A lo largo de la historia, la percepción de la belleza ha evolucionado significativamente, reflejando cambios culturales, sociales y económicos. Desde las voluptuosas figuras de las pinturas de Rubens hasta la influencia de las celebridades como Kim Kardashian en la era digital, los cánones de belleza han sido tanto un espejo de su tiempo como un molde que intenta definir y delimitar la estética humana. Aprovechando el contexto de la reciente Met Gala 2024, hoy toca vestirse de seda. ¡Así que vamos a repasar toda esa trayectoria histórica de los cánones de belleza!
La belleza en el arte renacentista
El Renacimiento, una era de resurgir artístico y cultural que comenzó en Italia en el siglo XIV y se extendió por Europa, trajo consigo una nueva apreciación del cuerpo humano y la belleza física. Inspirándose en los clásicos griegos y romanos, los artistas renacentistas como Leonardo da Vinci y Miguel Ángel buscaron representar la belleza ideal a través de un equilibrio armónico de las proporciones. La famosa obra de Da Vinci, El Hombre de Vitrubio, encapsula este enfoque con su estudio de las proporciones perfectas del cuerpo humano. En el arte, las figuras mostraban una mezcla de realismo e idealización. Destacaba la belleza natural sin los adornos excesivos característicos de épocas anteriores.
Los cánones de belleza fijados por Rubens en el Barroco
En contraste con la estilizada idealización del Renacimiento, el Barroco, que dominó el siglo XVII, favoreció lo dramático y lo emocional. Peter Paul Rubens, uno de los exponentes más destacados de este periodo, es bien conocido por sus representaciones voluptuosas de la forma humana. Sus obras, como Las Tres Gracias, exaltan la belleza de cuerpos femeninos plenos y robustos. Marcó unos cánones de belleza donde la opulencia y la abundancia eran vistas como sinónimos de lo hermoso. Estas imágenes no solo reflejaban las preferencias estéticas de la época, sino también una visión del mundo más indulgente y festiva. El mundo propio de las cortes europeas de entonces.
La época victoriana y el Romanticismo europeo
Avanzando hacia el siglo XIX, la era victoriana en Inglaterra y el movimiento romántico por toda Europa trajeron consigo un enfoque más conservador y moralista hacia la representación de la belleza. La estética victoriana se caracterizaba por su rigidez y restricción, idealizando una figura femenina más recatada y cubierta. En contraste, el Romanticismo, con su énfasis en la emoción y la individualidad, celebraba la belleza en sus formas más naturales y espontáneas. Artistas como John William Waterhouse y otros prerrafaelitas, con su idealización de lo medieval y lo mítico, ofrecieron una visión más etérea y menos estructurada de la belleza femenina.
La llegada de los locos años 20
La década de 1920, conocida como los “locos años 20”, fue un periodo de gran liberación cultural que se reflejó intensamente en los cánones de belleza. La figura de la flapper, la joven moderna de los años 20, emergió con características distintivas: cabello corto a lo garçon, faldas más cortas y un menor énfasis en las curvas naturales. Esta era simbolizaba una rebelión contra las normas y restricciones victorianas anteriores.
La moda y la estética de esta época estaban impregnadas de un espíritu de independencia y modernidad. Era una época de libertad para las mujeres, tanto en su comportamiento como en su vestimenta. Leyendas como Louise Brooks y Clara Bow personificaron esta nueva idealización de la belleza. Unos cánones que priorizaban la juventud y la novedad sobre la opulencia o la voluptuosidad de las décadas anteriores.
La revolución de los cánones de belleza con el establecimiento del cine
Con la llegada del cine sonoro en la década de 1930, Hollywood se convirtió en un formidable formador de opinión en cuestiones de moda y belleza. Actrices como Greta Garbo y Marilyn Monroe establecieron nuevos parámetros de lo que se consideraba hermoso, influyendo en millones de personas a través de la gran pantalla. Monroe, en particular, con su cabello rubio platino y sus curvas generosas, redefinió los estándares de belleza femenina. Estábamos en una época de una sensualidad más abierta y accesible. El cine no solo capturaba la atención visual. También creaba arquetipos de elegancia, glamur y seducción que eran imitados por todo el planeta.
¡El turno de los 80!
La década de 1980 fue un periodo de excesos en muchos aspectos, incluidos la moda y la belleza. El culto al cuerpo se hizo evidente, con un enfoque en la figura atlética y tonificada. Celebridades como Madonna y Cindy Crawford dominaron la escena, promoviendo un ideal de belleza que incluía cabellos voluminosos, maquillaje intenso y el regreso de las curvas. Sin embargo, lo hicieron en un contexto de fitness y salud. Esta época también vio el auge de supermodelos que dictaban tendencias no solo en la pasarela, sino en todos los aspectos de la cultura popular, desde la música hasta los anuncios publicitarios.
La delgadez y el pelo rubio de las modelos de los 90 y los 2000
Los años 90 y el inicio del nuevo milenio continuaron la tendencia de las supermodelos, pero con un cambio hacia un ideal más delgado y etéreo. Figuras como Kate Moss, con su lema “nada sabe tan bien como se siente ser delgada”, impulsaron la estética de la heroin chic, que valoraba una delgadez casi extrema y un aspecto andrógino. Esta tendencia se complementó con una preferencia por el cabello rubio y largo, popularizado por estrellas como Pamela Anderson y posteriormente por Paris Hilton. Estos ideales fueron ampliamente difundidos y a menudo criticados por promover imágenes corporales poco realistas y potencialmente dañinas.
El cambio de paradigma en la actualidad
En los últimos años, hemos sido testigos de un cambio significativo en los cánones de belleza, impulsado por movimientos sociales que abogan por la diversidad y la aceptación de todas las formas corporales. La era de las redes sociales ha democratizado quién puede influir en los estándares de belleza, con figuras como Kim Kardashian promoviendo una estética que valora las curvas y una imagen más voluptuosa. A la vez, ha emergido un fuerte movimiento hacia la aceptación del cuerpo, representado por modelos de talla grande como Ashley Graham y activistas como Lizzo. Ellas desafían las nociones tradicionales de la belleza y promueven un mensaje de amor propio y diversidad corporal.
Esta era contemporánea también se caracteriza por una mayor visibilidad de la belleza no binaria y transgénero, con figuras públicas como Elliot Page y Laverne Cox redefiniendo lo que significa la belleza en sus propios términos. Además, la belleza inclusiva no se limita solo a la apariencia física. También abarca diversas edades, razas, tamaños y capacidades. El reflejo de una sociedad que valora más la autenticidad que la conformidad a un ideal inalcanzable.
La tecnología y la digitalización de la belleza, con aplicaciones de edición de fotos y filtros en redes sociales, aunque han contribuido a ciertas presiones estéticas, también han abierto caminos para que las personas se expresen de maneras únicas y diversas. La influencia de los influencers de belleza en plataformas como Instagram y TikTok ha creado un espacio donde múltiples formas de belleza pueden ser celebradas y vistas.
Este cambio de paradigma está aún en desarrollo. Hay debates en curso sobre los efectos de la digitalización en la percepción de la belleza. Y cómo las futuras generaciones definirán y valorarán la belleza en un mundo cada vez más virtual. Lo que es indiscutible es que la belleza ya no se percibe como un estándar único y excluyente. Todo lo contrario. Es un espectro amplio e inclusivo que refleja la diversidad del mundo real.