Noche de miedo, noche de chicas

Cuando se nos echa encima Halloween, te ofrecemos un maratón de cine de miedo dirigido por mujeres con mucho sentido del terror... y el humor

Los viajeros de la noche (Near Dark, 1987), si Sam Peckinpah fuera mujer se llamaría Kathryn Bigelow

Resignémonos: Halloween es ya una tradición universal, nos guste o no. Y a mí me gusta. Más acá y sobre todo más allá de la Noche de Todos los Santos y el Día de Difuntos, con sus solemnes celebraciones cristianas, Halloween aporta un resabio pagano, festivo y lúdico, que es la mejor receta para contrarrestar las angustias de nuestra caducidad, así como el miedo a lo que podamos encontrar al Otro Lado (o peor: a no encontrar nada). Dejemos de gruñir contra el consumismo, la frivolidad y la invasión anglosajona. Hagamos lo que toda criatura inteligente de cierta edad —que no está ya para “truco o trato”— debe hacer la Noche de Halloween: pasarla viendo películas de miedo.

Pero Halloween pide un cine de terror que además sepa divertir. Asustar, sí, pero también ponernos ante el horror con una sonrisa, aunque sea de humor negro. Algo que muchas directoras saben hacer mejor que nadie. Porque el terror es posiblemente el más igualitario de los géneros, con más directoras y guionistas que incluso la comedia romántica, rompiendo tópicos y expectativas micromachistas varias. Así que, chicas (y maricas, por supuesto), ahí va nuestra Noche de Miedo ideal, con nombre de mujer.

La última cena (The Last Supper, 1995) de la llorada Stacy Title. No querrás que te inviten a ella

Para empezar, el plato fuerte. No es que carezca de sentido del humor, pero es nuestra propuesta más seria y visceral: Los viajeros de la noche (1987), de la ganadora del Óscar, Kathryn Bigelow, es una saga de vampiros moderna en clave de neowestern y película de carretera, llena de acción y violencia. Una especie de Grupo salvaje (1969) con colmillos, no carente de romanticismo y con un reparto ganador, encabezado por los jóvenes, hermosos y malditos, Adrian Pasdar y Jenny Wright, respaldados por un mítico Lance Henriksen y un salvaje Bill Paxton. Empieza Halloween con vampiros desperados, amor adictivo y el cine de Kathryn Bigelow: más “macho” que nadie.

Después del aperitivo sangriento, es hora de cenar. La hora del más negro e inteligente humor con La última cena (1995), de la fallecida Stacy Title. Una comedia cruel, entre la sátira política y el Gran Guiñol, que lleva hasta sus últimas consecuencias una idea perturbadora: ¿qué harías si pudieras matar a Hitler antes de que se convierta en dictador? Lo que empieza siendo una cuestión filosófica, en una cena de universitarios progres se convierte en una masacre políticamente incorrecta que te hará ver las cosas de otra forma. Una mezcla imposible e irresistible entre Adivina quién viene esta noche (1967) y Arsénico por compasión (1944), con algo de Patricia Highsmith. La prematura muerte de Stacy Title nos privó de una de las grandes del cine de terror.

Pesadilla final, la muerte de Freddy (Freddys Dead. The Final Nightmare, 1991), ninguna Noche de Halloween sin Freddy, gracias a Rachel Tala

Llegando a medianoche, es tiempo de clásicos. ¿Qué es una Noche de Halloween sin Freddy Krueger? Una mala noche, sin duda. Pesadilla final: La muerte de Freddy (1991) de Rachel Talalay concluyó la saga iniciada por Wes Craven con mucho humor y una historia retorcida, con Lisa Zane en primera línea, y temas como la maternidad o la infancia, que hicieron recular a los aficionados más misóginos. Un buen final, con cameos de Roseanne Barr, Tom Arnold, Johnny Depp y Alice Cooper. No es Halloween sin Freddy. Rachel Talalay sufriría también injustamente por su divertida Tank Girl (1995) y es hoy una de las más solicitadas directoras en series como Doctor Who, The Flash, Riverdale o American Gods.

Jennifer’s Body (2009), las chicas malas vienen del infierno, con Karyn Kusama

Una vez que empieza la diversión, ya no hay vuelta atrás. Karyn Kusama, con una filmografía entregada a la acción, el terror, el suspense y el thriller parecía destinada a ser la nueva Kathryn Bigelow, pero el mundo digital la ha condenado, como a tantas y tantos, a las series. Eso sí: ninguna Noche de Halloween para chicas y maricas estaría completa sin Jennifer’s Body (2009). Una loca, sangrienta y desopilante historia de posesión infernal, amistad femenina de instituto, satanismo adolescente y cambios hormonales, escrita por Diablo Cody, que convirtió a Megan Fox en la más deseada diablesa del siglo XXI.

Satanic Panic (2019), esta noche pizza con el demonio, de manos de Chelsea Stardust

El punto final no puede ponerlo sino una casi recién llegada, con un nombre que hace esperar grandes cosas de ella en el futuro: Chelsea Sturdust. A partir de un guion escrito por dos monstruos como Ted Geoghegan y Grady Hendrix —autor de El exorcismo de mi mejor amiga—, Chelsea debutó en el largometraje con la brillante comedia de terror Satanic Panic (2019). Hayley Griffith es una joven repartidora de pizzas que cambia de ruta, a punto de descubrir a qué se dedica la gente rica en los barrios altos de la ciudad. Quienes vimos La semilla del diablo (1968), Satán, mon amour (1971) o La 7a víctima (1943) ya lo sabemos, pero nunca los satanistas fueron tan divertidos, comandados por una fantástica Rebecca Romijn, que da nuevo significado a la expresión esotérica “magia operativa”.

Anatema (2024), el nuevo terror español tiene nombre de mujer, Jimina Sabadú

Pero si esta noche de miedo, risas, sustos y sonrisas no te convence o has visto más de una de nuestra selección, no pasa nada. De donde salieron estas, de la perversa y chispeantemente de algunas de las mejores directoras, hay más: Humanoides del abismo (1980), de Barbara Peters, hombres peces mutantes violadores (como suena); Fonda sangrienta (1987) de Jackie Kong, remake del clásico Blood Feast repleto de gore y risas, con mucha carne en el asador (literalmente); Desnuda para matar (1987) de Katt Shea, un psychothriller delicioso y demencial en el mundo de las strippers, por una directora a rescatar urgentemente; El cementerio viviente (1989) de Mary Lambert, una de las mejores adaptaciones de Stephen King tenía que dirigirla una mujer; Buffy, la cazavampiros (1992) de Fran Rubel Kuzui, el nacimiento de un mito fundacional del terror moderno femenino y universal; Ravenous (1999) de Antonia Bird, uno de los más inteligentes y políticos wésterns de terror (o Weird Westerns); American Psycho (2000) de Mary Harron, la mejor adaptación de Bret Easton Ellis tenía que dirigirla una mujer; American Mary (2012) de las hermanas Soska, su revelación, sátira cruelmente divertida del mundo de la modificación corporal y el capitalismo; Una chica vuelve a casa sola de noche (2014), de Ana Lily Amirpour, una vampira justiciera y un rebelde sin causa, en una sofisticada fantasía oscura en parsi, que descubrió a una de las grandes del género actual; The Sacrifice Game (2023), segundo largo de Jenn Wexler, nueva reina del slasher, con mirada retro y actual al tiempo… Pero basta: habrá más Noches de Halloween, más noches de miedo y chicas. Porque también el terror es poder femenino. Por cierto, si en lugar de quedarse en casa entre pijamas, pizzas y cintas de vídeo, prefieren ir al cine, es el momento de Anatema (2024), debut en el género de la española Jimina Sabadú. Promete.

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