El odio a las mujeres no es nada nuevo, aunque ante el auge feminista de los últimos años parece haber adquirido un nuevo tinte, consolidándose casi como subcultura. Esto ha disparado los mensajes antifeministas, especialmente en redes sociales, donde se ha generado un auténtico glosario de términos sexistas.
Estos “hombres que odian a las mujeres” se dan cita en la manosfera, un submundo de internet compuesto de un conglomerado de espacios virtuales heterogéneos que dan cabida a una multitud de movimientos basados en la propagación de discursos misóginos y antifeministas.
El origen: Roosh V
En febrero de 2016, Daryush Valizadeh, un autoproclamado “gurú de la seducción” más conocido como Roosh V, saltó a los titulares internacionales cuando planeó reuniones sólo para hombres en decenas de ciudades. Se había ganado la fama (y el rencor) por escribir guías para ligar como Bang Ukraine: cómo hacer el amor a mujeres ucranianas in Ukraine y Don’t Bang Denmark: Cómo hacer el amor con mujeres danesas en Dinamarca (si no hay más remedio). Lo más polémico fue su argumento de que legalizar la violación en la propiedad privada ayudaría a controlarla, una opinión que más tarde insistió en que era satírica.
Su web, Return of Kings, fue una de las más visitadas hasta 2020, que tuvo un parón, y una de las principales de la “manosfera”. En ella, Roosh y sus compañeros de redacción rumian cuestiones como por qué los hombres deberían salir con mujeres con trastornos alimentarios, por qué no se debería permitir votar a las mujeres» y por qué la homosexualidad es similar al nazismo.
4 Breakthroughs That Helped Me Sleep With 100+ Women on Tinder https://t.co/fRgroYpWDT pic.twitter.com/8lGYcj329Y
— Return Of Kings (@ReturnOfKings) September 25, 2018
Aunque Roosh V fue uno de los primeros en triunfar, lo cierto es que desde hace casi dos décadas han aflorado los foros, webs, blogs, canales de YouTube y perfiles en redes marcados por la defensa de una masculinidad cargada de misoginia que se siente amenazada por el sistema, las mujeres y, sobre todo, el feminismo, y que ellos llaman “neomasculinidad”. De hecho, su ascenso se ha producido en paralelo a la llegada del feminismo a las instituciones, produciéndose un repliegue antifeminista que se considera a sí mismo contracultural, aunque defiende muchos roles masculinos convencionales.
Tribus y subculturas
Dentro de esta manosfera cohabitan, desde hace tiempo y a nivel global, distintas subculturas, un sistema de castas explicado hasta la saciedad en webs y foros. Quizá los más conocidos son los incels, los “involuntary celibates” o célibes involuntarios, hombres que se definen a sí mismos por su incapacidad de establecer relaciones sexuales con mujeres. Los expertos explican que se trata de un grupo compuesto en su gran mayoría por hombres jóvenes cohesionado en torno al rechazo hacia las mujeres.
Otra de estas tribus la conforman los “activistas por los derechos de los hombres” (MRA, por sus siglas en inglés), que en España son los más abundantes y también los más politizados. Sus causas son los hombres maltratados, sobre todo en cuanto a las custodias paternas, y las denuncias falsas.
Los gurús del ligue (PUA, por pick up artists) han sido, especialmente durante los primeros años de la manosfera, los más seguidos y populares, aunque están en declive. Con un foco capitalista y con Andrew Tate como uno de los más reconocidos, este grupo se inserta también en uno más general que incluye a los “man in finance”, los “crypto bros” y aquellos que se erigen como genios de los negovios, el fitness y el éxito personal. Por último, los “hombres que siguen su propio camino” (conocidos como MGTOW, men going their own way), cuya misoginia no tiene interés monetario ni social, no quieren transformar nada, sino vivir al margen de la sociedad. Todos ellos se sienten víctimas de la discriminación que supone vivir en una sociedad que consideran “ginocéntrica”.
Dentro de su glosario sexista se encuentran también términos o expresiones como la “red pill”, que se refiere a un supuesto despertar de los hombres frente a la realidad que, a su juicio, impone el feminismo. Este concepto extrae su nombre de una escena de la película Matrix, en la que el protagonista debe decidir si aceptar la verdad o seguir viviendo una irrealidad. En la manosfera, el hombre “redpileado” comprende que hay una conspiración ginocéntrica a la que culpar de sus frustraciones y fracasos.
En la manosfera se hacen continuas alusiones a cómo hay que menospreciar a la “presa” más que halagarla (se habla mucho en términos de “caza” para referirse a las mujeres) y se emplea la expresión “body count”. Este término proveniente del mundo bélico y en el pasado hacía referencia a los enemigos abatidos en combate, pero en las últimas décadas ha adquirido una connotación sexual (y profundamente machista) debido a los roles de género.
El término body count hace referencia al “número de parejas sexuales” que ha tenido una persona. Normalmente este término suele utilizarse tanto para hombres como para mujeres: en el primer caso es positivo, en el segundo es negativo. Un conocido tiktoker machista hacía referencia a este término en un reel que se convirtió en viral: “La sociedad ha enseñado a las mujeres que es muy guay tener parejas sexuales, pero los hombres, una de las cosas que más miramos, es el body count, el número de parejas sexuales que ha tenido una chica. Por más que nos queráis engañar, estas cosas se saben. Vosotras estáis 100 % en vuestro derecho de acostaros con quien queráis, pero nosotros estamos 100 % en nuestro derecho de elegir con quién salimos y nos casamos. Os garantizo que si una chica tiene un body count alto queda descartada para ambas opciones”.
Hay muchas ideas que han nacido o se han propagado en la manosfera, como que las mujeres son unas interesadas y unas brujas, o la idea de la jerarquía sociosexual de los alfas, betas o sigmas; una jerarquía que aplican también a las mujeres, pero en sentido peyorativo, cosificándolas y otorgándoles una nota en función a su atractivo físico. En cualquier caso, en todas estas ideas trasciende una muy problemática: es su derecho como hombres el mantener relaciones sexuales con mujeres.
La consecuencia: terrorismo y violencia
Aunque en España empieza a abandonar lo virtual para llegar al mundo real, en lugares como Estados Unidos, pero también Canadá, Reino Unido o Suecia, se han producido actos violentos gestados en línea y las autoridades vigilan de cerca la radicalización de lo que describen como “terrorismo incel”. En los países nórdicos, la policía investiga sus vínculos con el supremacismo blanco; en Italia, con el neofascismo.
Fenómenos como el de Trump o, en nuestro país, el de Alvise, se han gestado en rincones de Internet como estos, si bien en nuestro país la manosfera tiene conexiones con partidos de ultraderecha como Vox y organizaciones como Hazte Oír, enmarcado en la llamada “guerra cultural“, en la que se pone en duda el machismo o la violencia contra las mujeres.
Si bien los foros incel varían en gravedad, el peligro del movimiento queda patente en los recientes actos violentos de autodeclarados incels. Elliot Rodger y Alek Minassian, que se identificaron como incels y cometieron asesinatos en masa contra mujeres y/o parejas, son dos ejemplos destacados. Además de sus violentos ataques, ambos dejaron «manifiestos» gráficos.
El «manifiesto» de Elliot Rodger habla de la necesidad de campos de concentración para exterminar a las mujeres, con la excepción de unas pocas selectas que se conservan “para el consumo” o con “fines reproductivos”. En algunos foros se refieren a Rodger como “San Elliot” o “Supremo Elliot Rodger”, y piden a más hombres que imiten sus acciones, haciéndose eco de la radicalización del movimiento.
Reddit Incels celebrate misogynist mass killer Elliot Rodger on “Saint Elliot’s Day” https://t.co/e2k7FQBrfk pic.twitter.com/ZHvxnW4Tci
— David Futrelle (@DavidFutrelle) May 23, 2017
Los autores de tiroteos masivos a menudo demuestran un sentido de derecho a algo que el mundo no les da, algo que creen firmemente que merecen. Y en ese espacio mental encajan perfectamente los hombres de la manosfera, que emplean la violencia (verbal, pero en ocasiones física) para ejecutar ataques para vengarse por ser sexualmente «infructuosos».
Según el Centro de Educación Ética de la Universidad de Fordham, mientras que el auge del feminismo digital y la positividad sexual enfurece al incel y a otras comunidades misóginas, lo que en última instancia les empuja a la violencia es el “entitlement”, el hecho de que se sienten legitimados. Mientras que las comunidades incel consideran que su falta de atractivo es un fracaso personal, creen firmemente que tienen derecho a la violencia, porque el sexo es algo que se les debe, y las mujeres “deben dar su brazo a torcer”. De igual forma, los autores de tiroteos masivos culpan a factores sociales externos de sus agravios contra las injusticias que perciben.
Por último, los ataques violentos que se han ejecutado con éxito iban dirigidos especialmente contra mujeres y parejas, y los autores, al igual que los asesinos en masa o los asesinos en serie, pretendían matar al mayor número de personas posible y a menudo se suicidaban antes de ser detenidos. Un paralelismo digno de estudio.