La prensa convocada, sentada, de pie, apuntando por las esquinas. Ella es la más alta de la sala, y llega pisando fuerte: es su primera aparición pública en Madrid después de todo el revuelo. Lo deja claro en varias ocasiones: no tiene por qué ocultarse. “Quizá mi lucha ha sido esta ahora: la del silencio”, confiesa. Karla Sofía Gascón ha experimentado una “bajada a los infiernos” después de haber sido elevada a los más altos altares, después de haberse convertido en ídolo, representante, adalid de los valores del nuevo pensamiento mundial, a veces a su pesar. “Yo no represento a nadie ni hablo en nombre de nadie”, repite a menudo.
En la sede de la maravillosa editorial Almuzara, que ha dado un paso al frente para publicar su nuevo libro (dice la actriz que es el cuarto que publica, aunque uno de ellos sólo está en Estados Unidos y otro aún está en proceso de edición), Lo que queda de mí, los editores hablan claro: “Se ha publicado que ha roto el contrato con otra editorial pero no es así: nunca hubo otro contrato”. Con una tirada inicial de 3.000 ejemplares, considerada media-alta, este libro adapta (y corrige, aunque sin censura, nos asegura) la edición que ha lanzado en México: “Está revisado y revisitado exclusivamente por la autora. No es biográfico, tiene momentos de ficción y al lector la toca dilucidar qué es realidad y qué no lo es”. Coge el testigo Karla Sofía Gascón para decir que ha sido “un libro muy doloroso”: “Parte de un momento muy difícil en mi vida. Siempre elijo el camino más complicado… Me costó mucho escribirlo”.
“Menos racista que Gandhi”
La defenestración de Karla Sofía Gascón después de estar nominada (e invitada) a todos los grandes premios del cine y después de haberse convertido en un altavoz de las personas trans llegó cuando la periodista Sarah Hagi recuperó y publicó una serie de tuits antiguos de la actriz, que continuaban publicados en su Twitter. En ellos se leían cosas como “Putos moros. Cuántas veces más la historia tendrá que expulsar a los moros de España…” o “Estoy harta de tanta mierda, del islam, del cristianismo, del catolicismo y de todas las malditas creencias de imbéciles que violan los derechos humanos”.
El libro saldrá a la venta el próximo 25 de marzo, pero el titular lo traía aprendido de casa. “Si lo queréis, aquí está: soy menos racista que Gandhi y menos de Vox que Echenique”. Algunos le reían la gracia, otros esperábamos que entrara en harina. “Aunque me haya dolido, aunque haya sufrido, yo siempre siempre repetiría lo que me ha sucedido en mi vida, porque si no no sería yo. Y si no, no aprendería ciertas cosas que tengo que aprender, seguramente”.

Karla Sofía Gascón, durante su almuerzo con la prensa en Madrid
“El odio no se puede acabar con el odio: no se puede responder al odio con más odio, pero es a lo que estamos acostumbrados en esta sociedad. Alguien nos insulta y nosotros insultamos el doble… y yo he sido así siempre”, explicaba, tratando de dar vueltas al tema principal: no deberíamos hacerlo, pero tantas veces lo hacemos, y así “no encontramos la paz”. Karla Sofía Gascón sabe que ha ido de “justiciera” en demasiadas ocasiones en su vida, y que le ha gustado “tomarse la justicia por su mano”: “Pero eso ya se ha acabado. Bueno, vamos a ver… porque siempre quedan reminiscencias. Y yo soy un poco vengativa”.
Ante la pregunta de su se siente perdonada, respondía con desdén: “A mí no me tiene que perdonar nadie nada”. No tiembla al hablar de la hipocresía de los que la han hecho caer (“ellos hacen lo mismo que critican”), de aquellos que rescataron su historial de tuits, los que sacan de contexto sus palabras o de la campaña que mantiene que hay orquestada contra ella. “Vamos a pensar a quién no le interesa que yo triunfe y tendremos la respuesta”. No ha dado nombres, no ha levantado la voz ni contra Netflix ni contra la Academia (“A mí me dijeron que entrara por una puerta y de repente no pasé por la alfombra roja. Si hubiera sido por mí, habría posado con los brazos abiertos”, dice) ni contra el reparto de Emilia Pérez. Pero ha dejado recados.
“Yo he visto a muchísimas personas hablar de mí sin conocerme, opinar de mí sin conocerme, decirme que era una señora de Vox, de extrema derecha, racista… Me han puesto calificativos de todo tipo sin conocerme en absoluto, simplemente porque les han hecho creer eso o han preferido creer eso”. E insiste en que nadie sabe decirle en concreto qué ha dicho ofensivo, qué puede haber molestado de sus declaraciones.

‘Lo que queda de mí’ (Almuzara), el primer libro de Karla Sofía Gascón
“Lo único que he hecho en mi vida ha sido comentar noticias y no voy a consentir que alguien diga que yo estoy blanqueando el nazismo o que estoy a favor de Hitler, porque me parece absurdo, me parece una tontería como un piano. Pero si me hubiera puesto a explicarlo dentro de una vorágine en la que lo único que se quería era eliminarme, habría sido imposible. Daba igual lo que dijera, daba igual lo que explicara, el daño ya estaba hecho”.
Sobre la polémica que la llevó a ser cancelada, es contundente: “He escrito más de 20.000 publicaciones en redes sociales en toda mi vida. Que justo escogieran las palabras adecuadas para intentar hacer daño no es una casualidad, es algo intencionado”. Y añade: “Las cosas tienen sentido cuando tienen sentido. Cuando reaccionamos a una noticia terrible lo hacemos desde la visceralidad, sin medir las consecuencias”.
“Tengo un respeto enorme por las personas musulmanas”
Ante las preguntas de los periodistas, Karla Sofía Gascón reflexiona sobre los términos utilizados en sus publicaciones: “Me he dado cuenta de que algunas de esas publicaciones, que ni recordaba, podían no ser justas con ciertas personas, y me refiero en concreto a las personas musulmanas, a quienes les tengo un respeto enorme”. Sin embargo, insiste en que su crítica siempre ha sido hacia “el fanatismo y el terrorismo, no hacia las religiones ni sus creyentes”. Le parece desafortunada y exagerada la palabra “racismo” para hacer referencia a su caso, algo contra lo que ella dice “haber luchado toda la vida”. “Me parece totalmente injusto”
Más allá de los tuits, Gascón cree que la campaña de desprestigio contra la película fue mucho más allá. “Yo tengo muchas teorías, pero son mías. No voy a saber la verdad ni yo, ni tú, ni nadie. Pero es obvio que había una intencionalidad. Si no, ¿a quién le importa sacar cuatro palabras fuera de contexto?”. Y concluye: “Se creó una imagen de mí que no me representa. Se eligieron unas palabras y se ignoraron todas las demás”.

Karla Sofía Gascón, en la presentación de su libro en Madrid. Europa Press
Karla Sofía Gascón no oculta su enfado y decepción ante lo ocurrido. “Me ha molestado mucho y estaba muy cabreada, pero no tenía oportunidad de defensa”, lamenta. “Si te soy sincera, me quitaron lo que más aprecio en este mundo y me siento realmente traicionada, como si me hubiera traicionado a mí misma”. La actriz reflexiona sobre su actitud en este proceso y cómo, al guardar silencio, sintió que se alejaba de sus propios principios. “Desde hace mucho tiempo decidí que no tenía que agradar a nadie. Decidí que mi vida era mía y no tenía por qué hacer nada para los demás”, explica. “Y precisamente lo que he hecho es lo contrario: traicionarme a mí misma y no luchar. Me he quitado la posibilidad de luchar contra lo que yo considero injusto, que es lo que he hecho durante toda mi vida”.
“Lo único que he recibido son insultos, amenazas y vejaciones”
Su recorrido no ha estado exento de ataques. “A mí me llevan insultando toda mi vida, pero a partir de 2018, cuando me presenté en esta nueva etapa, lo único que he recibido son insultos, amenazas y vejaciones”, denuncia. Sin embargo, su silencio no fue fruto de la resignación, sino de un proceso interno. “No me arrepiento porque realmente ha sido otra lucha”, sostiene. “Un amigo mío, director de cine, me dijo: ‘La mejor lucha que tienes que hacer ahora es esta: a ver si puedes luchar contra ti misma en este aspecto’. Y sí, ha sido una batalla contra mí misma, de estar callada cuando lo que quería era hablar. Pero he vencido esa batalla”.
En cuanto al apoyo recibido, Karla Sofía Gascón distingue entre la realidad tangible y la de las redes sociales. “Mi realidad personal es que toda la gente que me he encontrado por la calle, todos mis compañeros en ambos lados de la galaxia, han sido amables conmigo, dándome mensajes de apoyo y de fuerza”, asegura. Recuerda incluso una cena reciente en Los Ángeles en la que alguien le dijo: “Te han hecho la novatada”.
Sobre la identidad de quienes propiciaron su salida de la película, la española prefiere no especular. “No voy a hablar de mis compañeros ni de un director que amo con toda mi alma”, sentencia, en referencia a Jacques Audiard, con el que habla a menudo. Lo que sí tiene claro es que la polémica y el linchamiento en redes sociales no son algo nuevo para ella. “Para mí, esto era una tontería, era seguir con el mismo rollo”, afirma. “Siempre se repite lo mismo: eres un hombre, jamás vas a ser una mujer, no tienes ovarios, jamás vas a poder parir, cuando encuentren tus huesos van a saber que eras hombre… Nada nuevo”.

Karla Sofía Gascón en su papel como narco trans en ‘Emilia Pérez’
Y uno se pregunta, en el mundo en que vivimos, si a una estrella como ella nadie le revisa las redes, ninguna agencia de relaciones públicas rebusca en su pasado, ningún agente le recomienda borrar ciertos tuits… o incluso la cuenta entera. “Lo peor es que me la iba a borrar pero cuando me nominaron a los Globos de Oro me dieron la verificación, por la que yo no estaba dispuesta a pagar al señor ese [en referencia a Elon Musk, al que no puede ni nombrar], así que podía hacer tuits largos… y decidí mantenerlo”, confiesa. Sin embargo, cree que si volviera atrás, tampoco eliminaría esos tuits. Porque todo pasa por algo… aunque haya perdido un Oscar por ese algo.
“Estoy feliz por unas cosas, jodida por otras”
“La verdad es que tampoco me he dado cuenta de la posición que tenía. Eso también es verdad. Si soy sincera, no conocía la posición que tenía enfrente del mundo. Seguía pensando que eran cuatro coleguitas míos, pero resulta que eran 400 millones de personas”, relata. Karla Sofía Gascón se considera una persona con una gran fortaleza mental. “Si en ciertos momentos que he pasado no me he dejado hundir, es muy difícil que alguien me hunda ahora”, afirma con determinación. Aun así, admite que la situación le ha dolido. “Estoy feliz por unas cosas, jodida por otras, triste por unas más y asqueada por otras. Como cualquier ser humano”, explica. Lo que más le molesta es la presión por encajar en un molde imposible. “Parece que quieren convertirme en un robot. Hay un interés en que seas inmaculada, sobre todo yo, porque represento a no sé quién y a no sé cuántos. Pero lo he dicho 150.000 veces: yo no represento a nadie. Solo me represento a mí misma. Y si alguien se siente identificado conmigo, fantástico, pero no pretendo hablar por nadie”, ha revelado en una clara referencia a la comunidad trans.
Gascón rechaza la idea de la perfección, sobre todo en el arte. “Nunca he sido perfecta ni pienso serlo. El arte y la creación surgen de la imperfección del ser humano”, sostiene. Por eso, le irrita la idea de que un actor deba autocensurarse por miedo a ser juzgado. “Si me dan un personaje, cuanto más macabro y horrible sea, mejor. Así puedo entender a otros seres humanos y las razones por las que actúan como lo hacen”, dice. Con humor, se proyecta en el futuro: “Si te soy sincera, me veo como Fernán Gómez dentro de un año. Totalmente”.
Cuando se le pregunta si ha habido momentos en los que ha estado a punto de rendirse, la actriz lo confirma, pero con su estilo inconfundible. “Sí, ha habido momentos muy complicados en los que me he preguntado dónde está el libro ese”, dice en tono críptico. “Pero si no lo he hecho es porque sigo creyendo en el ser humano, por mucho que me decepcione constantemente. Y porque tengo una responsabilidad con mi hija de 14 años. No voy a dejar que pase por un sufrimiento que no le corresponde. Si la vida quiere quitarme de en medio, no voy a ser yo quien lo haga”.

Karla Sofía Gascón y Zoe Saldaña en ‘Emilia Pérez’
“Mi gasolina es el odio”
Lejos de dejarse vencer, Gascón ha transformado la adversidad en combustible para seguir adelante. “Mi gasolina es el odio que me dan. Todas esas maldades que me pasan me sirven para hacer algo útil con ellas”, explica. “Los halagos no te hacen superarte. Cuando alguien te dice que lo hiciste bien, ¿para qué vas a esforzarte más? Pero cuando te están jodiendo constantemente, lo único que quieres es demostrar lo contrario. Y esto ha sido una constante en mi vida. Siempre ha sido: ‘Tú no vales para esto’, y yo: ‘Ahora te vas a enterar’. ‘No vas a conseguir nada en la vida’, y yo: ‘Toma’. ¿Ahora qué? ¿Ahora qué me vais a decir? ¿Que no tengo un Oscar? Bueno, esperad un poco”.
Sobre el impacto de la controversia en su hija, Gascón lo tiene claro: “Mi hija se parte el culo”, dice, riendo. Y añade que no le ha afectado porque no tiene redes sociales. Para Gascón, todo esto demuestra el poder desmesurado de las redes y la facilidad con la que se manipula la opinión pública. “Estamos en un mundo de desinformación, donde cualquiera puede crear cientos de perfiles falsos. Hay empresas, gobiernos y organizaciones que influyen en la opinión pública a través de las redes. Y lo más preocupante es que mucha gente se toma en serio lo que ocurre ahí”, advierte. “Por eso, yo me quedo con la realidad. Y repito: la realidad es que, en la calle, toda la gente que me encuentro me trata con cariño y respeto. Esa es la verdad”.
Lo cierto es que aunque le dolió todo lo que sucedió en la gala de los Oscar, donde se sintió engañada, estaba deseando que llegara y que pasara para que las aguas volvieran a su cauce. “Llega un momento en el que dices: ‘Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy. Que se acabe ya todo esto, que llegue el 3 de marzo y me dejen en paz’. Y efectivamente, es lo que ha ocurrido. A partir de ahí, cada quien se dio cuenta de que ya no podía hacer más daño, porque el daño ya estaba hecho”, continúa. Y aunque habla de intereses políticos y económicos, también defiende el “joder por joder”, la idea de que hay mucha gente sádica que disfruta simplemente al ver cómo se estrella alguien que estaba triunfando. “Parece que me dicen: ‘Ahora te vas a cagar’. Y la hostia que me di fue bien cabrona“, remata, utilizando una expresión mexicana.

La actriz española Karla Sofía Gascón posa durante una rueda de prensa de la película ‘Emilia Pérez’
La actriz, especialmente después de este revés, tiene claro que la felicidad no existe. Lo repite una y otra vez, como un mantra: “Simplemente es una falta de sufrimiento”. La conversación se alarga y alguien interviene para recordarle que beba y coma algo. “Estoy agotada ya”, dice, mientras accede a tomarse un respiro, “pero no me viene mal, que estoy todo el día comiendo por ansiedad desde que ha pasado todo esto”.
El tema cambia de nuevo. No es responsable de los guiones de la gala de los Oscar, pero le gustaron. Cuando le preguntan por su favorita en su categoría de nominadas, lo tiene claro: “Mi candidata era yo. La siguiente no había. Era yo, yo, yo y la quinta, yo”. Se ríe, pero enseguida matiza: “Las otras nominadas se merecían tanto el premio como yo. Al final, esto del arte y de quién hace mejor o peor un trabajo no se puede valorar de forma objetiva. Es subjetivo. Nosotras ponemos nuestra alma en cada proyecto, intentamos hacer nuestro mejor trabajo, y eso ya es merecedor de cualquier aplauso y cualquier premio”.
Una última pregunta. “Me he hecho un documental, no una entrevista”, bromea. Se habla de la fina línea entre la ficción y la realidad en su libro. ¿Le ha costado en algún momento jugar con ese límite? “Soy muy transparente. Ya os habréis dado cuenta. Nunca miento. Jamás”. Recuerda la película Mentiroso compulsivo, de Jim Carrey. “A mí me pasa una cosa parecida. No puedo mentir, ni siquiera a mi mujer. Y tengo muchos problemas por eso”.
Llega el momento de cerrar la charla. Karla Sofía Gascón tiene mil proyectos en mente, pero no da fechas. La conversación se ha extendido casi dos horas. Antes de despedirse, deja una última reflexión sobre su libro. “Lo escribí para una sola persona. Y nunca lo ha leído”. Alguien insiste en que no ha comido nada. “Bueno, pues ahora me comeré un bollo en casa”, responde, mientras se despide. Puede que haya cogido manía a algunos de los periodistas que le han hecho las preguntas más incómodas. Puede que en realidad hasta la diviertan. Puede que, en el fondo, esto sea también parte del espectáculo. Habrá que leer su libro para averiguarlo.