De vez en cuando, Netflix desliza el lazo de un regalo inesperado. Es el caso de la serie Ripley, estrenada este mes en la plataforma, una adaptación sencilla, envolvente y despiadada de la novela El talento de Mr. Ripley, publicada por Patricia Highsmith en 1955. La serie sigue la línea del libro casi hasta el final como cualquier adaptación literaria de calidad, aunque más escrupulosa que la mayoría.
Para no revelar demasiado a aquellos que no han leído el libro o no han visto las dos adaptaciones anteriores –la película de René Clément de 1960 Purple Noon, protagonizada por Alain Delon, o la versión de Anthony Minghella de 1999 con Matt Damon, Gwyneth Paltrow y Jude Law–, esta es la historia de un hombre que adopta la identidad de otro hombre tratando de protegerse de las sospechas de quienes le rodean.
Al frente del reparto encontramos a Andrew Scott, el Moriarty en Sherlock o el sacerdote atractivo de Fleabag, quien interpreta a Tom Ripley, un neoyorquino a quien se le ofrece la oportunidad de viajar a Italia para convencer a Dickie Greenleaf (Johnny Flynn), con quien tiene una conexión tenue, de regresar a casa y unirse al negocio de construcción naval de su padre.
“Esta es una historia que le encanta a la gente. Volver a reinventar la historia fue una preocupación, porque cuando oyes hablar de un proyecto como este, te preguntas si será una nueva versión o qué sentido tiene imitar el trabajo ya exitoso de otra persona. Desde el principio entendí la intención de Steve Zaillian, nuestro director y guionista. Ha habido algunas iteraciones de la historia a lo largo de los años, pero Steve ha tenido una visión muy particular desde que leyó la novela hace muchos, muchos años: él ha querido hacerla en blanco y negro porque casa con la forma en que quería enseñar a la audiencia cómo ver esta historia desde una perspectiva más parecida a la forma en que podríamos leer la novela. No leemos la novela en dos horas o dos horas y media. La leemos durante un cierto período de tiempo”, explica a el actor Andrew Scott a Artículo14.
“Es en blanco y negro porque casa con la forma en que leeríamos la novela”
Masculinidad “suave”
Este irlandés, de 47 años, encabeza esa masculinidad ‘suave’ que envuelve a los protagonistas de las películas y series del Hollywood actual. Sin miedo, la nueva generación de talento masculino abraza en sus interpretaciones una actitud ambigua ante los géneros. Hablamos de Jacob Elordi, Paul Mescal, Pedro Pascal, Cillian Murphy, Bob Keoghan o el mismo Scott, que también dota sus interpretaciones de una pausa que se le admira.
“Todos tenemos oscuridad dentro de nosotros y somos un misterio para nosotros mismos en muchos sentidos. No todos somos necesariamente asesinos, pero creo que hay una oscuridad y hay preguntas que tenemos sobre nosotros mismos que son un misterio y para las que no encontramos las respuestas. Yo no me quedo en su sexualidad; yo trato de buscar el alma de los personajes. Me interesa mostrar la dualidad del ser humano”, admite el actor.
“Yo no me quedo en su sexualidad, yo trato de buscar el alma de los personajes”
Frente a Ripley se encuentra Marge Sherwood, a quien da vida una brillante Dakota Fanning, la única que sospecha de las intenciones del protagonista. “Decidí participar en el proyecto por el equipo que estaba tras las cámaras, pero también porque nuestra Marge profundiza en el personaje. Me gustó interpretar a una mujer que es capaz de enfrentarse cara a cara con Tom Ripley, uno de los mayores psicópatas de la literatura. Fueron maravillosas las batallas dialécticas entre ambos personajes. Es fascinante la perspectiva de Tom, pero también lo es crear la perspectiva de Marge y ver dónde se cruzan y dónde divergen explorando aquello que esconden”, explica Dakota Fanning durante la entrevista con este medio.
El director y guionista Steven Zaillian, escritor de Moneyball, The Irishman y La lista de Schindler, decidió rodar la serie en blanco y negro inspirándose en la portada de la primera edición de la novela. “Esta es una historia que le encanta a la gente. Cuando interpretas personajes literarios muy famosos ocurre que la audiencia tiene su propia idea del papel. La palabra de moda para el personaje de Ripley podría ser psicópata, o sociópata, o asesino en serie… todas esas cosas. Y ninguna de esas observaciones me interesa. No creo que Tom sea un asesino nato. Creo que es alguien muy falible que comete errores y le vemos cometer esos errores en tiempo real, pero también vemos su verdadero talento”, revela Andrew Scott, que además de protagonista es productor ejecutivo de la serie.
Para Dakota no hay, en estos momentos, un actor más acertado para dar vida a Ripley. “Andrew es el mejor compañero de viaje en esta aventura porque sabe mostrar la intimidad de sus personajes. Creo que los dos tenemos un enfoque similar en nuestro trabajo y por eso pudimos apoyarnos el uno en el otro. Es un actor brillante. Lo amo como persona y lo amo como actor. Poder hacer esas escenas como Marge y Tom fue un desafío realmente divertido”.
El papel de Marge funciona como parte del coro que gira en torno a Tom Ripley, pero ella brinda un maravilloso servicio a la audiencia, porque tiene los mismos sentimientos y reacciones hacia Tom que tiene el público. “En cierto sentido, Marge es el público. Esa es una de las mejores cosas del personaje y de cómo Patricia Highsmith lo concibió, ya que de alguna manera Marge nos convierte en cómplices de Tom. Ella se ha convertido en el personaje favorito de mi carrera porque descubre a Ripley, pero también se deja embaucar” admitió Fanning.
“Amo a Andrew Scott como persona y lo amo como actor”
La acción viaja de Nápoles a Roma y Venecia con escenas que muestran desde el mármol de las esculturas barrocas hasta la admiración de Ripley por Caravaggio. “Creo que es en gran medida un golpe de genialidad de Steve Zaillian. Caravaggio es un artista que adoro. Mi madre era profesora de arte y me enseñó sobre Caravaggio y su uso de la luz. Me pareció extraordinario que eso forme parte de esta historia. Me encanta la conexión entre este hombre oscuro y la doble imagen de Caravaggio, esa especie de doble autorretrato. Creo que las obras de arte son atemporales y hay algo en esa genialidad que sigue fascinando a la gente, igual que ocurre con Tom Ripley”, continúa Andrew Scott.
“Al público le encanta verlo; no necesariamente necesitan ver la bondad, o la nueva palabra que preocupa a todo el mundo estos días: accesibilidad. No creo que la accesibilidad sea necesariamente lo que el público necesita. No es necesario relacionarse o identificarse con todos los personajes. A veces nos relacionamos con la inaccesibilidad porque algunas personas no tienen acceso a sus sentimientos de la manera que nos gustaría. Nuestro trabajo como artistas es, y creo que Caravaggio lo entendió, representar lo que está ahí, no lo que deseamos que esté ahí. El centro de esta historia es quién tiene acceso a las artes, porque no todo el mundo lo hace. Y eso, en mi opinión, debe rectificarse y protegerse de alguna manera”, sentencia el actor irlandés.