Para la directora, guionista y actriz Andrea Noceda, el cine es mucho más que una simple pasión: es una necesidad vital. «Desde pequeñita, siempre he sido muy peliculera», confiesa, recordando cómo creció entre cintas de Disney y tardes de cine clásico. Hoy, tras años de trayectoria, Noceda se encuentra en un momento clave de su carrera como directora. Su cortometraje Pathos ha sido acogido con entusiasmo en festivales de cine de toda España, obteniendo numerosos premios y generando un gran interés en la comunidad cinematográfica. Su paso por la Semana de Cine de Medina del Campo la coloca en la carrera a los Premios Goya.
Con una carrera que comenzó en la interpretación, Noceda ha encontrado en la dirección su espacio para contar historias. Ahora, lo hace con un retrato satírico de la sociedad patria, a través de dos hombres de mediana edad. Una crítica al conformismo del que se queja, pero no actúa; a las largas conversaciones de barras de bar que parecen tener el poder de arreglar el país. Noceda critica, con ironía, el conformismo de quien vive atrapado en su propia cárcel. Pero ¿es posible salir?
Pathos es una historia sobre la lucha por recuperar el alma propia en un sistema que te atrapa. Lo que comenzó como un reto impuesto por dos grandes actores, Luis Bermejo y Fernando Soto, se convirtió en una reflexión profunda sobre la masculinidad y las trampas de una vida acomodada.
¿Quién es Andrea Noceda?
Andrea Noceda es una persona que necesita desarrollarse artísticamente casi como una forma de supervivencia, y este desarrollo artístico lo hace principalmente a través del cine. Desde pequeñita, siempre he sido muy peliculera y he sentido que el cine formaba parte de mi realidad. A lo largo de los años, han aparecido otras artes como el teatro, la literatura o el baile, de las que también me alimento. Soy una cineasta que escribe, actúa y necesita estar constantemente en contacto con el arte. Es mi forma de expresarme en el mundo.
¿De dónde viene esta vocación?
Desde muy pequeñita me gustaba inventar historias. Tenía la colección de Disney en VHS y las veía una y otra vez; me las sabía de memoria. Luego, a partir de los nueve o diez años, empecé a ver cine clásico y me enamoré perdidamente. Supongo que el haber estado siempre en contacto con el cine, y la necesidad de escapar de la realidad e imaginar otros mundos me hizo querer contar historias.
Comenzaste tu carrera como actriz, ¿por qué decides ponerte detrás de las cámaras?
Pues yo creo que llegó un poco de forma orgánica, porque tenía sobre todo referentes de actrices y no tanto de directoras o de guionistas, pero siempre me ha gustado contar historias. Lo que pasa es que lo veía como un sueño lejano, como algo que hacer después de mucho tiempo trabajando como actriz, pero llegó antes de lo esperado. Salí de la escuela en la que me había formado como actriz en el año 2010; me pilló la crisis económica de lleno. Había muy poco trabajo, así que era una forma de generar proyectos mientras hacía castings. Escribía guiones y, después, los interpretaba. Me metí en un curso de guion y empecé a hacer microteatro, y entonces me di cuenta de que me encantaba escribir, y me encantaba dirigir, y la actuación pasó a un segundo plano.
¿Qué le dirías a la Andrea de niña?
Le diría que siga jugando, que no deje de hacerlo nunca, porque es de las cosas más importantes. Le daría las gracias por todo lo que me da y por hacerme recordar la alegría, la felicidad, el disfrute y la imaginación. También le diría que confiara en ella, que es algo que le digo a la Andrea adulta. Hay que confiar.
Es tu segundo cortometraje como directora y guionista. ¿Qué te da lo técnico que no haga la interpretación?
El poder que tienes frente a la historia. A no ser que sea un encargo, es una historia que tú decides contar y la forma en la que la cuentas. En la toma de decisiones tiene que haber consenso, pero al final la última decisión siempre la tiene la directora.
¿Cómo surge Pathos?
Realmente surge gracias a los dos protagonistas: Luis -refiriéndose a Luis Bermejo- y a Fernando -refiriéndose a Fernando Soto-. Fueron ellos los que me empujaron a que les escribiera un corto. Reconozco que, al principio, me resistía. Estaba un poco asustada, porque son dos actores como la copa de un pino, con muchísimo prestigio. Fue un reto, porque soy 20 años más joven que ellos, y sentía que no tenía mucho que decir sobre dos hombres de 50 años. Pero me equivocaba.
El corto habla de lo que te hace sentir vivo y lo que te mata en vida. Es una lucha por intentar recuperar el alma de uno mismo. ¿Es eso posible?
Como bien dices, habla de vender tu alma al diablo, y querer recuperarla. No es lo mismo querer rebelarte con 20 o con 30 que querer hacerlo a los 55. Me parecía muy interesante poder hacer un retrato de la masculinidad, y también ahondar en el conflicto que tienen los dos personajes: el de venderse al sistema a cambio de unos privilegios. Son dos periodistas, pero podrían ser dos empresarios. O dos abogados. Es entrar en una rueda que, a priori parece que te está acercando unos privilegios, pero termina siendo un arma de doble filo y se convierte en una cárcel, cómoda pero una cárcel. ¿Es posible salir? Es una pregunta que me hice escribiendo el guion y todavía me hago, pero no tengo la respuesta.
Cuando lo presentas, siempre hablas de un tuit: “España es un señor dando de comer a los patos, apoyado en el cartel de prohibido dar de comer a los patos, quejándose de lo gordos que están”. ¿Qué te sugiere esto?
Cuando me siento a escribir un corto, aparece este tuit en mi cabeza, que me parece un chascarrillo muy divertido porque es un retrato muy acertado. El corto son todas las barras de bares de España, en las que se arregla el país, pero al salir está todo igual. Nada se ha solucionado. Tengo serias dudas de que el personaje de Luis vaya a hacer algo más que no sea quejarse de la situación y las cosas que quiere cambiar. A mí me da la sensación de que va a volver al periódico y a seguir su vida, como si nada.
¿Cómo está siendo la experiencia de ver a Pathos ser tan bien recibido en festivales y premios?
Pues imagínate lo feliz y agradecida que estoy. Me siento muy afortunada por el recorrido que está teniendo, y la acogida. Estoy haciendo gira por España, yendo a un montón de festivales y conociendo mucha gente. Siempre soñé con hacer un corto que lo petara e irme de festivales por todo España. Ahora que está pasando, me doy cuenta de todo el trabajo que hay, pero lo estoy recibiendo con mucha alegría y con muchas ganas.
El corto ha pasado por la Semana de Cine de Medina del Campo, que califica para los premios Goya. ¿Hay nervios?
Sí, estoy muy feliz y agradecida. Nos hemos podido presentar a la candidatura, y ahora a esperar a que salga la short list con los 30 cortos finalistas. A ver qué pasa. Me dijo una amiga que había una iglesia de Pathos, en Madrid, así que voy a ir a rezar a ver si salimos en los Goya (risas).
¿Tienes algún proyecto nuevo a la vista que nos puedas compartir?
Ahora mismo tengo varios frentes abiertos, pero sigo escribiendo y con muchas ganas de desarrollar uno de ellos, y de lanzarme a un largo. Ojalá pueda darte más noticias pronto. Como actriz, voy a estrenar una obra de teatro dentro del festival surge Madrid en la sala AZarte a finales de octubre, y estoy muy ilusionada con ese proyecto también.