La recién coronada Princesa de Asturias en Comunicación y Humanidades 2024, Marjane Satrapi, ha agradecido el galardón por “su labor por los derechos humanos y la libertad” haciendo gala precisamente de ese espíritu libre en sus declaraciones, cargadas de humildad: “Si yo me convierto en símbolo del diálogo y de la tolerancia, si alguien como yo recibe este premio, es que el mundo debe ir muy mal, porque no soy ni supersimpática, ni supertolerante ni estoy completamente contra la violencia. O sea que si yo recibo este tipo de galardón es que las cosas deben estar muy mal”.
Marcada desde niña por las restricciones de la Revolución Islámica en Irán y el exilio, Marjane Satrapi se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad gracias a Persépolis, un cómic autobiográfico que hizo entender al mundo lo que supuso aquel cambio de régimen desde los ojos de una adolescente. Nacida en la ciudad iraní de Rasht en 1969, tenía 10 años entonces y vivió con perplejidad la llegada del Estado teocrático liderado por el ayatolá Jomeini.
Su familia, acomodada y progresista, la envió en 1984 a estudiar a Viena y aunque al finalizar regresó a Irán para matricularse en Bellas Artes, pronto decidió marcharse a París, donde reside desde entonces. Sin embargo, no se olvida de su país de origen: “Este premio sirve para seguir denunciando lo que ocurre en Irán, sobre todo en el momento actual. Hoy más que nunca es necesario hablar. Las palabras no son más que palabras, pero no hay ninguna acción o combate en el mundo que se haga sin la palabra”, ha explicado en una rueda de prensa posterior al anuncio del premio.
Contra Borrell
Marjane Satrapi también ha criticado a Josep Borrell, alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, que señaló en su día que era necesario un fallo judicial para declarar a los guardianes de la revolución en Irán como organización terrorista. “El impacto real de este premio llegará el día en que se reconozca este Estado como un Estado terrorista. Borrell dice que no. Pero Irán está llevando a cabo cinco guerras en Irak, Líbano o Siria… Estos grupos terroristas que actúan allí no funcionarían sin la ayuda de Irán. ¿Qué pruebas más necesita para declararlos terroristas?”, ha condenado, para añadir después: “Si lo tuviera delante le daría un bofetón porque no lo está haciendo bien”.
Aunque salió de Irán para no volver, la historietista reconoce que lo que ha sucedido en los últimos años en su país la han hecho cambiar de idea, especialmente la revolución posterior a la muerte de Mahsa Amini a manos del régimen hizo que pensara en la posibilidad ya olvidada de algún día volver a su país. “La situación incluso se ha agravado en los últimos tiempos”, explica Marjane Satrapi. “Estamos en una dictadura todavía más violenta. El 85 % de la población iraní quiere un régimen democrático y secular y esto supone un problema para los guardianes del poder. Irán es un país muy rico, pero el 68 % de la población vive bajo el umbral de la pobreza”.
Su objetivo último es combatir el fanatismo religioso. “Hay pocas diferencias entre un cristiano fanático, un judío fanático y un musulmán fanático. El gran problema de las religiones en el mundo es que impiden a la gente hablar y reflexionar. La religión da respuestas en vez de formular preguntas. Cuando se mezclan el Estado, la religión y el fanatismo, los resultados son nefastos. Vosotros conocéis la Inquisición, ¿acaso fue un capítulo genial del cristianismo?” , ha inquirido.
Y aunque se declara feminista militante, no está vinculada a ninguna asociación para poder mantener su independencia. Preguntada por su impacto en niñas y mujeres de todo el mundo, la autora se declara “contenta de que haya obras con las que se identifiquen y que no les enseñen solo a ser monas, amables y guapas”. Se considera “muy feminista” porque cree que “el cerebro de una mujer funciona exactamente como el de un hombre”, y considera que hay que “combatir el patriarcado porque va en contra de la libertad”. Al mismo tiempo ha criticado cierta idea de feminismo que considera a las mujeres mejores que los hombres. “Una mujer puede ser tan cínica, violenta y manipuladora como cualquier ser humano”.
“La revolución feminista solo puede llegar a alguna parte si se cuenta con las mujeres. El año pasado se ejecutaron a más de 800 personas. Cuando la mitad de la sociedad no tiene sus derechos, entonces nadie los tiene”, ha continuado. “El Irán de mañana es el Irán de las mujeres, y apoyadas por los hombres. Yo no estoy en guerra contra los hombres, sino contra la cultura patriarcal. En una familia patriarcal el padre es el que tiene la última palabra, y por eso un dictador estima que es el padre de la nación y que tiene la última palabra. Por eso, creo la cultura patriarcal es la base de la dictadura”.
Hitos de una carrera
En París, fue un amigo dibujante y guionista quien la animó a narrar sus vivencias en Irán y el resultado fueron los cuatro tomos de Persépolis (2000-2003) que la catapultaron a la fama.
En 2003 publicó Bordados, una nueva novela gráfica sobre las mujeres iraníes que fue nominada al premio al mejor álbum en el Festival del Cómic de Angulema. No ganó, pero sí lo hizo en 2006 con su siguiente obra, Pollo con ciruelas, centrada en los últimos días de vida de un pariente suyo durante el reinado del sha de Persia.
Cuando le ofrecieron codirigir, junto a Vincent Paroinnaud, la adaptación al cine de Persépolis (2007), Satrapi descubrió un medio de expresión que la llenaba aún más que dibujar, por su capacidad para generar empatía y por el trabajo en equipo. “Soy una persona muy solitaria y si no trabajo con otra gente no vería a nadie, es mi manera de tener una vida social”, ha confesado.
La película obtuvo el premio del jurado en el Festival de Cannes y estuvo nominada al Oscar a mejor película de animación. Cuatro años después dirigió la adaptación de Pollo con ciruelas a la que siguieron La bande des jotes (2012), The voices (2014) y Madame Curie (2020), un biopic sobre una científica a la que siempre admiró.