El cowboy, ese poderoso símbolo de la mitología estadounidense arraigado en la historia del Oeste americano, vuelve a estar de moda. Inicialmente considerado rudo e incivilizado, el cowboy se ha transformado en ícono de un estilo de vida independiente. Su influencia en la identidad estadounidense surge de los vastos paisajes del Oeste americano, pero se graba en la conciencia colectiva gracias al arquetipo creado por la cultura.
El género western, al menos en su forma actual en la pantalla, dista mucho de ser lo que fue en su día, gracias a la nueva serie 1923 descubrimos como Taylor Sheridan es capaz de crear un universo único que se parece muy poco a las películas de John Wayne. Más que una serie de transición entre 1883 y Yellowstone, 1923 es consciente de que el mítico Oeste estadounidense puede explorarse desde otros ángulos. Sus protagonistas son la actriz británica Helen Mirren y Harrison Ford, los cuales se reúnen 30 años después de formar un matrimonio en la cinta La Costa de los Mosquitos para volver a casarse en la ficción interpretando al matrimonio formado por Jacob y Cara Dutton.
A través de los ojos de estos dos veteranos protagonistas, presenciamos la desaparición de su cultura mientras ambos luchan por el mundo que una vez conocieron. 1923 condena la percepción del Oeste demostrando que en aquella época también hubo oscuridad y da espacio a otros subgéneros como la presencia de la mujer en el oeste. “Si hay algo que admiro de Cara es su compañerismo. Las mujeres siempre deben aspirar a ser compañeras en el matrimonio, una compañera igualitaria. Y eso es lo que intentamos mostrar en 1923. Obviamente, Harrison me ayuda, porque sin el actor con el que interpretas, sin su actitud, sería imposible. Creo que él ve a las mujeres como compañeras. Cuando estás en un entorno tan difícil, cuando te encuentras luchando contra la naturaleza como lo hacen estas personas y luchas contra la muerte, porque la muerte es una parte muy presente de sus vidas, te vuelves mejor compañero. Las circunstancias te obligan a funcionar como una pareja. En este caso, Cara y Jacob son compañeros iguales” explica Mirren.
Los westerns han experimentado un renacimiento, en gran medida gracias a las series de Taylor Sheridan: Yellowstone, 1923, 1883, y otras como Landman, o Lawmen: Bass Reeves. El género es una sombra de lo que fue cuando dominó Hollywood, pero es evidente que en el contexto social actual el cowboy vuelve a representar el espíritu del momento. El cowboy es un símbolo cultural que explora los orígenes, la mitología, la influencia, la representación de los valores y la libertad individualista estadounidenses. Con un presidente obsesionado en proclamar la grandeza de Estados Unidos, no extraña el resurgir del arquetipo.
Los vaqueros son el espíritu pionero estadounidense que celebra las virtudes de la autosuficiencia y la búsqueda de nuevas fronteras. Quizás nadie reconoce esto mejor que Harrison Ford, un actor que creció en la época dorada del western. Sin embargo, no fue la nostalgia lo que le atrajo a 1923. “Me encanta su visceralidad, la naturaleza física de la narrativa. Me gusta rodar en plena naturaleza y no en un hangar. Es cine a la antigua”. En realidad, Ford decidió rodar 1923 cuando supo que Mirren había firmado para la serie. “Cuando Sheridan me dijo que ella había firmado, decidí participar yo también. Admiro mucho a Mirren desde que trabajamos juntos hace 30 años. Hemos mantenido en contacto a lo largo de los años, pero no habíamos vuelto a trabajar en un proyecto juntos”.
Las armas y la violencia también son esenciales para sobrevivir en 1923, donde Mirren, como la férrea matriarca de la familia Dutton, se ve obligada a disparar contra su voluntad. La actriz admite tener sentimientos encontrados sobre las armas en la pantalla. “Siempre es difícil. Por un lado debes contar la historia con veracidad y por otro no quieres hacer proselitismo sobre el uso de las armas”. De todos modos, poco hubiera podido cambiar Mirren a tenor del cuidado que Taylor Sheridan imprime a sus guiones. El prolífico guionista y director es conocido por adoptar un enfoque férreo con sus actores; hasta el punto que se dice que un choque de egos fue la causa de la amarga salida de Kevin Costner de la serie ‘Yellowstone’ el año pasado.
Si vas a participar en un western de Taylor Sheridan, hay una tarea imprescindible: un campamento de cowboys. El elenco de 1923 tuvo que afrontar el proceso de aprender a vivir como vaqueros. Para lograr la autenticidad que exige el creador de Yellowstone, cada actor tuvo que asistir a un intenso campamento de dos semanas donde aprendieron a montar, enlazar e incluso trabajar con el ganado: habilidades que sus personajes usarían en la vida real. Como el propio Sheridan explicó. “No ensayo con mis actores. No hay forma de explicarles cómo es este estilo de vida; simplemente hay que hacerlo. Simplemente los saco y los pongo a trabajar”.
El personaje de Mirren, Cara, enfrenta nuevos peligros en la segunda temporada, situaciones que hubiera enfrentado cualquier mujer de la época en Montana: el invierno, la naturaleza y la falta de derechos de las mujeres. “No hay muchas mujeres como ella en pantalla”, dice Mirren. “Pero mujeres como Cara siempre han existido. No es que no existieran, simplemente no se dramatizaban en cine, teatro o televisión. Como parte de mi investigación para 1923, leí biografías de mujeres pioneras. Lo que lograron todas ellas fue extraordinario. Piensa en esas mujeres que cruzaron Estados Unidos a pie para llegar al Oeste. Taylor Sheridan nos muestra de forma brillante a través de sus personajes femeninos la capacidad de acción de las mujeres. No son mujeres que parecen fuertes, son mujeres fuertes que se integran legítima y auténticamente en el mundo en el que viven. Nadie había contado la historia de estas mujeres valientes, fuertes y decididas. Los hombres tienden a sentirse intimidados por las mujeres fuertes e independientes, por eso la misoginia siempre está al acecho. Siempre está escondida. Si la levantas, se arrastra y sale a la luz” explica la actriz.
Jacob y Cara tienen una larga lista de preocupaciones y peligros que afrontar en la segunda temporada de 1923. “Hacer este tipo de trabajo es un viaje a lo desconocido. Me fascina preguntarme adónde irá Cara”. En un mundo en proceso de modernización e industrialización, las hermosas tomas del paisaje de Montana recuerdan a los espectadores de 1923 aquello que debe preservarse. Sheridan nos descubre qué la influencia del vaquero en la identidad estadounidense se extiende más allá del ámbito individual. El vaquero desempeña un papel significativo en la formación de las normas sociales. Su código de honor y el respeto por la tierra son principios arraigados en este mito cuya influencia ha permeado diversos aspectos de la vida, desde cómo los estadounidenses se perciben a sí mismos hasta cómo interactúan con el mundo que los rodea. Esta imagen del vaquero como defensor de su entorno, surge con fuerza en el trato hacia Cara. “Ella vive en un mundo donde las mujeres no tienen derechos. Las mujeres de entonces se consideraban objetos que debían ser cuidados. Ella vive inmersa en ese mundo, pero Sheridan le otorga autonomía dentro de la historia igual que hace con todos sus personajes femeninos” explica la actriz.
El individualismo arquetípico se expresa en el papel de Jacob al oponerse a la modernización, una motivación muy poderosa que resuena hoy en día y permite que una pieza de época como esta se mantenga vigente al cuestionar la identidad cultural de una Norteamérica en transformación. “Cuando veo los triunfos de algunos políticos en todo el mundo pienso si no estamos volviendo a los años 50. Diría que el principal reto es no perder nuestros derechos” afirma Mirren.