El mundo del guion y los guionistas de cine sigue siendo un gran desconocido para la mayoría del público e incluso para algunos críticos que parecen pensar que las historias surgen de la nada o, peor aún, de la mente de los directores. La teoría francesa del cine de “autor”, que surgió en los años cincuenta y sesenta de manos de la mítica revista Cahiers du Cinema, cuna de la Nouvelle Vague, pese a sus muchas virtudes, ha tenido también el devastador efecto de hacernos creer que detrás de una película está solo —o casi— su director, su “autor”. Esto, que puede ser verdad en muchos casos, especialmente en el cine europeo e independiente, rara vez lo es en el cine comercial de Hollywood. Las películas de consumo, entre ellas las que ganas Oscars, recaudan millones, cambian modas y mantienen viva la industria, son obras corales, donde mucho depende a menudo de una buena historia y de mejores diálogos. Es decir: de un buen guion.
Pero los guionistas no le suenan a nadie. Los festivales no les dedican ciclos, homenajes ni retrospectivas. Y si esto es así en general, en el caso de las guionistas resulta todavía más evidente, sufriendo prácticamente una doble marginación. Por eso es tan importante que, cuando la amenaza de los guiones creados usando algoritmos de Inteligencia Artificial ensombrece el panorama y se prefieren historias basadas en productos, franquicias, remakes y marcas registradas —lo que los anglosajones llaman IP, por Intellectual Property— se pongan en valor y se den a conocer la personalidad y obra de escritoras profundamente originales como Diablo Cody, nombre de guerra de la guionista y productora de Hollywood Brooke Maurio (nacida Brooke Busey, el catorce de junio de 1978).
Cody tuvo su merecido momento de gloria cuando su guion para la comedia dramática (o dramedia como se dice ahora) Juno (2007), dirigida por Jason Reitman, se hizo tanto con el Oscar como con el premio de la British Academy of Film (BAFTA) al mejor guion original, arrasando en esta categoría allá por donde pasaba y recibiendo galardones de las asociaciones de críticos de todo Estados Unidos, incluyendo el Women Film Critics Circle. Aquella agridulce, ingeniosa y sutil historia de una adolescente embarazada accidentalmente, decidida a tener su bebé contra todos y contra todo, que unos interpretaron como manifiesto provida (pese a que tanto su guionista como la protagonista se declararon públicamente a favor del aborto) y otros como parábola feminista, situó a Diablo Cody como la escritora del momento en Hollywood. Y eso, sólo con su primer guion. Nada mal para alguien que había comenzado en el mundo del espectáculo como… ¡stripper!
En efecto, apenas unos años antes, Cody se había dado a conocer con su libro de memorias Candy Girl (2005), basado en su propio blog de éxito, donde narra con humor “un año en la vida de una stripper renuente”. Gracias al éxito de Juno, Cody iniciaría una fructífera colaboración con su director, Jason Reitman, hijo del fallecido Ivan Reitman, creador de Los Cazafantasmas, para quien escribiría Young Adult (2011) y Tully (2018), ambas protagonizadas por una estupenda Charlize Theron e inspiradas en sus propias experiencias como escritora, divorciada y madre de tres hijos.
Pero su siguiente gran éxito sería una comedia muy distinta: Jennifer´s Body (2009). Una divertida y sangrienta historia de terror juvenil sobre la peligrosa relación entre Needy (Amanda Seyfried) y Jennifer (Megan Fox), su mejor amiga del insti… poseída por un demonio seductor y asesino. Retrato salvaje, oscuro y sicalíptico de la amistad femenina adolescente y sus sombras tenebrosas, dirigido por la siempre interesante Karyn Kusama, fue el comienzo de la feliz y feraz relación de Diablo Cody con el cine fantástico y de terror, que la llevaría a echar una mano sin acreditar en el guion del alabado remake de Posesión infernal (2013), firmado por Fede Alvarez, quien acaba de estrenar la nueva entrega de la franquicia de Alien.
Alternando su trabajo en televisión (creando series tan prestigiosas como Estados unidos de Tara o One Mississipi), con el de productora y guionista para otros directores como el fallecido Jonathan Demme —la comedia sobre una madura estrella femenina de rock interpretada por Meryl Streep, Ricki (2015)—, debutó como realizadora con Paradise (2011), que pasó injustamente desapercibida, quizás por tocar, con delicadeza pero también con mucho humor e ironía, el sacrosanto tema del integrismo religioso estadounidense. Cody tendría después el sentido común de abandonar el barco de Barbie (2023), el sobrevalorado panfleto de Greta Gerwig, cuyo seudofeminismo buenista, tontorrón y simplista está en las antípodas de su cine.
Este año, Diablo Cody, ha vuelto a ganarse a crítica y público con su nuevo trabajo dentro del fantástico. Su guion para Lisa Frankenstein (2024), ópera prima como directora de Zelda Williams, hija del llorado Robin Williams, dota de ingenio y truculencia bien medidos a un brillante homenaje a la comedia de terror teen de los 80 y 90. Invirtiendo la ecuación de La mujer explosiva (1985) de John Hughes, uno de sus directores favoritos, e insuflando el humor transgresor del John Waters de Los asesinatos de mamá (1994) y el romanticismo melangótico del Eduardo Manostijeras (1990) de Tim Burton a su delirante cuento sobre una nueva Cenicienta gótica, emo y sentimental, enamorada de un poeta suicida victoriano resucitado en formato zombi —con quien forma una entrañable y macabra pareja asesina—, Diablo Cody vuelve a indagar en los entresijos del romance adolescente, la amistad entre mujeres, las familias disfuncionales y la simpatía por el Diablo. Esta es la comedia de terror gótica y pop del año, no Bitelchús Bitelchús.
El cine de Diablo Cody ofrece siempre una mirada profundamente femenina, sin caer en tópicos ni extremos, capaz de cautivar a todo tipo de público inteligente. Sus dramedias, basadas en sus propias experiencias, evaden los convencionalismos de lo que puede y debe esperarse de una historia de mujeres, mientras en guiones terroríficamente divertidos, como Jennifer´s Body y Lisa Frankenstein, da rienda suelta a su imaginación más perversa, recuperando lo mejor del humor juvenil ochentero, perfectamente puesto al día, reflejando a la vez el genuino angst adolescente de sus heroínas o, más bien, antiheroínas, dispuestas a todo para triunfar en el amor y en la guerra. Y es que sabe más Diablo Cody por mujer que por Diablo. (Lisa Frankenstein puede verse en Movistar Plus, Filmin Plus, Amazon Video y otras plataformas).