Con sus largas piernas, rostro perfecto de reina de las nieves eslava y elegancia natural, Milla Jovovich lleva ya casi tres décadas enamorando, metafórica y literalmente, a millones de fans del cine de acción, fantasía y aventura. Primero como la cándida pero nada indefensa alienígena Leeloo de Sabat en El Quinto Elemento (1997) y después como la atlética y poderosa Alice de la saga de zombis y apocalipsis futurista iniciada por Resident Evil (2002), la actriz de origen ruso-ucraniano ha sabido convertirse en verdadera reina del género, manteniéndose en primera línea de fuego con películas mejor o peor recibidas por la crítica pero, casi siempre, seguidas por el gran público con entusiasmo.
Nacida en 1975 e hija de la actriz rusa Galina Loginova, que la educó en la pasión por las artes escénicas y en el profundo amor por la cultura, la literatura y la música en general y por las de su país de origen en particular, Milla se abrió paso en Hollywood rápidamente, pero no sin esfuerzo, gracias a su belleza clásica y moderna al tiempo tanto como a su talento. Con solo quince años protagonizó Regreso al lago azul (1991), revisión de la añeja aventura exótica y erótica juvenil escrita por Henry De Vere Stacpoole, donde encarnó, nunca mejor dicho, un personaje similar al interpretado antes por Brooke Shields. Como ella, pese a la debacle del filme, escandalizó al mundo entero con sus ingenuas pero nada inocentes escenas de desnudo. Por suerte, pronto superó cualquier prejuicio y encasillamiento dando réplica a un joven Christian Slater en la estupenda comedia de acción Kuffs, poli por casualidad (1992) de Bruce A. Evans.

Poco después se llevaría un disgusto al comprobar que su papel en la comedia juvenil independiente de culto Movida del 76 (1993), de Richard Linklater, había sido notablemente reducido en el montaje final por el director. Un poco harta de Hollywood, decidió tomarse un descanso del cine para centrarse en el modelado —ha sido portada de más de cien revistas, entre ellas Vogue, Cosmopolitan, Elle, Marie Claire o GQ— y en la música. Porque Milla, además de modelo y diseñadora ella misma, es también excelente cantante y compositora. En 1994 lanzaría su debut discográfico: The Divine Comedy, cuyo título hace referencia a la inmortal obra de Dante. Un disco de baladas y canciones inspiradas en el folclore eslavo, con elegante tratamiento pop, que le valió comparaciones positivas con Kate Bush o Tori Amos. Nunca ha abandonado esta faceta de su carrera, contribuyendo a las bandas sonoras de varias películas y trabajando con músicos como Chris Brenner, Danny Lohner de Nine Inch Nails, Maynard James Keenan de Tool o el dúo de música electrónica The Crystal Method. Escuchar a Milla Jovovich no es solo una simple curiosidad, sino disfrutar con la voz y la creatividad de una artista musical de primer orden.

Finalmente, llegaría su consagración con El Quinto Elemento, la loca fantasía de ciencia ficción a la francesa dirigida por Luc Besson, increíble e inesperado éxito. Aunque una vez más la estilizada belleza de Milla sería su baza principal, pocos saben que la actriz contribuyó decisivamente a crear y utilizar el lenguaje alienígena de su personaje, que según confesión propia sigue siendo su favorito, además de interpretar en cuerpo y alma (como hace habitualmente) la mayoría de las escenas de riesgo sin recurrir a dobles de acción. La fascinación de Besson por su estrella iría más allá de lo profesional: director y actriz se casaron en Las Vegas en 1997. El matrimonio duraría casi lo mismo que su colaboración cinematográfica, divorciándose en 1999, el mismo año en el que se estrenaba Juana de Arco, donde Milla volvía a demostrar a las órdenes de Besson que era mucho más que una cara bonita y unas piernas interminables.

Tras trabajar con directores tan prestigiosos como Wim Wenders o Michael Winterbottom y demostrar su talento para la comedia en Zoolander (2001) de Ben Stiller, la actriz encontró de nuevo el vehículo perfecto para su carisma: Resident Evil. Basado en el popular videojuego de apocalipsis zombi del mismo nombre, dirigido por el británico Paul W. S. Anderson, la consagraría como estrella de acción en el papel de Alice, que repetiría a lo largo de todas las entregas de la saga, seis en total. Tiempo durante el cual también comenzaría una relación sentimental con el director, que cristalizó definitivamente con su matrimonio en 2009. Con él sigue casada, ha tenido tres hijas, y continúa colaborando regularmente.

Gracias a Paul W. S. Anderson, Milla Jovovich nos ha regalado la Milady de Winter más espectacular y divertida de la historia del cine, en la incomprendida e irresistible Los tres mosqueteros (2011), versión del clásico de Dumas al filo del steampunk, donde interpreta su papel al más genuino estilo de una superagente secreta digna de las películas de Modesty Blaise o 007. Volvería a trabajar con Anderson en la espectacular Monster Hunter (2020), nueva versión de un videojuego de fantasía, donde da vida a la dura y experta cazadora de monstruos Artemis (nombre de la diosa griega de la caza, por supuesto). Ahora lo hace otra vez en la no menos fantástica y violenta Tierras perdidas, basada en un relato de George R. R. Martin, quien por fortuna ha escrito muchas cosas aparte de las novelas en que se basa la serie Juego de tronos. Aquí, Milla es Gray Alys, poderosa hechicera del futuro postapocalíptico en medio de un desolado mundo mutante, que evoca el spaghetti western más fantástico, atrapada en una lucha por el poder llena de violencia, aventura y giros de guion.

Tierras Perdidas confirma y reafirma el título de “reina de la patada” que le ha sido otorgado a Milla Jovovich por crítica y fans, tras años de películas de acción y ciencia ficción que incluyen también títulos como Ultravioleta (2006), Calibre 45 (2006), Escapada perfecta (2009), Guerra total (2014), Survivor (2015), Future World (2018), Hellboy (2019), The Rookies (2019) o Respira (2024), tanto en papeles de heroína como de villana. Pero eso no debe hacernos olvidar su capacidad para el thriller psicológico en otros como La cuarta fase (2009) o El rostro del asesino (2011); para el drama como en Desvelando la verdad (2017), o para la comedia, como en Dirty Girl (2010), Educando a Bobby (2011) o la rusa Problemas con suerte (2011), amén de rarezas como Paradise Hills (2019) de la española Alice Waddington, por citar algunas.

Quienes quieran disfrutar de una nueva y violenta aventura fantástica con Milla Jovovich repartiendo estopa y poniendo en su sitio a un cachazudo héroe de acción como el musculoso Dave Bautista, podrán hacerlo sin problema con Tierras Perdidas. Pero no por eso dejemos de ver en ella mucho más que una belleza experta en artes marciales y escenas de acción. Basta escuchar cualquier de sus canciones o ver alguna de sus actuaciones musicales en directo, fácilmente localizables en YouTube, para darnos cuenta de que Milla es mucho, pero que mucho más que una reina del mamporro. Toda una artista y actriz, completa y compleja como pocas.