La televisión española ha sido testigo de numerosas producciones que han dejado una huella indeleble en la cultura popular. Sin embargo, pocas han alcanzado la longevidad y el cariño del público como Aquí no hay quien viva y su sucesora espiritual, La que se avecina. Estas dos series, a pesar de sus similitudes, han logrado capturar la esencia de diferentes épocas, ofreciendo a la audiencia un espejo en el que reflejar la realidad sociocultural del país.
Aquí no hay quien viva comenzó a emitirse en 2003, en Antena 3. Muy rápido, se convirtió en un fenómeno de masas. Su retrato de la vida en una comunidad de vecinos en el centro de Madrid, lleno de personajes entrañables y situaciones cómicas, convenció al público casi de inmediato. Se convirtió en una de las series más queridas de la televisión española. Con un humor agudo y un guion que satirizaba la sociedad de la época, logró conectar con una amplia audiencia que se veía reflejada en las peripecias diarias de sus personajes.
Por otro lado, La que se avecina, que comenzó su andadura en 2007, surgió como una respuesta a la cancelación de Aquí no hay quien viva, llevándose consigo gran parte del elenco y el equipo creativo. Aunque en un principio se vio como una simple continuación, pronto demostró ser una serie con identidad propia. Una serie adaptada a los cambios sociales y culturales de la siguiente década. A lo largo de los años, ha sabido mantenerse vigente, evolucionando tanto en su narrativa como en su enfoque humorístico.
¿Comparten ambas series realmente el mismo argumento?
El argumento de Aquí no hay quien viva se centra en la vida cotidiana de los habitantes de un edificio en la ficticia calle Desengaño 21, en pleno centro de Madrid. La serie captura de manera magistral la convivencia vecinal, un aspecto intrínseco a la vida urbana en España, donde los lazos comunitarios y los conflictos entre vecinos son temas recurrentes. La comunidad de vecinos se enfrenta a una serie de problemas y situaciones que reflejan la realidad de la clase media española de principios de los 2000: la lucha por la supervivencia económica, las crisis familiares, los cambios sociales y el desafío constante de vivir en una comunidad diversa.
El núcleo temático de Aquí no hay quien viva radica en la convivencia. Muestra cómo personas con diferentes trasfondos y personalidades deben aprender a vivir juntas. La serie aborda cuestiones como la tolerancia, la solidaridad, y la lucha por mantener una convivencia pacífica. Pero también explora temas más serios como la soledad, la homosexualidad, la precariedad laboral y el choque generacional. Todo esto se presenta con un tono humorístico —pero no por ello menos crítico— que invita a la reflexión sobre los problemas reales que enfrenta la sociedad.
El contexto sociocultural en el que se desarrolla Aquí no hay quien viva es clave para entender su éxito. A principios de los 2000, España estaba experimentando un boom inmobiliario. El acceso a la vivienda se estaba convirtiendo en un problema acuciante para muchos jóvenes y familias. La serie refleja este desafío a través de personajes que luchan por encontrar su lugar en el mundo, tanto literal como figurativamente. La comunidad de vecinos de Desengaño 21 se convierte así en un microcosmos de la sociedad española. Cada personaje representa un arquetipo reconocible, desde el presidente de la comunidad obsesionado con el orden hasta la joven que sueña con independizarse, pero no puede permitírselo.
La que se avecina, por su parte, toma el testigo de Aquí no hay quien viva, pero lo lleva a un nuevo entorno: Mirador de Montepinar, una urbanización a las afueras de una gran ciudad. Esta mudanza no es solo geográfica, sino también temática. Si Aquí no hay quien viva se centraba en la convivencia vecinal en un entorno urbano consolidado, La que se avecina explora la vida en una urbanización de reciente construcción, reflejando el sueño español de prosperidad económica y la búsqueda de un ideal de vida en la periferia de las ciudades.
El cambio en el escenario permite a La que se avecina abordar nuevas temáticas que se relacionan con la evolución de la sociedad española tras la crisis financiera. Mientras que Aquí no hay quien viva representaba una sociedad en expansión, confiada en el futuro, La que se avecina expone una España más desencantada, donde el individualismo y el materialismo se hacen más evidentes. Los personajes de La que se avecina son más ambiciosos, a menudo egoístas, y el humor de la serie se basa en situaciones más exageradas y absurdas que en la serie anterior. La urbanización Mirador de Montepinar se convierte en un símbolo del nuevo “sueño español”, donde el éxito se mide en términos materiales, pero también en un espacio de frustración y desengaño cuando esos sueños no se cumplen.
El enfoque temático de La que se avecina es más amplio y a menudo más satírico que el de Aquí no hay quien viva. Aunque sigue explorando la convivencia vecinal, lo hace desde una perspectiva más crítica y surrealista. Los conflictos en La que se avecina a menudo tienen una escala mayor, con personajes que se involucran en situaciones cada vez más disparatadas. Lo que refleja una evolución en la forma de hacer comedia en televisión, adaptándose a un público que, tras la crisis económica, se muestra más escéptico y menos ingenuo.
La comparativa entre los personajes de ‘Aquí no hay quien viva’ y ‘La que se avecina’
Uno de los mayores atractivos de ambas series es su elenco de personajes, que han conseguido ganarse el cariño del público por su carácter entrañable y, a menudo, por lo caricaturesco de sus personalidades. En Aquí no hay quien viva, los personajes se presentan como arquetipos clásicos de la sociedad española. Cada uno de ellos encarna un estereotipo que se explota con fines cómicos, pero también con un toque de humanidad que los hace accesibles y reconocibles para el espectador. Juan Cuesta, el eterno presidente de la comunidad, es un personaje que encarna la burocracia y el peso de las responsabilidades, mientras que personajes como Belén o Mauri simbolizan las frustraciones y los retos de la vida urbana contemporánea.
En La que se avecina, muchos de estos arquetipos se trasladan y evolucionan. Personajes como Antonio Recio, el mayorista que no limpia pescado, o Amador Rivas se han convertido en iconos culturales. A diferencia de Aquí no hay quien viva, donde los personajes mantienen un cierto realismo, en La que se avecina se exageran demasiado los rasgos, y eso contribuye a un humor más surrealista. Sin embargo, esta exageración no disminuye la capacidad de la serie para conectar con el público. Más bien, ofrece una visión distorsionada pero familiar de la sociedad.
Uno de los aspectos más notables en la evolución de La que se avecina es el desarrollo de los personajes a lo largo de las temporadas. Mientras que en Aquí no hay quien viva los personajes evolucionan, pero dentro de un marco relativamente estable, en su continuación los personajes experimentan cambios más radicales. Esto es especialmente visible en personajes como Amador, cuya vida pasa por numerosas transformaciones, desde padre de familia respetable hasta un hombre sumido en la ruina personal y económica. Estos cambios permiten a la serie explorar una mayor variedad de situaciones y mantener el interés del público a lo largo de más de una década de emisión.
Las relaciones entre personajes son el corazón de ambas series. Y la manera en que estas relaciones se desarrollan y cambian es una de las principales razones de su éxito. En Aquí no hay quien viva, la comunidad de vecinos funciona casi como una familia extendida, donde las tensiones y los conflictos son inevitables. Pero también lo son las reconciliaciones y los momentos de solidaridad. Las tramas suelen centrarse en los esfuerzos de los personajes por mantener una cierta normalidad en sus vidas a pesar de las circunstancias a menudo caóticas en las que se encuentran.
En La que se avecina, las relaciones entre los personajes son más complejas y a menudo más volátiles. La serie explora el individualismo y la falta de solidaridad en una sociedad más competitiva y menos cohesionada. A pesar de vivir en una comunidad, los personajes de La que se avecina a menudo actúan movidos por intereses personales, provocando conflictos constantes. Sin embargo, esta dinámica también permite momentos de gran comedia, donde las alianzas temporales y las traiciones inesperadas crean situaciones imprevisibles y cómicas.
El impacto de estas dinámicas en la audiencia es significativo. Mientras que Aquí no hay quien viva genera un sentido de nostalgia y pertenencia, La que se avecina ofrece una visión más cínica pero igualmente divertida de las relaciones humanas. Ambas series, en este sentido, logran conectar con el público, ya sea a través de la identificación con las situaciones que presentan o mediante la exageración cómica de las mismas.
El humor y el estilo narrativo de ambas series
El humor de Aquí no hay quien viva se caracteriza por su enfoque costumbrista. Es decir, por su capacidad para capturar y satirizar las costumbres y situaciones cotidianas de la vida en comunidad. La serie toma situaciones ordinarias y las lleva al extremo, creando un humor que es a la vez reconocible y sorprendente. Este estilo de humor es particularmente efectivo porque se basa en la observación de la realidad, lo que permite a la audiencia verse reflejada en las situaciones que se presentan.
Uno de los aspectos más destacados del humor en Aquí no hay quien viva es su capacidad para incorporar referencias culturales que reconoce el espectador español. La serie no solo satiriza la vida cotidiana, sino también fenómenos sociales y políticos de la época: la burbuja inmobiliaria, la precariedad laboral y los cambios en las estructuras familiares. Este tipo de humor, que mezcla lo personal con lo social, le da a la serie una profundidad que va más allá de la simple comedia de situaciones.
Por otro lado, La que se avecina adopta un enfoque más surrealista y exagerado en su humor. La serie toma la base costumbrista de Aquí no hay quien viva, pero la lleva a un nivel donde las situaciones se vuelven casi absurdas, rompiendo a menudo con la lógica interna para sorprender al espectador. Este cambio en el estilo humorístico refleja una evolución en el gusto del público, que a lo largo de los años ha buscado en la comedia una forma de escape de la realidad, en lugar de un simple reflejo de la misma.
El humor en La que se avecina también se distingue por su capacidad para adaptarse y evolucionar con el tiempo. A lo largo de las temporadas, la serie ha introducido nuevas formas de humor, incluyendo la parodia de géneros televisivos, el humor negro y la comedia física. Eso le ha permitido mantenerse fresca y relevante. Esta flexibilidad en el estilo humorístico es una de las razones por las cuales La que se avecina ha logrado perdurar en el tiempo, adaptándose a los cambios en la sociedad y en las expectativas del público.
La decisión final sobre cuál de las dos series es mejor dependerá en gran medida de las preferencias individuales del espectador. Aquí no hay quien viva ofrece una visión nostálgica y crítica de la sociedad española de los 2000, mientras que La que se avecina presenta una mirada más cínica y moderna a la vida en comunidad. Desde luego, ambas series, en sus respectivos contextos, han sabido capturar el espíritu de su tiempo y dejar una marca indeleble en la cultura televisiva española.