Una noche de noviembre, alojada en el Gran Hotel de Zaragoza, desperté con un ataque irreductible de hamburguesa. Una hora dando vueltas y busco en google maps un McDonalds abierto.
Resuelta, me pongo los zapatos, me envuelvo (en camisón) con mi complaciente abrigo de cashmere, como lo haría “Piel de asno”, y me arrojo a las calles lluviosas.
¡Qué gusto no ser reina ni presidenta cuando una tiene una ocurrencia extravagante que está decidida a satisfacer! ¡Qué alegría no ser nadie! ¡Ser una chica, una sombra!
A la media hora estoy de vuelta en “casa” con una bolsa humeante y prometedora de junkfood; me siento junto a la ventana en penumbra, contemplando los edificios monumentales, extraños, de otra ciudad; coloco el antojo ante mis cara y recuerdo que me he hecho mayor…. Y que ya no me gusta esa clase de comida y que no me apetece nada de nada…Vuelvo a la cama.
Al día siguiente, me levanté, abrí la bolsa y le di un mordisco a la hamburguesa (frío y turgente, como un cadáver) antes de tirarla.
Cita con tus hijes: Insisto, hay que meterles el buen cine por la vena safena, quieran o no. Catherine Deneuve ha tenido una relación compleja con el feminismo moderno. En 2018, fue una de las firmantes de una carta en Le Monde en la que defendía la libertad de seducir y cuestionaba ciertos aspectos del movimiento #MeToo, argumentando que algunas de sus expresiones podían llevar a una “caza de brujas” y al “puritanismo”. La leyenda francesa, es, en efecto, una mujer compleja y poco manejable, al igual que algunas de sus protagonistas inmortales, como Belle de Jour o La sirena del Mississippi, que exploran temas de sexualidad, poder y deseo femenino. Su carrera y su defensa de la libertad han contribuido a la discusión sobre la autonomía femenina y las expectativas impuestas a las mujeres desde todas partes. Nunca podremos dejar de celebrar a Geneviève en Los paraguas de Cherburgo, y ese amor trágico, musical y colorido de Jacques Demy; es inolvidable junto a su hermana en Las señoritas de Rochefort. En Repulsión, su filme más oscuro, interpretó a Carol, una mujer atrapada en un apartamento y un brote psicótico. Mi favorita (porque es mi cuento favorito) es Piel de asno (1970), dirigida también por Demy, es una adaptación del cuento de Perrault. La historia sigue a una princesa que se ve obligada a huir de su reino disfrazada bajo la piel de un asno, para escapar de los deseos de su propio padre de casarse con ella. La película (indiscutible, poética y sofisticada) combina música de Michel Legrand con una estética extravagante, onírica y encantadora, aunque con un tono cínico y absurdo, cuestiona las convenciones de los cuentos de hadas tradicionales y en general, yo diría que lo cuestiona todo.
Cita con tu lover: ¿Y qué mejor que acudir con tu amante al epicentro de la pasión racial encarnada en Remedios Amaya? Recordemos como llegó (y se estrelló) contra Eurovisión en 1983 como un vendaval de impudicia y desafío: descalza, esa voz de tormenta y quejío, Remedios lanzó su "¿Quién maneja mi barca?" en un escenario que no estaba preparado. La respuesta fue brutal, gritos, improperios; ni un solo punto, ni una pizca de reconocimiento. Aquella noche, con su "cero", la prensa no tuvo piedad: la tacharon de exótica, de ajena, de "no europeísta". Y aún así, Remedios, lejos de retirarse, se mantuvo firme. Su barca (esa canción es una genialidad, y la letra altísima poesía revísenla, hermanas) siguió navegando, y hoy su nombre resuena con fuerza. En el Café Berlín, el 29 de noviembre, tendremos ocasión de aplaudir a esta estrella hasta sangrar.
Cita con tu BFF: Todas debemos ver La Sustancia (2024); lo interesante de esta peli es que habla de la adicción o esclavitud de la mujer al antiaging y Demi Moore (que es la mujer más customizada de la tierra) es la protagonista. Una meta-crítica con moraleja dirigida por Coralie Fargeat que aborda el tema de la obsesión por la juventud y los estándares de belleza desde una perspectiva de horror corporal y sátira social. La valiente Moore interpreta a Elizabeth Sparkle, una ex-celebridad que, para recuperar su estatus y belleza, recurre a una droga de mercado negro que crea una versión rejuvenecida de sí misma. La película explora las presiones extremas sobre las mujeres, planteando preguntas sobre identidad y autoaceptación en un sistema que valora la apariencia por encima de todo. La cinta emplea elementos visuales impactantes, incluyendo efectos especiales grotescos, para reflejar el sacrificio y dolor que conlleva cumplir con estos ideales, mientras ofrece una crítica al sistema patriarcal y consumista de la industria del entretenimiento. Una reflexión sobre el envejecimiento y la alienación, el autodesprecio y el deseo de aprobación.