Machismo en la RAE: 35 hombres frente a 11 mujeres académicas

La Real Academia Española de la lengua castellana todavía tiene una asignatura pendiente con la igualdad, el feminismo y la paridad

De 27 académicos de número de la RAE, sólo 9 son mujeres
De 27 académicos de número de la RAE, sólo 9 son mujeres Kiloycuarto

La segunda acepción de machismo de la RAE lo define como “forma de discriminación sexista caracterizada por la prevalencia del varón”. La propia Real Academia, sin embargo, cumple lo que su propia definición afirma, prolongando una clara, evidente y efectiva desigualdad entre sus miembros.

La institución está constituida por 46 académicos de número, entre ellos el director, Santiago Muñoz-Machado, y los demás cargos de la Junta de Gobierno, elegidos para mandatos temporales, de acuerdo con lo establecido en los estatutos. Los vigentes establecen en su artículo X que «elegirá la Academia sus individuos entre las personas que considere más dignas, en votación secreta y, como mínimo, por mayoría absoluta de votos». Es decir, sin tener en cuenta el sexo de los académicos.

Santiago Muñoz-Machado, presidente de la Real Academia Española

Santiago Muñoz-Machado, presidente de la Real Academia Española

Académicos de número

  • Silla O: Pere Gimferrer Torrens
  • Silla c: Víctor García de la Concha
  • Silla I: Emilio Lledó Íñigo
  • Silla C: Luis Goytisolo Gay
  • Silla L: Mario Vargas Llosa
  • Silla u: Antonio Muñoz Molina
  • Silla V: Juan Luis Cebrián Echarri
  • Silla t: Ignacio Bosque Muñoz
  • Silla ñ: Luis María Anson Oliart
  • Silla I: Luis Mateo Díez
  • Silla N: Guillermo Rojo
  • Silla k: José Antonio Pascual
  • Silla E: Carmen Iglesias
  • Silla T: Arturo Pérez-Reverte
  • Silla G: José Manuel Sánchez Ron
  • Silla j: Álvaro Pombo
  • Silla h: José Manuel Blecua
  • Silla a: Pedro R. García Barreno
  • Silla S: Salvador Gutiérrez Ordóñez
  • Silla D: Darío Villanueva Prieto
  • Silla m: José María Merino
  • Silla g: Soledad Puértolas Villanueva
  • Silla P: Inés Fernández-Ordóñez
  • Silla Q: Pedro Álvarez de Miranda
  • Silla e: Juan Gil
  • Silla f: José B. Terceiro
  • Silla r: Santiago Muñoz Machado
  • Silla b: Miguel Sáenz
  • Silla n: Carme Riera Guilera
  • Silla Z: José Luis Gómez
  • Silla B: Aurora Egido Martínez
  • Silla F: Manuel Gutiérrez Aragón
  • Silla H: Félix de Azúa
  • Silla U: Clara Janés
  • Silla s: Paz Battaner
  • Silla J: Carlos García Gual
  • Silla M: Juan Mayorga
  • Silla K: José María Bermúdez de Castro Risueño
  • Silla i: Paloma Díaz-Mas
  • Silla d: Dolores Corbella
  • Silla q: Asunción Gómez-Pérez
  • Silla X: Clara Sánchez

Desde su fundación en 1713 y hasta hoy –subrayando fue en 1979 cuando se admitió a la primera mujer, la poeta, novelista y ensayista Carmen Conde–, han pasado por los sillones de la RAE 488 académicos. Nunca como ahora ha habido tantas académicas mujeres, y en la actualidad suponen un 26 % de los académicos de número.

Así, de los casi quinientos intelectuales, nobles, militares y sabios que han formado parte a lo largo de su historia, solo trece han sido mujeres. Se trata de un desencuentro de tres siglos, marcado por los prejuicios, aunque en realidad la primera académica honoraria fuese elegida en 1784: María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda, protegida de Carlos III y quien en realidad nunca ejerció como tal.

Carmen Conde, en su discurso de ingreso en la RAE, en 1979

Carmen Conde, en su discurso de ingreso en la RAE, en 1979

El caso es especialmente hiriente cuando en 1853, tras rechazar la solicitud de ingreso de Gertrudis Gómez de Avellaneda, los académicos decidieron no permitir que existan académicas mujeres. Por su parte, Emilia Pardo Bazán solicitó el ingreso hasta en tres ocasiones, pero para rechazarla incluso aludieron al tamaño de su trasero: “No cabría en un sillón de la RAE”. También fue sonado el caso de María Moliner, autora del legendario Diccionario de uso del español, rechazada en 1972. En su lugar fue elegido Emilio Alarcos.

Así, cuando Carmen Conde logró el acceso en 1979, decidió hablar del machismo que había sufrido en su discurso de ingreso, destacando su malestar con la discriminación de la mujer en la Academia: “Mis primeras palabras son de agradecimiento por elegirme para un puesto que no se ha concedido a ninguna de nuestras grandes escritoras ya desaparecidas. Permitid mi homenaje de admiración y respeto a sus obras. Vuestra decisión pone fin a una injusta discriminación literaria”.

Contra la ley de igualdad

Esta discriminación sigue sorprendiendo, especialmente desde que entrara en vigor la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de hombres y mujeres. En su artículo 1.2 se deja claro que su intención es “corregir en los sectores público y privado toda forma de discriminación por razón de sexo”. Este imperativo legal aplica también a la Real Academia, que sale adelante gracias a las partidas asignadas por el Gobierno en los Presupuestos Generales del Estado, además de las contribuciones económicas que le brindan otras instituciones públicas y privadas.

Soledad Puértolas, quinta mujer académica de la RAE

Soledad Puértolas, quinta mujer académica de la RAE

La presidenta de honor de Clásicas y Modernas, una asociación para la igualdad de género en la cultura, Laura Freixas, recuerda que la RAE incumple sistemáticamente la Ley de Igualdad. “Esta exige, desde su artículo 26.2, apartado ‘d’, que se respete y se garantice la representación equilibrada en los distintos órganos consultivos, científicos y de decisión existentes en el organigrama artístico y cultural”.

En 1853, el escritor José Zorrilla afirmó que la mujer que escribe era “un error de la naturaleza”. También entonces Juan Valera predijo: “No sería esto lo peor, sino la turba de candidatos que nos saldrían luego. Tendríamos a Carolina Coronado, a la Baronesa de Wilson, a Dª Pilar Sinués y a Dª Robustiana Armiño. Y a poco que abriésemos la mano, la Academia se convertiría en aquelarre”.

Lo que no se entendía entonces, se entiende mucho menos ahora. ¿Qué argumentos explican la apabullante inferioridad numérica de mujeres tres siglos después? La respuesta está al inicio de este artículo.

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