El actor Donald Sutherland, cuya capacidad para encantar e inquietar quedó ampliamente demostrada en decenas de papeles cinematográficos tan diversos como un tranquilo cirujano de campo de batalla en M*A*S*H, un despiadado espía nazi en El ojo de la aguja, un padre conmovedor en Gente corriente y un fascista pavoneándose en 1900, ha muerto. Tenía 88 años.
Su hijo Kiefer Sutherland anunció su muerte en las redes sociales. No dijo dónde ni cuándo murió Sutherland ni especificó la causa.
With a heavy heart, I tell you that my father, Donald Sutherland, has passed away. I personally think one of the most important actors in the history of film. Never daunted by a role, good, bad or ugly. He loved what he did and did what he loved, and one can never ask for more… pic.twitter.com/3EdJB03KKT
— Kiefer Sutherland (@RealKiefer) June 20, 2024
Sutherland no encarnaba el estereotipo de un rompecorazones cinematográfico, pero sí el de alguien muy genuino gracias a su rostro alargado, sus ojos caídos, sus orejas prominentes y su sonrisa lobezna. A menudo recordaba la anécdota de su infancia en el este de Canadá junto a su madre, a quien le preguntó si era guapo y le respondió: “No, pero tu cara tiene mucho carácter”. En otra ocasión explicó que un productor lo rechazó para un papel en una película con este argumento: “Este papel requiere un tipo de vecino. No parece que tú hayas vivido al lado de nadie”.
A lo largo de seis décadas, a partir de principios de la década de 1960, apareció en casi 200 películas y programas de televisión. Hubo años en que participó en hasta media docena de películas. Su habilidad camaleónica para ser entrañable en un papel, amenazador en otro y simplemente extraño en un tercero atrajo a grandes directores como Federico Fellini, Robert Altman, Bernardo Bertolucci y Oliver Stone.