Paul Gauguin, de abusador pederasta y colonialista a “amante de los polinesios”

Se le ha tildado de colonialista francés que propagó la sífilis a niñas menores de edad en los Mares del Sur. Un nuevo libro desmonta los mitos más oscuros del pintor francés, revelando aspectos desconocidos de su vida y su relación con la Polinesia

Nafea Faa Ipoipo, 1892 (¿Cuándo te casarás conmigo?), Paul Gauguin
Nafea Faa Ipoipo, 1892 (¿Cuándo te casarás conmigo?), Paul Gauguin

En 2019, la National Gallery de Londres inauguró una exposición de retratos de Paul Gauguin que desató un encendido debate. Para muchos, el artista no era más que un símbolo del colonialismo francés en los Mares del Sur, un hombre acusado de haber propagado la sífilis entre menores de edad y de haberse beneficiado de su posición de poder en la Polinesia. La exposición quedó en el punto de mira de la cultura de la cancelación y se pidió incluso la retirada de sus obras. Sin embargo, la reciente biografía Wild Thing, A Life of Paul Gaugin, de la escritora y biógrafa Sue Prideaux, desafía esta visión unidimensional del pintor y revela hallazgos que podrían cambiar la percepción de su figura.

¿Un enfermo de sífilis o un caso de mala salud tropical?

Una de las acusaciones más persistentes contra Gauguin ha sido que padecía sífilis y la transmitió a sus jóvenes amantes en Tahití (tan jóvenes que eran, en su mayoría, menores de edad). Sin embargo, las pruebas científicas cuentan otra historia. En el año 2000, el alcalde de Hiva Oa, la isla donde el pintor pasó sus últimos años, ordenó la restauración de su cabaña. Durante las excavaciones, se encontró un frasco de vidrio con cuatro dientes humanos. Tras ser analizados por el Proyecto Genoma Humano en Cambridge, se confirmó que pertenecían a Gauguin y se sometieron a pruebas en busca de mercurio, cadmio y arsénico, los tratamientos estándar para la sífilis en su época. No se halló rastro de estos elementos.

A esto se suman los registros médicos de su tiempo en Tahití. Su médico personal, bien familiarizado con la sífilis, determinó que el pintor no padecía la enfermedad, sino una combinación de eczema y erisipela, agravada por las picaduras de insectos tropicales. Los dos doctores que lo atendieron en Hiva Oa coincidieron en el diagnóstico. Este hallazgo desmonta una de las acusaciones más extendidas sobre su figura.

'Wild Thing, A Life of Paul Gaugin', libro de Sue Prideaux

‘Wild Thing, A Life of Paul Gaugin’, libro de Sue Prideaux

Las jóvenes de Gauguin, ¿el depredador sexual?

Otro de los aspectos más polémicos de su vida fue su relación con adolescentes polinesias. En Francia y sus colonias, la edad de consentimiento en la época de Gauguin era de 13 años, mientras que en Estados Unidos oscilaba entre los 10 y los 12. Aunque desde la óptica actual estas cifras resultan escandalosas, en ese momento no eran inusuales. Según Prideaux, sus amantes polinesias eran mayores de edad dentro de su contexto cultural y social.

La más célebre de ellas, Tehamana, ha sido considerada durante décadas como una niña de 13 años entregada a Gauguin. Sin embargo, la biografía revela un certificado de nacimiento recientemente descubierto que indica que tenía 15 años. En la cultura polinesia, era común que las familias ofrecieran a sus hijas como esposas temporales a los extranjeros, sin transacciones económicas de por medio. Las jóvenes tenían libertad para regresar con sus familias y decidir si querían continuar la relación. Tehamana, de hecho, volvió con Gauguin por voluntad propia y, cuando él regresó a París, se casó con otro hombre.

'Los ancestros de Tehemana' (Merahi metua no Tehamana), de Paul Gauguin

‘Los ancestros de Tehemana’ (Merahi metua no Tehamana), de Paul Gauguin

Un artista rebelde contra el colonialismo

Si algo desvela Wild Thing es que la visión de Gauguin como un mero aprovechado del colonialismo es incompleta. Si bien es cierto que se benefició de su posición como extranjero en Tahití, también fue un feroz crítico del dominio francés en la región. En sus últimos años, se convirtió en una figura incómoda para la administración colonial: escribió artículos de denuncia en la prensa local, fundó su propio periódico y envió cartas al gobierno en París exigiendo mejores condiciones para los polinesios.

Uno de sus logros más sorprendentes fue descubrir una laguna legal en la normativa de educación obligatoria. En Hiva Oa, el obispo católico Martin obligaba a los niños indígenas a asistir a internados franceses, donde se les prohibía hablar su lengua materna. Gauguin encontró una ley que establecía que solo los niños que vivían a menos de tres kilómetros de una escuela debían asistir. Gracias a esto, muchas familias se reubicaron en el campo y lograron preservar su idioma y cultura.

Este activismo le costó caro. El gobernador colonial lo calificó de “anarquista peligroso” y buscó la manera de acallarlo. Cuando Gauguin denunció la corrupción de un oficial en una isla vecina, el gobernador respondió acusándolo de difamación. Fue condenado a tres meses de prisión y una multa de 500 francos. Poco después, su acusación original contra el oficial fue confirmada como cierta, pero para entonces, Gauguin ya había fallecido.

Gauguin besa a su amante Pahura en una imagen en Tahití

Gauguin besa a su amante Pahura en una imagen en Tahití

Un legado en disputa

El debate sobre la figura de Gauguin no parece tener fin. Sus cuadros, entre los más valiosos del mundo del arte, siguen inspirando admiración y rechazo a partes iguales. Wild Thing ha sido preseleccionado para el prestigioso premio Baillie Gifford y ha ganado el Duff Cooper, lo que confirma el renovado interés en la historia del pintor. Prideaux reconoce que, dado el peso de la cultura de la cancelación, le habría resultado más fácil omitir el nombre de Gauguin de las listas de premios, pero su trabajo busca aportar una mirada más matizada sobre un hombre cuya vida y obra siguen provocando reacciones viscerales.

Quizás lo más relevante de esta nueva biografía sea su capacidad de desafiar los lugares comunes sobre Gauguin. No se trata de absolverlo ni de condenarlo, sino de comprenderlo en toda su complejidad: un hombre que, al igual que sus pinturas, sigue siendo objeto de debate más de un siglo después de su muerte.

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