Karla Sofía Gascón ha sido puesta en la nevera por Netflix ante la magnitud de la polémica que ruge a su alrededor. La plataforma encargada de distribuir el filme Emilia Perez nominado a 13 Oscars, quiere que los votantes se olviden, y de prisa, del incendio originado por unos tweets antiguos de la actriz protagonista.
Cuando Gascón recibió su nominación a mejor actriz en un papel protagónico por su trabajo en la película de Netflix Emilia Pérez se convirtió no solo en la primera persona transgénero en ser nominada para un premio de actuación, sino también en la favorita. Con 13 nominaciones, incluyendo película, largometraje internacional y director, la cinta ha recibido más nominaciones que cualquier otra película este año.
“Me quieren cancelar, pregunto a los expertos y a la prensa ¿qué debo hacer?” Pregunta, casi como súplica, Karla Sofia en un último intento por salvar su voz. Resulta que Gascón no es el modelo de política progresista y representación aspiracional que Netflix y muchos miembros de la academia asumieron que sería. Los tuits, por los que ha pedido perdón, han abierto una brecha en la campaña de promoción de la película y Netflix ha decidido no financiar sus viajes a Estados Unidos, ni su estilismo, ni su estancia en el país. Sin duda, son abiertamente contrarios a la diversidad que ellos enarbolan trastocando una campaña donde desaparece Gascón hasta de los carteles promocionales y anuncios en revistas especializadas dedicados a todos los nominados a Emilia Pérez.
Juzgada, condenada y sin defensa
Rápidamente se disculpó por los tweets en cuestión y negó haber escrito uno que criticara por completo a su coprotagonista Selena Gomez, diciendo, entre otras cosas, que en el pasado había usado las redes sociales como “un diario”, que sus puntos de vista sobre los musulmanes han evolucionado, que los sentimientos habían sido mal caracterizados o sacados de contexto, y que lamenta cualquier dolor que sus palabras puedan haber causado. También insinuó repetidamente que la aparición de los tweets era parte de una campaña de difamación.
Su reciente entrevista con CNN en Español fue por turnos arrepentida, combativa y autocompasiva. “Creo que he sido juzgada. He sido condenado, sacrificado, crucificado y apedreado sin juicio y sin opción de defenderme”. Desde esa entrevista, que no fue autorizada por Netflix, la plataforma supuestamente cerró la campaña de premios de Gascón.
Según Hollywood Reporter, ya no asistirá a los premios AFI (American Film Institute), ni a los Critics Choice Awards, ni a los Producers Guild Awards, en los que tenía previsto ser presentadora, ni al Festival de Cine de Santa Bárbara. “Hoy más que nunca quiero agradecer a quienes han reconocido mi trabajo, a los Festivales que han celebrado nuestra película, y a cada persona que ha sido parte de este viaje. A mi equipo, mis compañeras, al extraordinario Jaqués Audiard, nuestra productora, la prensa y, sobre todo, a quienes han apoyado y comprendido mi proceso”.
El borrado que no se produjo
La pregunta obvia es por qué Netflix, con su extenso equipo de publicistas dedicados a los premios, su conocimiento de las redes sociales y su presupuesto, no se ocupó de los tweets de Gascón mucho antes de que comenzara la carrera por el Oscar. Borrándolos. Y la respuesta parece ser que no lo creían necesario. Que, como mujer trans, Gascón, como ha dicho desde entonces, comprenda las dificultades que enfrentan las minorías y no se esfuerce por exacerbarlas.
Pero ser trans es una cuestión de identidad personal, no un sistema de creencias políticas; luchar por el propio derecho a vivir una vida auténtica no se traduce automáticamente en un conjunto más amplio de creencias u otro. Asumir que las mujeres y los hombres trans son monolíticos en sus puntos de vista, o incapaces de tener creencias intolerantes, es absurdo. Karla Sofía Gascón es una persona, no una plantilla política. “En estos días he pasado por una montaña rusa de emociones. He sido transparente porque no tengo nada que esconder. Me sentí perdida en mi transición. Pero hoy, por fin sé quien soy” escribió la actriz en sus redes.
Le guste a Netflix o no, Ella y Emilia Pérez van de la mano en la carrera por el Oscar rompiendo la primera línea de la guerra cultural, donde no hay solo divisiones sobre género también existe la batalla contra todo un país que no acepta su estereotipo de país corrupto entregado al narcotráfico.
Emilia Pérez es la mejor película del año, pese a Variety, al Hollywood Reporter o al dueño que ambas revistas comparten. En este juego de poder que supone ganar una estatuilla, Karla Sofia Gascon ha sido víctima de sí misma y de la guerra cultural.
No sorprende que ahora mucha gente se frote las manos discutiendo quién se “beneficiará” si Emilia Pérez’pierde su lugar como favorito, lo cual es comprensible pero desafortunado. “Solamente busco la libertad de existir sin miedo, de crear arte sin barreras y de seguir adelante con mi nueva vida. Me quieren aplicar el ‘cancel culture’”. A Karla se la juzga por mensajes en el vacío de una red social, cuando debería ser juzgada por su trabajo. Son ese público perfecto de las redes sociales, esos bots manufacturados, que le tiran piedras desde las redes sociales quienes han puesto a temblar al poderoso Netflix.