En los últimos años, ha surgido una tendencia en el cine español a explorar la maternidad desde diversas perspectivas y con una mirada distinta a como se ha hecho hasta ahora: en Cinco lobitos (2022), Alauda Ruiz de Azúa hablaba de la dificultad de conciliar maternidad, trabajo precario y cuidado familiar; La maternal (2022) relata la historia de una joven de 14 años que se queda embarazada; en Les encantats conocemos una ruptura sentimental y las consecuencias de la custodia compartida de una hija. Ama, Mamífera, Los días que vendrán, Girasoles silvestres o Los pequeños amores son otros títulos que abordan este tema.
La cineasta argentina Dolores Fonzi recoge el guante y se estrena como directora con una comedia sin tapujos ni complejos, desde una mirada libre, valiente y con mucha personalidad, una historia que desafía los estereotipos familiares y replantea cómo nos vinculamos en el seno familiar. El largometraje Blondi ganó el premio al mejor elenco en el BAFICI, Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente.
Blondi es la mamá de Mirko (interpretado por Toto Rovito, al que ya vimos en Argentina 1985 y La sociedad de la nieve), y son tal para cual. Les encanta vivir juntos, escuchan la misma música, ven las mismas películas, les gusta fumar porros, ir a conciertos, tener los mismos amigos, todo es perfecto entre ellos… pero, aunque parecen casi de la misma edad, son madre e hijo.
La hasta entonces conocida por sus trabajos como actriz Dolores Fonzi (La cordillera y Distancia de rescate) comenzó a escribir el guion de Blondi en 2017 con la directora Laura Paredes, también actriz y guionista de títulos recientes como Trenque Lauquen (guion y reparto), Los delincuentes y Argentina 1985 (reparto), y no fue hasta después de la pandemia y tras un largo proceso cuando se animó a dirigir la película.
Horizontalidad
Aunque la película se comprende en el género de la comedia, donde se tiende a exagerar los chistes, lo cierto es que la cineasta argentina busca “des-solemnizar” ser madre, ser padre. Fonzi nos presenta a una madre que es feliz porque hace lo que quiere; su felicidad es sencilla: estar con su hijo y fumar marihuana. Blondi cultiva marihuana en su casa y fuma porros con su hijo, come pizza con él y viste como él. En este sentido, Fonzi aclara que su intención es dar una dimensión espontánea a la figura materna: “Que uno como madre o padre tiene un buen día o un mal día y eso hace hijos o hijas que se frustran menos con la perfección y con la obligación de ser de una manera”.
Fonzi ha querido hacer de su primer largometraje un canto al acercamiento y la comprensión entre generaciones: “Hay algo en la película que también acerca a las generaciones. Es verdad que hay un momento en la vida en el que mi abuela seguramente era de una manera, mi mamá de otra y yo intento ser de otra, y siempre igual; uno como guía tiene que estar acompañando. Pero después ahí en la horizontalidad encuentras más… Cuando es una cosa más auténtica, más real, más sin caretas, sin tener que ser de una manera, empieza a suceder que te relacionas con la persona como persona”.
Maternidad colectiva
Blondi no se empodera sola, porque “nadie se salva solo”, asegura Dolores Fonzi, quien ha querido captar esa belleza en la solidaridad y la sororidad en la familia para criar a los hijos. “Con la película decían que ‘muestra las nuevas maternidades’. No, no son nuevas, o sea desde que el mundo es mundo, las mujeres maternan en grupos de contención de otras mujeres; la madre, la abuela, la tía, todos criando a los mismos hijos de todos… Eso es la película, o sea, la abuela, la madre, la hermana, no importa de quién es el hijo que haya que criar, el amor está ahí para quien sea. Y por supuesto también hace un homenaje al 95 % de las personas que crían solas, que en general son mujeres, y eso también ameritaba un chiste”.
El éxito no es la felicidad
“Cómo se es feliz con lo que uno tiene” forma parte de la declaración de intenciones de Fonzi. “Para mí es una película que habla de las libertades individuales”. Explica que “puedes ser una persona a la que le va bien, que tiene una pareja constituida, un trabajo, hijos, una cosa establecida que funciona dentro del sistema, y ser infeliz, y también puedes vivir con dos pesos y ser feliz… No hay una manera preestablecida, el éxito no es la felicidad. Esto es un cliché, pero me parece interesante mostrar a esta persona que es casi irretratable en cine, sin juicios de valor. Es una persona que uno querría tener de amiga”.
“Muchas madres recién madres o amigas con hijos chiquitos, cuando salían del cine, me decían: ‘Ojalá yo sea un poco Blondi’”, relata Dolores Fonzi. “La vida puede ser así también, no es que si no te salió una cosa te va a ir mal, o que si te salió algo vas a ser un genio y te va a ir genial para siempre, no. Es un trabajo constante, y sobre todo, que tiene que ver con la comunicación y el cariño”.
Padre ausente
Hay algo llamativo en esta historia, y es que el padre está completamente ausente. Mirko no ha conocido a su padre y le pregunta a su madre qué pasó con él. Para la directora, es un “logro que la película no tenga un interés romántico”, ni que el personaje (femenino, en este caso) no tenga un interés romántico, pues en el cine “siempre vemos a las mujeres al servicio de un interés romántico”.
Fonzi ha querido homenajear, en este sentido, “a las mujeres”, a sus amigas que tienen malos padres, porque muchas veces hay una ausencia paterna. Sin embargo, aclara que se podría hacer un análisis que podría ser invertido: “Sí podría ser un hombre con una hija adolescente, con un abuelo criando esa hija y un viaje, una despedida. Y la película sería igual de emocionante”.