“El amor es algo que siempre vale la pena intentar. Desdichado o feliz, revela al hombre la verdad de su esencia y lo empuja siempre hacia delante”, dice Kierkegaard. El amor ha sido una de las experiencias más universales y, sin embargo, más escurridizas a lo largo de la historia. Aunque suele afirmarse que la filosofía ha prestado poca atención a este sentimiento, el libro Los filósofos y el amor demuestra lo contrario. Sus páginas introducen al lector en las reflexiones que grandes pensadores han elaborado sobre la pasión, la sexualidad, el matrimonio y las trampas del deseo.
Sin embargo, preguntar sobre el amor equivale muchas veces a preguntar sobre el sexo. Y dado que la mayoría de los filósofos han sido, históricamente, hombres, esto lleva a preguntarse qué opinaban de las mujeres. ¿Creían en el amor para toda la vida o celebraban el libertinaje? ¿Qué pensaban de los celos o del enamoramiento? ¿Creían en la fidelidad o en las relaciones sexuales abiertas? Para mejorar la visión global, son dos mujeres filósofas, Aude Lancelin y Marie Lemonnier, las que han realizado esta investigación.
Desde Platón hasta Schopenhauer, la obra explora distintas visiones sobre el amor y su papel en la existencia humana. Platón, por ejemplo, lo entendió como un impulso hacia la perfección, un anhelo que trasciende lo físico para buscar la belleza absoluta. Su concepto de amor platónico, tan malinterpretado a lo largo del tiempo, nace en El banquete, donde se presenta como una fuerza que eleva el alma hacia el conocimiento. En contraposición, Montaigne abordó el tema con un enfoque más carnal, señalando la importancia de la lujuria y los placeres terrenales.

’Los filósofos y el amor’, de Aude Lancelin y Marie Lemonnier
Por su parte, Kant, con su rigor moral, defendió la abstinencia como una virtud y consideró que el deseo podía entorpecer la razón. En su visión del amor, la pasión debía ser dominada por la voluntad y la racionalidad. Un planteamiento radicalmente distinto al de Schopenhauer, quien veía el amor como una trampa biológica, un mecanismo engañoso impuesto por la naturaleza con el único fin de garantizar la procreación. Para él, el deseo amoroso no era más que una ilusión que condenaba al individuo a la insatisfacción perpetua.
En el recorrido filosófico aparecen también autoras como Simone de Beauvoir y Hannah Arendt, el indispensable contrapunto femenino. Tanto Heidegger como Jean-Paul Sartre conquistaron a estas dos mujeres excepcionales, no inferiores a ellos, y además llevaron vidas libertinas. Ellas, enamoradas, comenzaron muy jóvenes sus relaciones, y nunca terminaron de desligarse de ellos.
Más allá del análisis teórico, el libro permite entrever cómo las ideas de estos pensadores no solo influyeron en sus propias vidas, sino también en la forma en que el amor es concebido en distintas épocas. Desde el idealismo romántico hasta la concepción contemporánea del amor líquido, que denuncia la fugacidad de las relaciones en la modernidad, la obra de Lancelin y Lemonnier ofrece un espejo en el que podemos reconocernos. ¿Cuánto de Platón o de Schopenhauer hay en nuestras ideas sobre el amor? ¿Hasta qué punto seguimos influenciados por estas visiones que, aunque formuladas hace siglos, siguen vigentes?
Estos y otros pensadores protagonizan las páginas de Los filósofos y el amor, un libro que permite recorrer la historia del pensamiento desde un ángulo íntimo y humano. Lejos de ser un sentimiento irracional o alejado del pensamiento filosófico, el amor ha sido una constante en la vida de los grandes intelectuales. Y su legado nos demuestra que, aunque la razón y la emoción parezcan opuestas, están profundamente entrelazadas en la experiencia humana.