Estreno en el Real

‘Madama Butterfly’ se estrena en el Teatro Real entre gritos, pitidos y abucheos

La puesta en escena del veneciano Damiano Michieletto provoca los abucheos de un público exhausto de actualizaciones excéntricas

Estreno de 'Madama Butterfly' en el Teatro Real

Estreno de 'Madama Butterfly' en el Teatro Real Javier del Real - Teatro Real

El domingo por la tarde acudí al estreno de Madama Butterfly en el Teatro Real. He de decir que llevaba todo el año esperándola. Salí emocionada –me gustó muchísimo– pero también algo conmocionada por el tremendo abucheo que se llevó el director de escena, Damiano Michieletto.

Quizá no era necesario montar ese escándalo. Con un silencio más respetuoso, el público –que es soberano– lo habría dicho todo y más, pero comprendo que la gente tiene derecho al pataleo. Sobre todo después del año que llevan.

No sé si llego a comprender la necesidad que hay de actualizar los grandes clásicos, despojándolos inevitablemente de parte de su identidad, pero ciertamente no había necesidad de convertir a toda una señora geisha en una arrabalera.

Montaje de 'Madama Butterfly' con dirección escénica de Damiano Michieletto

Montaje de ‘Madama Butterfly’ con dirección escénica de Damiano Michieletto

 

También creo que el público ha llegado muy cansado al final de esta temporada 2023-2024, harto de actualizaciones forzadas- en algunos casos hasta desagradables- y que ayer como consecuencia directa explotó, haciendo pagar a justos por pecadores. Sólo hay que echar la vista atrás y revisar el impacto que tuvieron la violencia de Medea de Paco Azorín, los desnudos de Rigoletto de Miguel del Arco, o Don Juan Tenorio de Tomás Marco, que nos dejó a un galante y pintoresco truhan reducido a la humillación de un ridículo don nadie. Qué pena me dio verlo.

Pienso que tratar de reducir la historia de Puccini al drama del turismo sexual de oriente es algo pobre e injusto. Porque, con esa extrapolación genérica, se nos está llevando a las calles de Saigón o al Soi Cowboy de Bangkok, pero de ninguna manera al Japón que dibujó Giacomo Puccini en 1898. Y eso, inevitablemente, nos despoja de la propia esencia y origen de la obra. Cambia la narración y el sentido, y me imagino que no fue concebida para eso.

Saioa Fernández, con la camiseta de Hello Kitty en el estreno de 'Madama Butterfly' en el Teatro Real

Saioa Fernández, con la camiseta de Hello Kitty en el estreno de ‘Madama Butterfly’ en el Teatro Real

Aún así he de decir que yo lo acepté. Y que personalmente me encantó. Sobre todas las cosas, por la interpretación de Saioa Fernández, que aún llevando puesta una camiseta de Hello Kitty, nos supo dejar sin aliento. Me ocurrió lo mismo con Lucas Meachem en el papel de Sharpless y con el gran Nicola Luisotti, que con su interpretación musical me hizo llorar de emoción como nunca lo había hecho en la ópera madrileña.

¿Tiene el público derecho al pataleo? ¿Os gustaría que se respetara la escena de los grandes clásicos?

Me pregunto qué opinaría la inolvidable y homenajeada Victoria de los Ángeles, que tantas veces interpretó a la pobre y desgraciada Cio-Cio-San, elevándonos y haciéndonos sufrir con su kimono y su tez pintada de blanco.

Y pensando en ella concluyo, que a veces, de darle tantas vueltas a las cosas, quizá dejen de tener sentido (aunque el pataleo sea algo indecoroso y un poco incómodo).

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