El estreno de Gladiator II, dirigida por Ridley Scott, ha generado una avalancha de comentarios, tanto por su espectacularidad visual como por las licencias históricas que el director ha tomado sin reparo alguno. Aunque la película se presenta como una épica continuación de la aclamada Gladiator (2000), cualquier conexión con el rigor histórico parece ser pura coincidencia. Por eso, merece la pena desgranar los principales errores históricos y licencias creativas que convierten este filme más en ciencia ficción que en una representación de la Antigua Roma.
Una línea temporal tan confusa como acelerada
Uno de los primeros errores históricos de Gladiator II reside en su cronología. La trama anuncia que transcurre en el año 200 d.C., aproximadamente dos décadas después de los eventos de la primera película. Sin embargo, los emperadores en el poder son Caracalla y Geta, hijos de Septimio Severo, quien gobernó hasta su muerte en el año 211.
Si atendemos a los hechos históricos, Caracalla mató a Geta ese mismo año y gobernó en solitario hasta su propio asesinato en 217. En la película, todos estos acontecimientos parecen ocurrir en cuestión de días, lo que desdibuja cualquier intento de coherencia histórica. Un error muy curioso que podría haberse solucionado cambiando el texto de apertura de la web para hacerlo coincidir con la Historia.
El Coliseo en ‘Gladiator II’: un espectáculo de fantasía
La ambientación del Coliseo es otro de los puntos más criticados por los expertos en Gladiator II. Una de las escenas más comentadas incluye una naumaquia (batalla naval) en el anfiteatro Flavio. Algo que, si bien es mencionado por fuentes históricas como Dion Casio y Suetonio, habría sido prácticamente imposible en el edificio tal como lo conocemos.
Según los arqueólogos Keith Hopkins y Mary Beard, las complejas subestructuras del Coliseo construidas en el reinado de Domiciano (finales del siglo I d.C.) no habrían permitido llenar la arena de agua sin comprometer su estabilidad. La película lleva esta fantasía un paso más allá al introducir tiburones en la escena.
Guerras y gladiadores con vestuario fuera de época
En un momento de Gladiator II, una batalla naval en el norte de África muestra a soldados romanos con armaduras propias de la Segunda Guerra Púnica (siglo III a.C.), como cotas de malla y cascos Montefortino. Este anacronismo resulta desconcertante, ya que estas piezas estaban en desuso cientos de años antes de los eventos narrados en la película.
Por su parte, las luchas de gladiadores repiten los errores de la primera entrega, como los famosos gestos de pulgares arriba o abajo que nunca existieron en la Antigua Roma. Además, se suman escenas completamente inverosímiles, como gladiadores cabalgando rinocerontes, un recurso que sacrifica cualquier intento de autenticidad en favor del espectáculo.
Senadores modernos y mujeres irreales
Otra de las críticas más repetidas a Gladiator II apunta a la representación de los senadores romanos leyendo periódicos en lo que parece un café contemporáneo. Este tipo de escenas alimenta el imaginario popular de una Roma que nunca existió. Un lugar inexistente donde se proyectan nuestras fantasías modernas.
Por otro lado, también se ha criticado la representación de las mujeres, quienes aparecen desveladas, con peinados y escotes más propios de un desfile de moda contemporáneo que de la realidad romana. Esta visión responde más a un ideal estético actual que a un retrato histórico fiel. Y se suma a la lista de errores históricos tan grotescos como una inscripción en inglés, en lugar de latín.