Procedente de grupos de los 90 como The Green Cherries, The Nash o Los Valendas, en 2005 Luis Alberto decide crear su propio grupo en el que ya no sólo se limitaría a tocar la batería sino que haría brillar todo su talento escribiendo letras, componiendo y tocando cualquier instrumento. Por supuesto, lo de cantar también estaría incluido en el proyecto de hombre orquesta ante el que se encontraba.
Es en 2009 cuando publica Crystal Clear, álbum que lo catapulta a la fama y a escenarios nacionales e internacionales. De ahí hasta este 2025 todo ha ido a un ritmo frenético. En esta entrevista hablamos con él no sólo de su recién publicado álbum A Modern Odyssey, sino de toda su trayectoria como “banda solista”, de la industria musical, de salud mental o de feminismo.

Luis Alberto Segura es el líder de L.A., mítica banda mallorquina que acaba de lanzar su nuevo disco, ‘A Modern Odyssey’ (Virgin)
Tras escuchar este disco confirmamos que no le tienes miedo a nada. ¿Podemos hablar de que eres uno de los artistas españoles más inconformistas y dinámicos de la escena?
Yo no me veo inconformista, lo que me veo es inquieto. Inconformista con otras cosas que no tienen que ver con la música. Pero me veo más inquieto, bastante volátil, muy cambiante… Lo que me gusta hoy a lo mejor mañana no. Y cuando plasmas eso en una carrera discrográfica y luego lo ves todo, dices: “guauuu”. Yo soy fan de muchos grupos y pocos grupos hay que hayan pegado los saltos que he pegado yo, lo cual es contraproducente, en cierto modo. Pasar de un disco como Heavenlly Hell a un segundo disco como SLnt Flm, que me cargué totalmente todos los esquemas de todo el mundo, que para mí es mi mejor disco pero al mismo tiempo luego saco otro grabado en Estados Unidos con otro productor… claro, es una movida.
A lo mejor lo llevas todo a un contexto de lo que hemos hecho siempre nosotros, que es el directo a tope, y todo cobra vida de una forma homogénea. Lo llevo a mi banda y las canciones del primer disco, con las del último, con las de en medio, todo encaja en un set. Y funciona. Pero si lo pones dentro de un estudio musical, es una locura, y más con este disco nuevo. Este álbum rompe los esquemas de… me los rompe a mí.
Hablando de A modern odyssey dices que habéis “flirteado con la electrónica, nuevos métodos de grabación, programaciones, plug ins, sintetizadores y un sinfín de nuevas tecnologías”. ¿Cómo ha sido este descubrir cosas nuevas y dejarte llevar?
Ha sido maravilloso porque siendo tan inquieto como soy y en un período de tiempo de casi dos años, imagínate la de cosas que han sucedido cada semana en el estudio y cómo han ido cambiando. Hemos hecho casi tres discos. Hay tres Modern Odyssey diferentes, con canciones muy dispares que van desde lo que he hecho ahora hasta un rollo casi Red Hot Chilli Peppers, muy funky. Cuando eres como yo, que te gustan tantas cosas, te gustan tantos grupos, que cambias tanto… pues es maravilloso. Y ha sido maravilloso. Ahora mismo lo tengo como uno de los recuerdos de sesiones de grabación más enriquecedoras de mi carrera.
Hay 12 temas que componen este álbum; una bossanova (The fire glowing), un semi rap (White smoke), temas lacrimógenos muy estilo L. A. como Miss you again… Malo será que no llegues a un público amplísimo con alguna de ellas. Ese querer impactar a gente de estilos muy diferentes ¿es parte de la estrategia o simplemente sale así cuando compones?
Mentiría si te dijera que no pienso en ello porque aquí hay una cosa palpable que ha estado muy latente en las sesiones y es mi edad, mi punto en la industria ahora mismo con mi proyecto, dónde puedo encajar (porque hay que encajar en cierto modo). Puedo seguir haciendo lo que me dé la gana y sudando, como parece que es lo que he hecho en este disco. En parte sí; ahí está esa parte de riesgo y de valiente de decir: “Podría volver a hacer un Heavenlly Hell”, vender lo mismo y seguir un poco con el público de siempre. O jugármela y buscar otros oídos.
Es un poco lo que pensamos. Es como: vamos a repartir mis ganas de hacer cosas con algo que me sienta cómodo que pueda defender cada noche en un escenario y con algo que pueda interesar a gente más joven o incluso a mis fans de siempre y a sus hijos, que es una realidad.
Tengo mogollón de seguidores que vienen con sus hijos ya a los conciertos y que venían solteros a mis primeros conciertos. Es una realidad: mi edad, ver que la industria es una cosa voraz que se come a todo el mundo a una velocidad vertiginosa… Hay que tener en cuenta todo y hay que tener en cuenta al público. Por eso hemos sacado veintipico canciones del set y se han quedado doce.
Cuando estás componiendo o estás metido en el proceso creativo, ¿desconectas de la realidad por esta velocidad de la industria de la que hablábamos antes?
No lo puedo hacer porque va tan rápido que en un año y medio ha cambiado todo, literal. Artistas que lo petaron cuando yo empecé a grabar el disco hace casi dos años, ya han ido desapareciendo. Si me hubiera fijado sólo lo que molaba cuando entré en el estudio y quería sonar, al salir ya sonaría al pasado. Por tanto, no puedes desconectar. Antes sí se podía porque en año y medio no cambiaba tanto todo. Los estilos estaban ahí, salía lo nuevo de Pearl Jam, por citar a alguien, y en un año y medio seguían con ese disco. Y la gente sonaba a eso. Pero ahora mismo no, ahora ya no es así. ¿Y qué he hecho? Un disco para volver al ruedo y meterme en el tren y seguir en el tren de la industria. Así que es inevitable estar al día, es que no puedes obviarlo.

L. A. es el nombre artístico de Luis Alberto Segura
En 2014 – 2015 te vas a Estados Unidos y empiezas a sacar música mucho más americana, temas más guitarreros. From the city to the ocean side y King of beasts son los dos álbumes que publicas en ese período. ¿Cómo fue esa experiencia americana?
Para mí Estados Unidos fue triunfar por el sueño hecho realidad. A lo mejor no tuve millones nunca ni fui en limusina pero no todo es eso.
En 2019 salta la sorpresa con tu cambio de nombre, Luis Alberto Segura, y disco en español, Amenaza tormenta. Un nuevo experimento en tu carrera. ¿Cómo fue componer en castellano? ¿Te sentiste más cómodo? ¿Te obligaste a salir de tu zona de confort?
No fue más que esa inquietud de hacer cosas, esas ganas de probar cosas que no había hecho. Tú no sabes la cantidad de veces que me habían dicho: “¿Y esto en castellano no lo harías?”. Yo nunca vi que fuese L.A. en castellano. Me identifico tanto a mí mismo cantando en inglés, que es la música que he escuchado toda mi vida, que no veía L.A. en castellano. Por eso decidí hacerlo con mi nombre. Lo decidí en un momento en el que quizás debería haber parado de verdad, porque estaba saturado. Yo estaba en un momento en el que la paternidad me requería muchísimo trabajo, esfuerzo, presencia… Donde no estaba… Yo estaba de gira y tendría que haber parado, haberme dedicado a arreglar un poco en casa el panorama y luego plantearme si quería volver a hacer un disco con L.A., o en castellano o en chino. Pero lo que hice fue dormir un día, levantarme al día siguiente y decir: “Hola, soy Luis Alberto Segura. Tengo un disco en castellano, ¿cómo estás?”. Y no lo pude defender. Fue una lástima.
Mi estado anímico era deplorable, mental, en casa… fue una locura, una lucha de ego conmigo mismo. Fue un disco que lo revisito ahora, me es tan agridulce, tan maravilloso, creo que hice un disco tan bueno, me gusta tanto… Monté una banda de ensueño… Pero yo no estaba en el proyecto, y se fue a la puta, se jodió. Eso sigue estando ahí y yo sí que pienso que a lo mejor algún día me levanto y digo: “Hola, soy Luis Alberto Segura otra vez” y puede funcionar. Pero entonces no era el momento. Y te das cuenta tarde.
Y ahí fue el primer tropezón, a nivel industria, que es la historia de siempre. Y la industria te mira como un apestado. Y sentí un poco eso. Pero luego vino la pandemia y lo arregló porque nos puso a todos en nuestro sitio durante un rato. Luego se fue a la mierda otra vez pero a mí me llevó a ese exilio en la montaña donde hice un disco que creo que es maravilloso (Evergreen Oak), con mi familia, una cosa tan natural y orgánica que creo que revitalizó un poco la ilusión en L.A. para mí.
Hablando de tu familia y como padre que eres, ¿para ti es importante que desde pequeños a los niños se les inculque conceptos como la creatividad, la igualdad entre géneros…?
En casa lo tenemos muy claro, aparte de que mi mujer es muy activista y mis dos hijas tienen un sensor increíble, no te pasan ni una. Obviamente yo he hecho una deconstrucción. Me he visto en un plano de deconstrucción brutal en casa por la situación y la realidad. Cuando niegas ese patriarcado y todo lo que hay no eres más que una víctima del patriarcado que no has querido ver, en los cuales me incluyo en un pasado no muy lejano. “Yo no soy machista”, es un clásico. ¿Qué pasa con esto? Que mis hijos son muy listos: mi hija tiene altas capacidades, autista… Tienen todo lo que puedes tener para desarrollar una sensibilidad extrema y ver estas cosas con mucha claridad.
Yo no tengo fisura por donde escapar, y con mi mujer ni te cuento. Por lo tanto es maravilloso. He aprendido de mi mujer todo pero con mis hijos… Cuando eres padre no crees que vas a aprender de tus hijos, piensas que tú le vas a enseñar a tus hijos a hacer las cosas. Y esto no va así. Tú puedes enseñar y puedes permitirles aprender lo que quieran, que es la grandeza de esto. ¿Que mi hijo quiere pintarse las uñas? Que se las pinte. Que hagan lo que quieran, siempre con el respeto, con ser cabales con las cosas, y olvidarnos de: “tú has de ser esto, tú vas de azul por ser niño…” Al final no deja de ser una cosa que te guste o no está obsoleta. No niegues que vivimos en un mundo en el que eso está obsoleto. Yo tengo la suerte de haberlo entendido, de haberlo visto, y luchar y trabajar en ello, y patino muchas veces y se me escapan cosas… pero en mi casa aprendemos mucho.
Hablando de feminismo, en la música siempre ha habido esa queja de que hay pocas mujeres en los carteles, sobre todo en los festivales.
Ahora en salas parece que hay más presencia femenina. Repion vienen de llenar una sala, la Copérnico de Madrid, hace unos días. Las artistas siempre se quejan de que se las infantiliza en los escenarios (desde los propios técnicos de sonido) hasta que se las menosprecia, considerándolas siempre las novias de alguien. Las Odio tienen una canción sobre esto, indieespañol, en la que dicen: “Deja de buscarme / no estoy en lista / mira mi pulsera /¡yo soy la artista”.
¿Tú a qué crees que se debe ese miedo de los programadores y los festivales a poner a mujeres en sus carteles? ¿Cómo ves tú la situación? ¿Crees que es puro desconocimiento?
Yo a veces pienso que cualquier tío que ha nacido antes de 1995 está jodido. Hemos llegado al mundo en el patriarcado. Y esto es así. Nos lo hemos comido en la tele, en la radio, en las salas, en los bares, en el colegio, por todos lados… Tu profesor favorito, tu tía, hasta tu hermana, tu padre, tus colegas… Y no es por culpar a nadie. Si empiezas a hilar fino, es muy loco. Cosas que nos han entregado con una facilidad… El patriarcado nos lo han entregado, esta es mi visión. Ojo, yo estoy en fase de deconstrucción y es lo que estoy entendiendo. Y es que hay tantos inputs erróneos de toda nuestra infancia, adolescencia, madurez… que ahora se empieza a empujar fuerte. Y es cuando de repente mueves el mueble y hay mierda debajo y dices: “Anda”. Sí, eso lleva años ahí. Hay que empujarlo fuerte para ver esa basura ahí. Pues esto es un poco el tinglado.
Creo que hay muchos hombres en la industria que lo entienden, que abogan por esa igualdad real, se unen a este movimiento feminista… pero obviamente hay un trabajo de muchos años, queda mucho curro. Yo he sido el primero que he cometido muchos micromachismos y machismos. Pero hasta que lo entiendes, te das cuenta… Y ¿qué puedes hacer? Pues arreglarlo. ¿Cómo? Si tengo que dar curro a una técnica porque me encaja, la conozco, me flipa cómo trabaja… fantástico, y si puedo fomentarlo, lo fomentaré. ¿Los promotores? Pues lo mismo. Sí que hay bandas de tías, y cantantes, y sí que hay cantautoras… hay mogollón. El problema es que vamos a la inercia.
Ya has confirmado el 10 de abril dentro del ciclo de San Isidro Sound en Madrid. Para este disco, ¿qué formato de directo vas a sacar?
Lo estamos preparando ya. Es un formato trío. Voy con Dimas a la batería y guitarra. Sergio teclista, bajo y guitarra también. Vamos como rulando los instrumentos. Yo voy con un micro y pegando saltos como un mono en el escenario, lo cual es increíblemente maravilloso. Estoy descubriendo algo que pensaba que nunca haría, después de lo que he ido haciendo, pero de repente voy con un micro en la mano y canto. Y me limito a interpretar, a llevar mogollón de bases, con visuales… es una chaladura. Es muy guay. Revisitando los clásicos, versiones… obviamente con la guitarra también. El show es como un guión de una hora y media donde no paran de pasar cosas. Se pasa volando. Es muy guay.