre guerra, historia, acción, crímenes y aventuras.

A pesar de sus limitaciones, el Test de Bechdel ha sido clave para generar conciencia en la industria cinematográfica. En los últimos años, los estudios han comenzado a tener en cuenta la importancia de una representación más equitativa, impulsados en parte por movimientos como #MeToo y Time’s Up. Películas como Mujercitas (2019), Wonder Woman (2017) o Nomadland (2020) han demostrado que el cine protagonizado por mujeres puede ser exitoso tanto a nivel crítico como comercial. Además, el auge del streaming ha abierto la puerta a historias más diversas y a una mayor presencia de directoras, guionistas y productoras en la toma de decisiones.

El Test de Bechdel, lejos de ser una regla estricta, funciona como una herramienta de análisis que sigue siendo relevante en el debate sobre la representación femenina en el cine. Aunque cumplir con sus criterios no garantiza una representación feminista, su uso ha servido para evidenciar las deficiencias narrativas de muchas producciones y para incentivar a la industria a cuestionar los modelos tradicionales. El cine, como cualquier forma de arte, evoluciona con la sociedad, y el desafío actual no solo es superar este test, sino también construir relatos más diversos e inclusivos en todos los niveles de la producción audiovisual.

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