Más de cincuenta pinturas, esculturas y dibujos raramente vistos de toda la carrera de Picasso —1896 a 1972—, se exhiben en la Galería Gagosian de Nueva York. La muestra incluye casi una docena de obras que se exponen públicamente por primera vez y otras que no se han mostrado en décadas, procedentes mayormente de la colección personal de su hija Paloma.

Con esta exhibición, la galería se dispone a cerrar un capítulo de su historia, el final de su residencia en su local en el 980 de Madison. “He tenido la suerte de presentar más de veinte exposiciones dedicadas a Pablo Picasso a lo largo de mi carrera, y parece lógico que una gran muestra de la obra del artista cierre nuestra etapa en esta ubicación”, afirma Larry Gagosian, galerista y marchante estadounidense.
Lo distintivo de esta exposición es que se presenta en tres salas distintas. Las obras no se organizan siguiendo un orden cronológico, sino que se combinan diferentes épocas y estilos. Se genera así una especie de diálogo —a veces evidente, otras más sutil— que el visitante está invitado a descubrir por sí mismo.
De hecho, los cuadros y las esculturas no cuentan con rótulos o textos explicativos junto a ellos que orienten al visitante sobre su contexto. Sin embargo, sí se ofrece una hoja aparte donde se pueden consultar esos datos. De esta manera, el espectador puede buscar primero, por su cuenta, la conexión entre las obras dispuestas “tête-à-tête” (cara a cara).
“Mostrar la obra de mi padre tal y como él quería que se viera —conversando sobre distintos temas y épocas— es un justo homenaje a su legado. Varias de las obras que hemos seleccionado no se habían visto desde que mi padre las tenía en su estudio, y reunirlas con ejemplos importantes de otras colecciones será un acontecimiento muy especial”, explica Paloma Picasso.
La exposición incluye seis dibujos, 24 esculturas y 38 pinturas. La presencia de la propia Sra. Picasso impregna la exposición de Gagosian: en un retrato de ella sosteniendo una muñeca que tiene su rostro y en las muñequitas de madera que su padre confeccionó para ella cuando Paloma tenía tres años.

Solo hay unas pocas piezas a la venta (los precios no se revelan públicamente). El objetivo de la exhibición, contó la Sra. Picasso al New York Times, era mostrar los numerosos atributos de su padre a través de las obras, llamando la atención a la multitud de estilos que el pintor cultivó a lo largo de varias décadas.
Un papel inusual para Paloma Picasso
El espectáculo Picasso: Tête-à-tête representa un rol poco común para la Sra. Picasso, ya que durante los últimos 45 años se ha dedicado principalmente a su trabajo con la colección de joyas para Tiffany & Company.
Hace aproximadamente dos años, tras la muerte de su hermano Claude Ruiz-Picasso (Ruiz era el apellido del abuelo paterno de Picasso), ella asumió la gestión del legado de su padre. Actualmente, la Administración Picasso se encarga de manejar los derechos de autor y los contratos de licencia relacionados con la obra del artista.
Tenía 24 años cuando su padre falleció en 1973 y se sentía en parte responsable de preservar, proteger y promover su legado. “Cuando eres hija de alguien tan famoso, y por tan buenas razones, tienes la sensación de que debes compartirlo con el resto del mundo”, dijo al New York Times.
Tras haber forjado una exitosa carrera como diseñadora, Paloma Picasso explicó, al periódico estadounidense, sentirse preparada para asumir un papel más importante en el patrimonio. “Me esforcé al máximo para que mi trabajo no estuviera vinculado a mi padre, y por eso ahora puedo hacerlo”, declaró. “Me he demostrado a mí misma que puedo existir por mis propios méritos. Creo que tenía que demostrarme a mí misma que podía ser valiosa por mí misma“.