Arantxa Echevarría

Arantxa Echevarría: “Las víctimas tienen derecho a que se cumplan las condenas y a ser escuchadas”

La directora de 'Carmen y Lola' estrena este viernes 'La infiltrada', en la que Carolina Yuste interpreta a una agente que se introdujo en el seno de la banda terrorista ETA

Arantxa Echevarria, directora de 'La infiltrada'
Arantxa Echevarria, directora de 'La infiltrada'

Sus películas se dedican a retratar a personajes femeninos que deben abrirse camino en entornos opresivamente masculinos, y cada una de ellas utiliza para ello un lenguaje distintivo. Carmen y Lola (2018) y Chinas (2023) son cine social; Políticamente incorrectos (2024) funciona a modo de sátira caricaturesca y la película que a bordo de la que este viernes regresa a la cartelera es un thriller político.

En La infiltrada, en efecto, la bilbaína recrea la historia real de Aranzazu Berradre Marín, pseudónimo utilizado por una policía nacional que en la década de los 90 permaneció ocho años dentro de ETA, y cuya contribución fue esencial para la desarticulación del comando Donosti en 1999.

El nombre real de Aranzazu Berradre es conocido desde hace mucho tiempo. ¿Por qué decidió no mencionarlo en la película?

No quise señalarla. Su nombre ya fue desvelado en su día por periodistas de la publicación abertzale Ardi Beltza, que incluso se desplazaron a Logroño para intentar entrevistar a sus padres; ellos ni siquiera sabían que su hija estaba infiltrada. Las paredes de las herriko tabernas de la época, además, se llenaron de imágenes en las que el rostro de Aranzazu aparecía en el centro de una diana, y ella tuvo que huir de España. No hemos querido causar ningún problema a las personas reales que hay detrás de la historia que cuenta La infiltrada. Si otros medios quieren dar nombres, allá ellos.

Luis Tosar y Carolina Yuste protagonizan 'La infiltrada'

Luis Tosar y Carolina Yuste protagonizan ‘La infiltrada’

A diferencia de los de otros infiltrados en ETA, como Mikel Lejarza o José Antonio Anido, el caso de Berradre no tuvo mucha exposición mediática hasta ahora. ¿Cuál cree usted que es el motivo?

Diría que son dos motivos. El primero es que ella fue la primera persona infiltrada perteneciente a los cuerpos de seguridad del Estado. Personajes como Lejarza o Anido no eran ni policías ni guardias civiles, sino confidentes de quienes se conseguía información a cambio de dinero; su información, dicho de otro modo, podía ser veraz o no, y no existían garantías de que no cambiaran de bando. Ella se encontraba en situación totalmente alegal, casi nadie sabía que era una infiltrada. El segundo motivo, claro, es que es una mujer. De haber sido un hombre, seguro que ya se habría hecho como mínimo una película sobre ella, y por supuesto la habría dirigido otro hombre.

¿Cuál fue el trabajo de documentación llevado a cabo durante el proceso de escritura de la película?

Fue muy complicado, porque no existe ningún material documental. Las escuchas policiales llevadas a cabo durante la infiltración fueron borradas, y tampoco hay informes escritos; como digo, aquella fue una operación alegal. Hablamos con el periodista Pablo Muñoz, gran conocedor de los entresijos de los cuerpos de seguridad del Estado, y gracias a él entramos en contacto con las personas reales que participaron en la operación; entre ellas, por supuesto, está el comisario que se encargó de reclutar a Aranzazu, apodado ‘El inhumano’. Cada uno de los implicados dio su versión, y había discrepancias entre unas y otras; el tiempo difumina la memoria. Nos mantuvimos tan cerca de la verdad como nos fue posible. A la propia Aranzazu se le hizo llegar la primera versión del guion y, como era de esperar, no respondió. Tal vez verá la película, pero seguro que nunca sabremos qué le ha parecido.

Dado que usted no puedo hablar con Berradre, tiene sentido que la película no ahonde en sus motivaciomes. ¿Cuáles cree usted que fueron?

En efecto, no hay forma de saber por qué decidió dejar de tener una vida propia durante ocho años, dejar de hablar con su familia y empezar a arriesgarse permanentemente a que le pegaran un tiro en la nuca. Indagamos en su pasado, y averiguamos que ni tenía familiares que hubieran sido policías o militares ni había vivido de cerca el conflicto de ninguna manera; era una chavala de Logroño, y ya. Supongo que a la hora de aceptar el trabajo pudieron tener algo que ver la inconsciencia propia de la juventud y, por supuesto, ciertas dosis de ambición. Y, una vez estuvo dentro, tal vez siguiera adelante por un sentido del deber, tanto profesional como hacia sí misma. En todo caso, en la película preferimos no inventarnos motivaciones épicas propias de película de Hollywood.

Carolina Yuste es Elena Tejada en 'La infiltrada'

Carolina Yuste es Elena Tejada en ‘La infiltrada’

La infiltrada incluye escenas en las que un etarra habla con candidez de su familia, sus sentimientos y sus anhelos, e incluso juega al parchís. Habrá quien la acuse de “humanizar” a los terroristas…

Pero es que esa era la realidad. Yo misma tenía amigos de infancia que acabaron metidos en la izquierda ‘abertzale’. Si tenías ideas progresistas, o estabas descontento con el sistema o no querías hacer el servicio militar, lo más seguro es que acabaras ahí metido a menos que tuvieras a alguien cercano que te agarrara para pararte, como tu ‘aita’ o tu ‘ama’. Ibas a una manifestación, después te tomabas algo en una ‘herriko taberna’ donde conocías a tal o cual persona y, con el tiempo, podías acabar perfectamente con un arma en la mano. Nosotros hemos querido dejar claro que las circunstancias de una joven policía infiltrada y las de un joven etarra no eran tan distintas: ambos eran personas que habían cambiado su vida y perdido a su familia en pos de algo que en realidad no conocían ni controlaban muy bien.

¿Por qué es importante seguir haciendo películas sobre la historia de la violencia de ETA?

Porque es necesario hacer un ejercicio de memoria histórica. La gente joven o bien desconoce por completo lo que fue ETA o bien tiene una información muy vaga al respecto. Me gustaría que ver la película los animara a investigar sobre el asunto, a conocer sus orígenes y su evolución, y a descubrir que en su día ETA utilizó una expresión tan horripilante como “la socialización del dolor” para dejar claro que nadie que se opusiera a ellos estaba a salvo. Por lo demás, La infiltrada no quiere dar lecciones ni generar polémicas. De hecho, me encantaría que no las generara, porque eso volvería a demostrar hasta qué punto hemos avanzado como sociedad.

Un fotograma de 'La infiltrada' con una manifestación proetarra

Un fotograma de ‘La infiltrada’ con una manifestación proetarra

Hablando de polémicas, la película se estrena en medio de la controversia generada por la reforma legal que permitirá una rebaja de penas a presos etarras. ¿Qué opina al respecto?

Debo confesar que la promoción de la película me ha impedido informarme sobre los pormenores del asunto lo suficiente como para opinar al respecto. Sé que la reforma es consecuencia de una directiva europea, y que fue aprobada por unanimidad en España. Y creo que las víctimas tienen derecho a que se cumplan las condenas y a ser escuchadas. Pero también que debemos pensar en el futuro. Me asusta es la instrumentalización de ETA con fines electoralistas, el empeño de los políticos por mantener abiertas heridas que la sociedad ya lleva mucho tiempo queriendo dar por cerradas.

Teniendo en cuenta la radicalización que aqueja el panorama político, y que los extremismos suelen nutrirse los unos a los otros, ¿ve posible un futuro en el que la violencia vuelva al País Vasco?

No. Vivimos en una democracia efectiva, hay verdaderos foros de debate y vías políticas a través de las que abordar asuntos como la autodeterminación. Actualmente se puede dialogar, discutir, negociar y llegar a acuerdos. Es una cuestión de inteligencia emocional: la ciudadanía la ha alcanzado, ahora falta que los políticos hagan lo mismo, y que nos dejen un poco en paz.

TAGS DE ESTA NOTICIA