María Dueñas: “Hay demasiadas historias por rescatar del pasado”

La escritora María Dueñas recompone la memoria de la Orán española del siglo XX y la saca del olvido

María Dueñas y Por si un día volvemos - Cultura
María Dueñas sostiene su nueva novela, 'Por si un día volvemos', con una sonrisa en el rostro Editorial Planeta/ Javier Ocaña

Decía Inio Asano que las personas nos hacemos mayores a pesar de albergar en todo momento la sensación de que estamos armando un puzle al que le faltan piezas. María Dueñas lleva desde 2009 ―desde mucho antes, si atendemos a su trayectoria profesional― recogiendo pedazos de la historia que han ido perdiéndose en el tiempo y construyendo con ellos puzles que terminan transformándose en novelas.

Su último puzle lleva por título Por si un día volvemos y narra las aventuras, desventuras, éxitos y desgracias de Cecilia Belmonte, una jovencita miserable de la España profunda que se ve obligada a huir hasta Orán y se convierte en una heroica superviviente a lo largo de tres décadas convulsas, una más entre los miles de pieds-noir de la época a los que la autora de El tiempo entre costuras ha dado voz tras una compleja documentación que la ha llevado a surcar el Mediterráneo en busca de respuestas, tal vez también para sí misma, obsesionada como está con el pasado.

«He empezado a escribir dos novelas en el presente y las he dejado a la mitad las dos», admite María Dueñas entre risas. Remueve un café solo largo con calma y sonríe ante el recuerdo. «Las empecé a escribir con ganas, pero siempre se me ha cruzado una historia del pasado que me ha interesado más. El presente, al tenerlo tan en primera persona…». Ella no lo dice, pero lo entiendo: el presente no le resulta tan estimulante porque convive con él, porque no puede recrearlo, porque no puede reconstruir el puzle, y el pasado sin embargo le deja las piezas sobre la mesa y le plantea ese reto necesario para lanzarse de nuevo a la aventura literaria.

«Siempre he creído que hay demasiadas historias por rescatar del pasado», dice. «Son etapas de las que va quedando ya muy poca memoria viva. Vamos perdiendo gran parte de la riqueza testimonial. Aunque lo que yo escribo es ficción, me gusta que el trasfondo que hay detrás tenga el mayor rigor posible. Por eso es tan importante la documentación, y una parte de la documentación son los testimonios».

Documentación de Por si un día volvemos (María Dueñas) - Cultura

Fotografía de una parte de la documentación de ‘Por si un día volvemos’, lo nuevo de María Dueñas

En esta ocasión, entre un océano de archivos, documentos, textos, periódicos y publicaciones de la época, libros y ensayos sobre los pieds-noir que protagonizan Por si un día volvemos, María Dueñas ha encontrado el testimonio de Carlos Galiana, Eliane Ortega y José Torroja, todos ellos descendientes de españoles y galos de Orán, cuyas familias ―y ellos mismos― vivieron largo tiempo en la Argelia francesa que la autora ha recreado a partir de sus vivencias y recuerdos, de las vivencias y los recuerdos de todos los metropolitanos ―así los llamaban en Orán― que dieron forma a la ciudad.

Una vez más, María Dueñas ha puesto el foco en acontecimientos históricos desaparecidos durante décadas, dando voz a los que no tienen voz, recuperando el pasado para deshacer el olvido. Pero, ¿por qué se habla tan poco de la historia de los pieds-noir? ¿Por qué se habla tan poco de todos esos españoles emigrantes que dejaron atrás sus vidas, sus mundos, para buscarse la vida en otro lugar?

«Tenemos relativamente claro que hemos sido un país de inmigrantes, pero no es tanta la literatura que hay escrita sobre la emigración», reflexiona María Dueñas. «Hay cosas interesantes, y cada vez que hay algo gusta mucho. Interés hay, y reconocimiento también. Pero no es una literatura muy abundante. No sé por qué, pero ojalá hubiera más. Yo estaría encantada».

María Dueñas y el puzle de la vida en 'Por si un día volvemos'

María Dueñas en la presentación de su nueva novela, ‘Por si un día volvemos’ | Editorial Planeta/ Javier Ocaña

Al preguntarle sobre si es una cuestión de querer olvidar, de barrer debajo de la alfombra, de apartarlo de nuestra vida y de nuestra memoria como si no hubiese existido, María Dueñas niega con la cabeza. «No sé si es querer olvidar», duda. «La guerra civil fue muy triste y dolorosa y se ha escrito mucho sobre ella. No sé si es olvido o desinterés, falta de atractivo. Ignoro por completo por qué no se ha escrito más sobre nuestros momentos y lugares de emigración. Es un material, además, muy narrativo. Está lleno de emociones, peripecias, aventuras, desventuras. Tiene muchas posibilidades, y si sirve para recuperar estos capítulos perdidos en la Historia, me alegro de poder contribuir».

Teniendo en cuenta que la vida de los pieds-noir se expone sin contemplaciones y con todo lujo de detalles en Por si un día volvemos, y atendiendo al hecho de que aún quedan supervivientes o descendientes de exiliados franceses y españoles que vivieron en Orán durante los últimos compases de la ocupación gala en tierras argelinas, cabe preguntarse cómo acogerán ellos, esos protagonistas anónimos de la historia y sus familias, el lanzamiento de la novela con la que volverán al espacio de su infancia.

«La recibirán bien los vinculados a esa comunidad, a los pieds-noir de origen español, e incluso la comunidad no española», asegura María Dueñas. «O, por lo menos, con curiosidad y con ganas de leerla. No sé después cuál será su percepción. Aunque es cierto que no es una novedad, se ha escrito mucho sobre esto en Francia. Hay mucha investigación académica, no va a ser una sorpresa para ellos. La única novedad es que se ha tratado desde la perspectiva española».

Una de esas pieds-noir españolas que sobreviven en Orán desde finales de los años 20 y hasta la revolución argelina que termina con la ocupación francesa es Cecilia Belmonte, la protagonista de Por si un día volvemos, otra de esas mujeres fuertes y empoderadas, supervivientes y emprendedoras, aventureras, valientes, sufridoras, luchadoras, que permean la obra de María Dueñas y que en las páginas de esta novela lleva al lector de la mano gracias a una primera persona que desborda transparencia y honestidad, y que le imprime a la historia un carácter y una dimensión íntimos.

Orán (Argelia francesa) - Cultura

Una antigua fotografía de Orán durante su época francesa | Archivo

«Tenía claro que quería a una mujer sola», afirma María Dueñas con contundencia, y no puede evitar sonreír ante el recuerdo del nacimiento de Cecilia Belmonte en su imaginación, la manera en que le dio vida a partir del testimonio de aquellos exiliados, de esas historias anónimas que mueven el mundo de formas silenciosas, inadvertidas, pero tangibles. «Casi siempre, en todas mis novelas, las protagonistas tienen una gran burbuja que las mantiene, que las arropa, les despoja de su soledad. Con Cecilia, quería que viésemos esa sensación, que no tiene dueño, que es responsable de su vida».

Resulta paradójico que una novela de más de 500 páginas y escrita en primera persona cuente con una narradora de la que no conocemos su verdadero nombre, la identidad que se esconde detrás de las mil caras que Cecilia Belmonte se ve obligada a adquirir para no ahogarse en la marea de Orán, en una especie de homenaje involuntario a Daphne Du Maurier y ese misterio detrás de la voz de Rebeca.

«Carecer de nombre no le da ni le resta, porque no le despoja de su identidad, que es la que ella misma asume», explica María Dueñas sobre Cecilia Belmonte. En la voz se le nota la emoción de poder hablar y reflexionar, tal vez, sobre uno de los conceptos más interesantes de la novela, esa búsqueda de quiénes somos cuando lo que conocíamos queda atrás, cuando se nos despoja de suelo firme y todo cae a nuestro alrededor. «Esa ruptura tajante con su pasado al principio del libro la lleva a olvidar su propia identidad. Lo deja atrás todo y, por el camino, se le pierde el nombre».

Pero, ¿y qué hay sobre la identidad de María Dueñas? ¿Qué ha cambiado desde la publicación de El tiempo entre costuras, desde la llegada del éxito y la fama, el fenómeno editorial? ¿Qué ha pasado para llegar hasta Por si un día volvemos? «Me veo dieciséis arrugas más en cada ojo», bromea, aunque rápidamente se pone muy seria: «Pero a la hora de escribir me siento como en El tiempo entre costuras».

«Me vuelco en cada novela como si fuese la primera», continúa. «No doy nada por ganado ni nada por conseguido. Me vuelvo a dejar la piel con sumo gusto cuando empiezo a trabajar desde cero, desde el principio, con las mismas ganas y sin pensar en los condicionamientos». Entonces, ¿no pesan el nombre y el apellido después de convertirse en una de las autoras más vendidas de España y haber arrasado en medio mundo? «No me planteo lo de ser la ‘número 1’, si les va a gustar o no a los lectores, qué van a pensar los periodistas y críticos», se sincera. «Prefiero que cada novela sea un lienzo en blanco».

Uno de los elementos narrativos más atractivos de Por si un día volvemos es su ritmo frenético y vertiginoso, con capítulos de apenas una, dos, tres páginas como mucho. Como si María Dueñas hubiese querido representar el vértigo de los cambios tan rápidos y bruscos que padeció el mundo durante las tres décadas en las que se contextualiza la novela. Un ritmo, por otro lado, muy cinematográfico, muy audiovisual.

María Dueñas - Cultura

María Dueñas en la presentación de su nueva novela, ‘Por si un día volvemos’ | Editorial Planeta/ Javier Ocaña

Cuando le pregunto a María Dueñas sobre la influencia del audiovisual a la hora de escribir y narrar, de dar forma a la novela, ella tuerce el gesto. No lo niega, pero tampoco lo afirma. «Soy consumidora, como lo somos todos, y eso sí que nos afecta a la hora de escribir, de vivir, de consumir historias», argumenta la autora de Por si un día volvemos. «Esa inmediatez, esa velocidad… también es propia del mundo que tenemos». Entonces, niega con la cabeza y añade: «Pero no, no tengo en mente las series cuando escribo, aunque quizá, de manera inconsciente, ese lenguaje narrativo del mundo audiovisual nos termina permeando a todos los escritores».

Llegados a este punto, y teniendo en cuenta que María Dueñas admite no estar trabajando en nuevos proyectos porque aún tiene fresco en su memoria el recuerdo de la última página de Por si un día volvemos, es inevitable preguntarle por una adaptación. Los ingredientes están ahí. Las piezas del puzle. «No me extrañaría que llegara a serie», admite la escritora manchega, «porque vivimos un momento estupendo para trasvasar novelas a la televisión».

«Pero mientras estoy escribiendo no pienso en ello», matiza María Dueñas. Entonces, ¿le gusta ver sus obras en la pequeña pantalla? «Las adaptaciones no me han desagradado», responde la autora. «Son creíbles, sólidas, no desentonan con las novelas. Estoy contenta con ellas. Los escritores no podemos exigir un traslado al cien por cien».

Mientras la conversación muere entre explicaciones históricas de la Orán de la época, el tintineo de las cucharillas en los platillos del café, divagaciones sobre influencias narrativas, preguntas sobre actualidad y reflexiones literarias, mi mente viaja de vuelta a la novela, a Cecilia Belmonte, a esa ciudad argelina que ha recreado María Dueñas, como una fotografía mental, y de la que yo desconocía su existencia hasta que llegó el libro a mis manos, en una hermosa maleta de viaje, antigua y desvencijada, que contenía en su interior aromas árabes y una pequeña pieza de jabón.

Maleta de Por si un día volvemos (María Dueñas) - Cultura

Fotografía de la maleta vieja de ‘Por si un día volvemos’, la nueva novela de María Dueñas | Editorial Planeta/ Javier Ocaña

Obnubilado, cansado por las horas de viaje, aturdido por esa luz dorada de Alicante, por las copas de más, me pregunto si, entre todas esas piezas que María Dueñas juntó para montar el puzle de Por si un día volvemos, logró también reunir unas pocas de sí misma, a pesar de que, como decía Inio Asano, siempre nos faltarán y nunca lo completaremos del todo. Me pregunto si María Dueñas está más cerca de terminar su propio puzle, si al menos es capaz de ver su dibujo.

Pero ya es tarde.

Ahora estoy en el tren, de vuelta a casa, al lado de un compañero periodista que conocí ayer y al que ya he cogido aprecio. Me encojo de hombros y cierro los ojos, y me lamento por no haber podido preguntarle eso a María Dueñas. Bueno, tal vez a la próxima, me digo. Lo dejaré pendiente, por si un día volvemos a encontrarnos.

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