Moda

‘Marquitis’: por qué hay gente que paga 500 euros por una camiseta

¿Pagarías cientos de euros por una prenda con logo? ¿Y por una que ni siquiera deja a la vista la marca? Así es el mundo de las camisetas 'deluxe'. ¿Postureo, tontuna o amor por la moda?

Una invitada con chaqueta de Balenciaga después de un desfile.

Una invitada con chaqueta de Balenciaga después de un desfile. shutterstock

Cuando el otro día aparecieron unas imágenes de Froilán camino del popular restaurante Amazónico, situado en la capital, lo que llamó la atención de los medios fue su camiseta de Balenciaga, pues su diseño de algodón cuesta 550 euros. ¿El motivo? No hay que darle más vueltas: sencillamente-es-una-camiseta-de-Balenciaga, algo que por si no queda claro, aparece de forma bien visible a la espalda del top. En realidad, son tres las razones por las que -en teoría- una camiseta de marca cuesta cientos de euros. La calidad, el logo y la exclusividad. “En Uniqlo fabricarán 10.000 unidades de una camiseta, mientras que las unidades de un diseño de firma serán mucho más limitadas”, comenta a Wall Street Journal David Fung, encargado de comprar moda masculina para I.T Apparels Ltd., que distribuye en Hong Kong firmas como Givenchy, A.P.C. y Comme des Garçons.

Pero no lo neguemos: el motivo por el que hay quienes quieren pagar auténticas mini fortunas por una camiseta suele radicar en la marquitis que nos invade, y por ello los logos suelen ser bien visibles, ya que quien se gasta ese dinero en un diseño quiere que quede clarísimo que se trata de un modelo de firma. Mientras que quienes abogan por el lujo silencioso no titubean a la hora de invertir cientos de euros en las camisetas de The Row, cuyo modelo Issi, que a simple vista poco dista de una camiseta de Uniqlo, cuesta 640 euros (se trata de un diseño de silueta boxy de de algodón, con hombros caídos confeccionado en Italia y en el que no hay ni rastro de la marca de forma visible), los amantes de la logomanía no dudarán en comprar en Balenciaga camisetas como la Tape Type, un diseño en el que el logo de la firma es el absoluto protagonista y que hace que la camiseta en cuestión cueste 750 euros. No hemos de olvidar tampoco que contar con diseños de marca puede servir para que los fashionistas se reconozcan entre sí (quienes pueden pagar determinado dinero por un modelo concreto) y para que los amantes de la moda puedan aplaudir a quienes pueden permitírselo desde la admiración o por qué no, desde la envidia.

The Row

The Row

Es el caso de la camiseta de la temporada, que reza I Told Ya, un diseño de Loewe con el que su director creativo, Jonathan Anderson, rinde homenaje a la que llevó en los 90 John F. Kennedy Jr., que fue inmortalizado en varias ocasiones con una camiseta con el mismo mensaje. En la película Challengers fue la indudable estrella del largometraje, y el hecho de que Zendaya haya sido inmortalizada con ella recorriendo Nueva York no ha hecho más que incrementar el interés por este diseño unisex, que cuesta 250 euros. Por descontado, webs como Etsy ya ofrecen por 20 euros réplicas, pero a quien quiere (¡y puede!) llevar el modelo de Loewe poco le importa, pues sabe que lleva el diseño original.

El precio del logo

En la década noventera Chanel se aseguró de hacer de su logo el más deseado, pero la fiebre logomaníaca bien podría ser atribuida a Daniel Day, más conocido como Dapper Dan, que se inspiró en marcas como Gucci, Fendi y Louis Vuitton y que explicó bien el poder de la logomanía. “El logotipo significa estatus y dinero, dos aspectos que van de la mano. La cuestión es que puedes disfrutar de ese estatus gracias a un logo, y nadie sabrá que en realidad, no tienes dinero. Eso es lo que le da tal impacto a tu apariencia”, explicó el diseñador, que en 2018 lanzó una colaboración con Gucci. Por eso hay muchas personas que aunque tienen dificultades para pagar el alquiler, de repente llevan una camiseta que reza Moschino. Porque para lucir, ahora hay que invertir… Y sufrir para llegar a fin de mes, claro.

Loewe

Loewe.

En este baile de marcas y logos nace la confrontación entre los nuevos ricos versus los Old Money, es decir, quienes quieren presumir por encima de todas las cosas de llevar ropa de marca frente a quienes la llevan sin necesidad alguna de que los demás lo sepan. Por descontado, quienes compran su primer producto de lujo suelen apostar por modelos con logo, pues quieren que quede bien claro que han gastado una buena cantidad en una camiseta. Mientras tanto, el lujo silencioso funciona para mandar el mensaje de que realmente quien apuesta por él es tan culturalmente astuto que no necesita de logos ostentosos que subrayen su riqueza. Por cierto: poco se habla de que Brad Pitt tiene una marca de camisas llamada God’s True Cashmere, cuyo diseño más barato cuesta 1.685,95 euros y el más caro, una camisa denim, 2.357,95 euros. Que nadie busque señal alguna de la firma en cuestión, pues ni el nombre de la misma hace guiño alguno al actor, ni los diseños cuentan con señales que indiquen que se trata de una prenda de marca.

El lado oscuro de la marquitis

En Worn Out: How Our Clothes Cover Up Fashion’s Sins, la periodista Alyssa Hardy resalta la relación entre la logomanía, la influencia y el consumo tras haber descubierto que el aparentemente sencillo ecosistema de la moda contribuye a una crisis global de maneras tan sutiles que es fácil pasarlas por alto si no se mira con atención, pues a mayor escala, la obsesión por los logotipos es el catalizador de un mercado multimillonario de tendencias diluidas y copias baratas, y son los trabajadores de todo el mundo los que lamentablemente, tienen que lidiar con las consecuencias. “Nuestra necesidad de consumir ropa con nombres reconocibles a menudo está impulsada por nuestro deseo de pertenecer y de ser vistos de una determinada manera, algo que va mucho más allá de las piezas de lujo, pues impulsa tendencias rápidas, engaños y falsificaciones. Mientras que el mercado de accesorios de lujo crecerá hasta los 85 mil millones de dólares, según Statista, el mercado de falsificaciones lo hará con la misma rapidez. Un artículo reciente en Buzzfeed destacó una tendencia emergente en TikTok en la que los creadores explican por qué recurren a falsificaciones. Un modelo llamado Brett Staniland explicó al medio que no le importa llevar prendas falsas. “Merezco usar ropa que se vea bien y que me haga sentir bien conmigo mismo, al margen de si es real o no”, explica a Refinery29.

Balenciaga.

Al menos Froilan llevará, suponemos, camisetas originales de Balenciaga, pero lo que queda claro es que la marquitis invade tanto a los nuevos ricos, como a los ricos de cuna. Quizás, al final todo se reduzca a tener gusto o no tenerlo, y aquí, que cada uno valore si el que tiene mejor olfato fashionista es quien paga cientos de euros por una camiseta básica, quien hace lo propio por llevar una con logo o quien paga muchísimo menos por un modelo de Uniqlo o COS. Porque a veces, más que lujo silencioso, lo que hay es una tontuna generalizada que grita.

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