Había despertado una gran expectación el nuevo Lohengrin del Gran Teatro del Liceu, estrenado el pasado lunes, que no se ponía en escena desde 2006, con aquella controvertida pero brillante producción de Konwitschny con Sebastan Weigle en el foso, que también la dirigiría después en versión de concierto en 2012 (también con Vogt) al frente de los cuerpos estables del Festival de Bayreuth en una histórica gira que los llevó hasta el coliseo barcelonés. Tanta expectación venía a cuento porque la biznieta del compositor y directora del sacrosanto festival wagneriano, Katharina Wagner, se ocupaba de dar vida a esta nueva producción, que debía haberse estrenado en marzo de 2020, pero que tuvo que ser cancelada in extremis a causa de la pandemia.
Pues bien, como suele ocurrir en las corridas de toros: “tardes de expectación, tardes de decepción”. Aunque en esta ocasión era previsible que algo de esto ocurriera al andar por medio la caprichosa biznieta de Wagner, que por otra parte nunca llegó a redondear ninguna de las óperas que firmó ni en la Verde Colina de Bayreuth, de la que actualmente es dueña y señora, ni en ningún otro teatro lírico del mundo (muy pocos). Entre otros está el de Budapest, donde presentó su primer Lohengrin en 2004, recibido con más pena que gloria.

Katharina Wagner dirige una nueva producción de la ópera de Richard Wagner ”Lohengrin’ en el Gran Teatre del Liceu
En Barcelona la polémica regista alemana se inventó una especie de thriller con el omnipresente cisne siempre en escena (eso sí, el cisne era negro y estaba simpáticamente articulado, lo cual propicio más de una carcajada), tergiversando torticeramente la historia del noble caballero medieval Lohengrin, que aquí se nos presenta como un personaje tóxico, un asesino compulsivo, que incluso llega a ahogar en aguas del rio Escalda al joven Gottfried (durante el preludio), o cargarse al propio cisne durante su conocido monólogo In fernem Land del tercer acto (ambos sucesos fueron inventados), además de dar muerte a Telramund (esposo de la retorcida Ortrud), en defensa propia (único hecho cierto del libreto).
Lo que se ofrece es una versión tan caprichosa como pueril, alejada por completo de la leyenda de un caballero del Grial del medievo, que su bisabuelo convirtió en el salvador de Elsa, hija del difunto Duque de Brabante, a la que Ortrud (la mala de la ópera) acusa de manera torticera de haber asesinado a su hermano Gottfried, legítimo heredero del trono. Tampoco ayudó demasiado la oscura y mal iluminada escenografía del negro bosque que viste la escena, ni los tres cubículos colgados a media altura del escenario para justificar la dramaturgia del segundo acto.
En fin, como la señora es uno de los últimos miembros directos de la familia, parece que todo vale, pero en Barcelona no fue así, al menos para el bregado público wagneriano liceísta, que acogió su presencia en el escenario durante los saludos con un sonoro e intenso abucheo. La comidilla final tras la función, entre aficionados y profesionales, era que nadie había entendido nada de lo ocurrido. Ahí estuvo la clave de la función, pero no hay que darle más vueltas al asunto, que no da para más comentarios.

Klaus Florian Vogt, Elisabeth Teige, Miina-Lissa Värelä, Ólafur Sigurdarson, Günther Groissböck, Roman Trekel, reparto de la ópera ‘Lohengrin’
Musicalmente, estuvieron mucho mejor las cosas, gracias al buen trabajo en el foso de Josep Pons, muy seguro de lo que llevaba entre manos, sacando petróleo de una orquesta muy entonada y precisa y de un coro más que correcto. El maestro catalán delineó una versión de tiempos muy vivos, intensa y contrastada en las dinámicas, con la mirada puesta más bien en los orígenes románticos de la ópera alemana: Weber (Der Freischütz) y Beethoven (Fidelio), que en los grandes dramas posteriores del autor.
El reparto podría haber sido escogido en cualquier otro coliseo lírico de campanillas. Destacó entre todas la voz luminosa de Elisabeth Teige, que lució un hermoso timbre de soprano lírica pura. Sensacional la Ortrud de Miina-Liisa Värelä, que solo cantó en el estreno de anteayer, a causa de las desavenencias surgidas en Bayreuth en 2022 entre Katharina Wagner e Irene Theorin, quien se ocupará de interpretar este mismo personaje en el resto de las funciones programadas. El incombustible tenor Klaus Florian Vogt, que a muchos aficionados les fascina y otros lo detestan por su voz blanquecina, volvió a demostrar que conoce y aborda el peliagudo rol wagneriano como pocos colegas lo pueden hacer hoy día. Lo cierto es que Vogt lleva cantado (muy bien) este papel desde hace más de dos décadas y por lo escuchado en la función del lunes, parece que no ha pasado el tiempo por él. La voz sigue en su sitio, con una proyección extraordinaria y unos agudos firmes (como la primera vez que lo escuché en 2006). Además, hay que tener en cuenta que ahora el tenor alterna este rol de corte más lírico con papeles mucho más dramáticos y complicados como Tristán o Sigfrido (sin ir más lejos este próximo verano en Bayreuth).

Katharina Wagner (Bayreuth, 1978), bisnieta de Richard Wagner
Al Telramund de Ólafur Sigurdarson, de voz potente pero tosca, le falta un punto de malignidad y autoridad vocal para abordar con éxito este siniestro personaje. Al Heinrich de Günther Groisböck le desaparecieron los graves hace tiempo, y hoy carece de presencia vocal (que no escénica), mientras que el barítono Roman Trekel, al que ya se le pasó su mejor momento, presentó algunas dificultades vocales.
Al final hubo mucho éxito en los saludos (por este orden) para Pons y su orquesta, Teige, Vogt y Liisa Värelä. Al resto de los cantantes se les recibió con total corrección. El coro que tuvo una sólida actuación fue también muy aplaudido. Solo la señora Wagner tuvo que soportar un gran abucheo general (con algunos vítores sueltos), que no le hicieron perder la sonrisa en ningún momento. ¡La verdad es que está muy acostumbrada! Según ella misma, afirmaba a la salida de la representación, según una redactora de La Vanguardia: “Me complace que me abucheen cada vez que estreno un montaje operístico. En el Liceu me he sentido como en casa [en referencia directa al Festival de Bayreuth].
- Barcelona. Gran Teatre del Liceu. 19 de marzo de 2025. Klaus Florian Vogt, Elisabeth Teige, Miina-Lissa Värelä, Ólafur Sigurdarson, Günther Groissböck, Roman Trekel. Coro y Orquesta del Gran Teatre del Liceu. Director musical: Josep Pons. Directora de escena: Katharina Wagner. Richard Wagner: Lohengrin. Nueva producción.