Las monjas cismáticas reconvertidas en empresarias a la espera del desahucio

A la espera de deshaucio las clarisas expulsadas han puesto en marcha una sociedad limitada con la que comercializan sus dulces

Fotografía publicada en una cuenta en la red social Instagram (@tehagoluz), de reciente creación, en la que se ve a una decena de las religiosas Clarisas del Monasterio de Belorado (Burgos) con sus familias y con el religioso que las está acompañando en el proceso.
Las monjas rebeldes de Belorado, en una imagen colgada en redes sociales EFE/red social Instagram (@tehagoluz)

Belorado es un pueblo burgalés conocido por su extraordinaria peletería, su intenso frío mesetario y por la galopante despoblación que azota a esta localidad. Un pasado esplendoroso, un presente que rebrota en verano con la llegada de los que vuelven a pasar las vacaciones en el pueblo y con un futuro incierto, ligado a la decreciente industria peletera, al campo y a vivir de la pensión.

De repente es mayo y la alegría de la primavera altera la sangre de la tranquila convivencia de sus casi dos mil vecinos. No daban crédito a lo que estaba sucediendo. Su pueblo se había convertido en foco informativo, prensa, televisiones, radios, curiosos, espontáneos… a cuenta de lo que sucedía intramuros del convento de las Clarisas. Una comunidad contemplativa, reclamo de visitantes por su extraordinaria confitería, lugar de oración y clausura de una veintena de hermanas.

Las monjas clarisas de Belorado habían decido romper con Roma, un cisma con la Iglesia conciliar que no reconocía la vigencia y autoridad de ningún Papa posterior a Pio XII. Juraban obediencia a la llamada Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, contraria al Concilio Vaticano II, bajo la tutela de Pablo de Rojas Sánchez-Franco su fundador y excomulgado en 2019.

En verano llegaron las desavenencias con el obispo fake De Rojas que abandonó las dependencias junto a su portavoz, el auto denominado padre Ceacedo. Las monjas cismáticas de Belorado, ya excomulgadas por el Arzobispado de Burgos, han abierto las puertas del convento en el que se han fortificado a otro autodenominado obispo, Rodrigo Henrique Ribeiro Da Silva, su nuevo guía espiritual encargado de las eucaristías de corte preconciliar y de atender los diferentes servicios religiosos. Desde el Arzobispado confirman haber tenido conocimiento de las entradas y salidas recurrentes de personas ataviadas con trajes eclesiásticos sin autorización.

Mientras siguen elaborando dulces como Sociedad Limitada desde este mes de diciembre. Una micropyme de exmonjas a pleno rendimiento navideño para afrontar las deudas, el día a día y el proceso judicial por desahucio abierto por el Arzobispado. Admiten el apadrinamiento de gallinas y donaciones a través de todos los cauces según difunden en redes sociales. En su determinación por seguir su particular cruzada se especula con la posibilidad de que el obispo Ribeiro quiere adquirir una propiedad en la provincia que suponga un plan B en caso de desahucio y erigir desde allí un seminario de fieles de esta corriente contraconciliar de corte ultraconservadora y negacionista.

No ha habido forma y manera de mediar con la madre abadesa, sor Isabel de la Trinidad, insisten desde el Arzobispado. Su máximo exponente el arzobispo Mario Iceta, a quien el Papa Francisco otorgó plena libertad para actuar, ha sido incapaz de acceder al convento, de hablar con cada una de las monjas y conocer de primera mano su verdad, más allá de la portavocía y figura de autoridad de la madre superiora. La negativa de sor Isabel a transitar los cauces ordinarios se ha traducido en una judaización del asunto. El Juzgado de Briviesca ha admitido a trámite la demanda para desalojarlas. La querella sigue en trámite dada la dificultad de notificar a todas las denunciadas y ser llamadas a testificar y es que algunas monjas abandonaron en plena batalla durante este via crucis de rebeldía y poder.

De toda la comunidad religiosa atrincherada en el convento burgalés, el Arzopispado ha ejercido una salvedad y es dejar fuera del proceso de excomunión y desahucio a cinco hermanas, las de mayor edad y con diferentes grados de dependencia. Desde el ministerio eclesiástico han considerado que sufren un grado de vulnerabilidad que las exime de las decisiones del resto de la comunidad. De hecho, está prevista la llegada de monjas clarisas que atiendan a estas ancianas, según la Federación de Clarisas de Nuestra Señora de Aranzazu.

El mayor núcleo, en el que permanecen aún una diez monjas cismáticas, son conscientes de que sobre ellas pende el reloj. Se ha puesto en marcha la cuenta atrás para su salida, son pocas las opciones de ganar en los tribunales mientras se aferran a los extensos tiempos que la justicia suele tomarse para dictar sentencia.

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