La cita entre Rubén Amón y el Club de las Damas tuvo lugar en el céntrico y concurrido Hotel Urso de Madrid, que toma su nombre de Ursaria, del latín “ursus” o tierra de osos, emblema de la capital madrileña desde la Edad Media. El edificio es un antiguo palacete de estilo neoclásico que fue construido por Mendoza Ussía en 1915 y fue sede de la Papelera Española. Como sin papel no puede haber libros, en agradecimiento por tan honorable tarea, acudimos allí para celebrar nuestra charla.
A pesar del tráfico que había esa tarde Rubén llegó puntual. Venía en moto y apareció con su casco en las manos y su libro de Macbeth. Traía la edición bilingüe de Penguin, con prólogo de Carol Chillington Rutter y epílogo de Agustín García Calvo, uno de los grandes humanistas españoles, fallecido en 2012. “Es una obra intraducible, pero esta es una buena edición”, nos comenta Rubén revisando su libro de Macbeth, de William Shakespeare (Stratford-upon-Avon, Inglaterra, 1564-1616) el dramaturgo y poeta inglés más eminente de todos los tiempos.
Hacemos con él un viaje en el tiempo a la Escocia de la Edad Media para hablar sobre Macbeth, una obra donde apenas luce el sol, una tragedia publicada en 1506 que se desarrolla en un ambiente de primitivismo y violencia, brujería y superstición, y que refleja las bases de la concepción mágica, un campo magnético tremendamente poderoso.
La primera pregunta no podía ser otra. ¿Por qué Macbeth?
He elegido esta obra porque tiembla en las manos. Porque cada vez que la lees entiendes que es un misterio y cada vez que penetras en el misterio te deja más preocupado, angustiado y desconcertado. Es una obra a la que yo he recurrido muchas veces por afición. He ido al teatro a verla, pero creo que se sujeta perfectamente también en la lectura, sin necesidad de que ningún actor interprete o mediatice con ella. Además, creo que es una obra enormemente atractiva por la vigencia que tiene, por su universalidad; el viaje tan ambiguo que hace entre lo blanco y lo oscuro, lo oscuro y lo claro, es un camino magnético, de atracción hacia Macbeth y hacia su esposa.
¿Por qué son las brujas, las hermanas fatídicas, quienes dirigen toda la obra?
La obra no alude a las brujas porque crea en las brujas, en lo que cree es en la credulidad de los humanos y en la capacidad de interpretación de las cosas cuando leemos el horóscopo o cuando nos leen las cartas. Las brujas saben de la condición humana y de la reiteración de los errores. También es cierto que la obra reflexiona mucho sobre la mujer, y la relación que había entre el poder de la mujer, la maldad y la brujería, y nos habla de la liberación femenina desde el plano de la maldad. Y en ese sentido, indaga mucho en la naturaleza de Lady Macbeth, que creo que es la verdadera protagonista de la obra.
Según cuenta Ángel Luis Pujante en el prólogo de la edición de Austral “lo que hace a Macbeth una obra tenebrosa e inquietante es también lo que la hace vigorosa y fascinante: su tratamiento dramático del mal” porque, a primera vista, “Macbeth cuenta una historia de crimen y castigo, entreverada de brujería y elementos sobrenaturales, que capta nuestra atención desde el principio” añade.
Las claves de su tiempo y su vigencia contemporánea
¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir Shakespeare con esta obra?¿Cuáles son los aspectos esenciales?
En Shakespeare la sangre no es una reivindicación de la violencia ni de lo cruento. Es un ejercicio de catarsis que se remonta al propio origen del teatro griego. Cuando asistimos a las obras de Eurípides no observamos la violencia que se aloja en todas esas obras desde el punto de vista de la inmolación sino de la catarsis. Nosotros leemos Macbeth para purificarnos.
También nos está diciendo que la primera víctima del asesino es él mismo, no solo por los tormentos de que se acompaña después, sino porque la obra termina con el suicidio psicológico y real de Lady Macbeth. Los aspectos esenciales son el poder, la relación del miedo con el miedo, el miedo como estimulante y como efecto castrador, y después el circulo perfecto de la venganza más allá de la significación total de lo que significa la ambición y el poder. La ambición, el poder, la sangre y el miedo son pasiones que están en la vida de todos, estemos más o menos civilizados. Aquí hay un antecedente clarísimo de Crimen y Castigo porque quien ejecuta termina siendo ejecutado o se suicida. Ahí está la relación perversa que hay con la acción de matar.
Es muy interesante afrontar esta obra desde las claves en las que se concibió porque el Rey Jacobo I viene de un ambiente mucho más supersticioso que el ambiente en el que había crecido Shakespeare en tiempos de Isabel. Él crea un tratado de demonología y fue mecenas de Shakespeare y de su compañía, “Los Hombres del Rey¨, por lo que se entiende que Shakespeare se presta a estas inclinaciones y supersticiones.
En esta obra hay dos escándalos principales: el de matar al Rey, que es como matar al Estado y el de matar a los niños, y esto tiene mucho que ver con la biografía del Rey y con la biografía del propio Shakespeare, que perdió a Hamnet, su hijo con 11 años.
“Si eres hombre, atrévete a matar” Lady Macbeth, ¿protagonista y ejemplo de liberación femenina?
En Macbeth las fuerzas del mal son femeninas, y la crueldad y la ambición sin límites de Lady Macbeth, atormentada por no poder tener hijos, hace que sea la verdadera protagonista de la obra de Shakespeare, pero no, no la veo como un ejemplo de liberación. Aquí sí mencionaría, por hablar de un caso de feminismo inequívoco, de Virginia Wolf, que profesaba una devoción integral a la figura de Macbeth, a Medea, a Berenice, a Electra, como si para reivindicar la naturaleza legítima de una mujer tuviéramos que reconocer su capacidad de ejercer el mal y la violencia. Yo pienso que la mujer está provista de las mismas armas que el hombre para ejercer el dolor, la maldad, la ferocidad y la crueldad. Sólo faltaba. Pero también creo que para que una mujer adquiera poder no tiene que estar en las sombras, ni tiene que ser una bruja, ni relacionada con lo perverso. De hecho, creo que esa es una lectura preocupante. Hay una segunda lectura que nos habla sobre la debilidad del rey y de la capacidad de ser influido, no sólo por su mujer, sino por las brujas como ejemplo de la maldad atmosférica. Por cierto, el primer hombre que interpretó Lady Macbeth tuvo un fatal accidente y murió en escena en circunstancias traumáticas, lo que alimenta el origen de la leyenda oscura de Macbeth.
¿Existe realmente la maldición?
Existe una leyenda oscura sobre Macbeth, quien lo pronuncia demasiadas veces o lo interpreta tiene un destino final trágico. De hecho, en la escena británica y resto de países anglosajones está prohibido pronunciar el nombre de Macbeth dentro de los teatros.
Hay que relativizarla un poco, primero por el hecho de que esta obra se ha representado muchísimas veces y segundo porque se utilizan armas en situaciones extremas. Se entiende que en una obra de teatro en la que hay espadas por todas partes puede ser normal que se produzcan escenas propicias a heridas y muertes reales. ¡Pero la fama de la maldición existe, sobre ella hay hasta un capítulo de Los Simpson!
Macbeth y su influencia en “Corazón tan blanco”, de Javier Marías
Corazón tan blanco se inspira en Macbeth, es una alusión directa de Javier Marías. Como gran anglófilo y shakespeariano conocía toda la obra y era uno de los mejores teóricos sobre ella. Sentía fascinación por Macbeth y especialmente por Lady Macbeth. Él sostenía que, al igual que en el lenguaje que usa Verdi en Macbeth, hay misterios que no tenemos por qué querer desvelar y que nos acompañan en sus dudas y en sus incertidumbres, y eso creo que convierte más atractiva todavía a la obra. Puede que ni leyéndola cien veces entiendas lo que quiere decir, porque el misterio es su zona nuclear, y va mucho más allá del humo de las brujas o de los sortilegios que acompañan a la obra.
No ha habido ningún autor que haya llegado tan lejos en la relación entre la palabra y el sentimiento
A Shakespeare no se le puede considerar ni un optimista ni un hombre que tenga un concepto elevado de la de la condición humana, en cambio es muy crítico sobre el peligro de la pasión. En mi opinión, el pasaje decisivo de la obra es el estremecedor soliloquio final de Macbeth. Su conclusión nihilista es abrasadora. Dice así: “La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye. Es un cuento que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”.
No ha habido ningún autor que haya llegado tan lejos en la relación entre la palabra y el sentimiento. Shakespeare nos enseñó a sentir, porque si no supiéramos expresar las cosas no seríamos capaces de sentirlas. Él nos ha enseñado a amar, nos ha enseñado a odiar, nos ha enseñado a matar. ¡Como para no leerse Macbeth!
Tras escuchar a Rubén Amón, os invito también a ver las versiones cinematográficas de la obra. Desde la película de Orson Welles de 1948, la de Roman Polanski, de 1971, la dirigida por Justin Kurzel en 2015 con Marion Cotillard como Lady Macbeth y la estrenada por Joel Coen en 2021: La tragedia de Macbeth, producida en blanco y negro y protagonizada por Denzel Washington, que Rubén nos recomienda.
Aprovecho para adelantar que Rubén Amón está a punto de publicar un ensayo sobre el deterioro de la conversación en estos tiempos de tecnología, soledad y censura, en el que también aborda la importancia del silencio. Estaremos pendientes. Gracias Rubén por tu generosidad y por tu tiempo compartido con nosotras.
Y gracias al fantástico hotel Urso por reservar el salón más preciado del hotel para acogernos en aquella magnética noche.
En las próximas sesiones, Cristina López Barrio nos presentará La tierra bajo tus pies, Premio Azorín 2024, y Alicia Mariño, escritora, poetisa y doctora en filología francesa, comentará la obra más famosa de Mary Shelley, Frankenstein. ¡Estad atentos!