Alejada de la ruta habitual que recorren los miles y miles de turistas que cada año visitan la ciudad de Roma, la Appia Antigua es aún una joya bastante desconocida. Sin embargo, ahora que la Unesco acaba de reconocerla como Patrimonio Mundial de la Humanidad, puede que este discreto anonimato cambie a favor de enseñar al mundo su grandiosidad. Situada al sur de la ciudad, dentro de un parque regional de más de 4 mil hectáreas que la acoge, esta calzada romana tiene dos mil años de vida y mucha historia que contar. Fue principal en las conquistas hacia el sur del Imperio y se convirtió también en un lazo de unión cultural con Grecia. Es por eso que el sobrenombre de “reina” no le queda grande, ni mucho menos. Pasear por ella nos permite ser testigos de una obra que se convirtió en un modelo urbanístico para toda una civilización.
A ambos lados de la calzada los restos romanos de mausoleos y otras construcciones conviven con algunas de las casas más lujosas de toda la capital italiana que comenzaron a construirse en los 50. De hecho allí se situaba Villa Grande, una de las mansiones del ex primer ministro Silvio Berlusconi, que compró en 211 por 3,7 millones de euros, escenario de pactos políticos hasta los últimos meses de su vida. Precisamente el valor histórico de la vía junto con el entorno de naturaleza en el que está inmerso la convierten en un lugar único. Así habla de esa unión irresistible el director del Parque Arqueológico de la Appia Antigua, Simone Quillici, uno de los artífices de este reconocimiento internacional. “El que viene a visitar este lugar tiene la posibilidad de entrar de lleno en la Antigua Roma”, explica. “Es verdad que estamos fuera del ciclo turístico habitual, que dura de media dos días en nuestra ciudad y se centra en el centro, pero hay pocos lugares que juntan paisaje y cultura como este”, añade.
En la actualidad, además de la parte incluida en la ciudad de Roma, su recorrido sigue siendo patrimonio también de los otros 73 ayuntamientos de cuatro regiones diferentes por las que pasa. Su nombre se debe al primer magistrado romano que la construyó, Appio Claudio Cieco, nos colocamos en el 323 d. C. y la intención inicial era que sirviese como herramienta para mayores conquistas militares, para llegar a otros lugares. Con el tiempo evolucionó para unir rutas de mercado y dio lugar a importantes intercambios culturales y sociales. Si es verdad que todas las calles llevan a Roma, esta permitió hacer el camino inverso y llevar a Roma a muchos lugares fuundamentales para el desarrollo interdisciplinar de todo un Imperio. Fue una puerta al mundo que sigue, casi, intacta, a día de hoy.
Pasando, como decimos, por varias regiones italianas, la Appia Antigua termina en la ciudad de Brindisi, en Puglia, y es precisamente ahí donde abría el Imperio Romano, desde el Mar Adriático, a sus vecinos griegos que consideraban la cuna de todo. “Era una gran obra de ingeniería que se convirtió también la calzada de la cultura porque conectaba dos civilizaciones muy importantes como el Imperio Romano y la Magna Grecia”, añade Quillici que habla también de su destacada organización. “Había puntos donde se podía parar para descansar, estaba organizada a la perfección, y era toda una referencia. Los romanos entre acueductos y calzadas han construido todo su Imperio”, añade. Además, en aquel momento, muchos no saben que los muertos no se enterraban dentro de las ciudades y las grandes vías estaban, como es en este caso, rodeadas de los mausoleos que se creaban en las salidas de las urbes como la de la Roma.
Durante muchos siglos la Appia Antigua estuvo abandonada a su suerte, solo a partir de la llegada del Renacimiento se inició a trabajar para su reapertura. Con los siglos se fue redescubriendo el importante valor de esta calzada y trabajando para que sea lo que hoy vemos cuando visitamos esta parte de la ciudad de Roma. De hecho, el trabajo para que hoy haya sido finalmente reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco comenzó ya hace más de dos años con la elaboración y se conoció públicamente hace uno con la candidatura oficial. Entre la dirección del Parque Arqueológico de la Appia Antigua y el Ministerio de Interior italiano desarrollaron una larga labor de documentación para aportar los datos históricos necesarios. “Han sido centenares de documentos revisados, todo para darle forma a lo que hemos obtenido y para llegar preparados al reto futuro de gestir y promover este reconocimiento”, añade el director.
Ahora esta parada se incluirá, seguramente, en muchas más rutas por la ciudad de Roma y quien se anime a descubrir la Appia Antigua podrá decir también de haber estado en uno de los icónicos y enigmáticos escenarios elegidos por Paolo Sorrentino para su película fetiche ‘La gran belleza”.