Con una elección secreta se celebra a puerta cerrada en el Vaticano el cónclave para elegir a uno de los líderes espirituales más importantes del mundo. Es allí, a ese espacio desconocido a los ojos del público, donde nos traslada Edward Berger en su película Cónclave, que se estrena esta semana en España. “Decidí hacer esta película por curiosidad. Yo fui criado protestante y todo lo que sabía al respecto es que había humo blanco y humo negro. Me pareció muy interesante poder descubrir lo que sucedía detrás de esas puertas cerradas. Hemos contado con muchos consejeros religiosos, un profesor de religión y un teólogo que estuvieron todos los días en la grabación para asesorarnos y guiarnos por los corredores del Vaticano”, explica el director sobre el filme a Artículo14.
Basado en el libro de Robert Harris y adaptado a guion por Peter Straughan, cada detalle ha sido investigado para poder mostrarlo frente a las cámaras. Ganadora del Premio del Público en los festivales de cine de Toronto y Middleburg, la película Cónclave cuenta con nominaciones a mejor película en los Globos de Oro y los Critics Choice, además de presentarse como una clara candidata al Premios Oscar.
La historia sigue al cardenal Lawrence (Ralph Fiennes), quien debe dirigir el cónclave después de que su querido amigo, el actual Papa, muera inesperadamente. Mientras actúa en calidad de directivo, también está trabajando para que Bellini (Stanley Tucci), un cardenal progresista, sea nominado como Papa, todo mientras atraviesa una seria crisis de fe. Como otros cardenales compiten por el puesto entran en juego intrigas y sorpresas al más puro estilo Succession, incluida la llegada no anunciada de Benítez (Carlos Diehz), un cardenal cuyo nombramiento el Papa mantuvo en secreto para casi todo el mundo.
Durante todo el proceso, la hermana Agnes (Isabella Rossellini) está a cargo de los cientos de monjas seleccionadas para mantener a los cardenales bien alimentados y cómodos. Ellas están destinadas a ser vistas y no escuchadas, pero por razones sorprendentes, permanecer en silencio le resulta imposible a Agnes. “Yo nací en Roma y crecí en Roma, y nunca pensé que podría ser parte de un cónclave al que las mujeres no tienen acceso. Para mí, el proceso me era más familiar que para muchos de mis compañeros de reparto, al menos en lo que respecta a la Iglesia, la Capilla Sixtina, el ritual, la autoridad, el secreto, y el respeto a ese secreto. Yo fui a un colegio de monjas, sabía que estas mujeres no hablan, que son muy severas y que siempre saben más de lo que pesan”, dice y ríe la actriz al hablar de su personaje con Artículo14.
Isabella Rossellini creció en Roma en una familia católica, aunque ahora no es particularmente religiosa. En la Roma de los años 1960, el Vaticano se alzaba sobre la ciudad, sus calles se entremezclaban con los barrios seculares que la rodeaban. Rossellini recuerda que su familia enviaba cartas desde el Vaticano, en lugar de desde Roma, porque su servicio de correo era notablemente más rápido en aquel entonces. El Vaticano también representaba una sensibilidad cosmopolita, como lo demuestra la diversidad del reparto de la película. Para la actriz, interpretar a la hermana Agnes supuso un proceso donde tuvo que mostrar con la misma verdad sus silencios como con su momento de poderosa verdad.
Habiendo crecido en Roma, Isabella Rossellini no es ajena a la cultura de los residentes más piadosos de la ciudad, por lo que fue capaz de aportar tanto devoción como duda al papel de una mujer cuyo conocimiento tiene el poder de cambiar por completo el resultado del cónclave titular. “Creo que la película realmente trata sobre la duda porque celebra el misterio, que es de lo que se trata la religión. No soy una persona muy religiosa, pero fui a un colegio de monjas. Creo que esta, a su manera, es una película muy religiosa. Me interesa cómo reacciona la gente porque acepta la duda y vive en el misterio. Esa es realmente la base de la fe”.
Una mujer entre hombres
Cuando Agnes habla, durante un momento crucial de la película, lo hace desde un lugar de verdad, más que desde una autoridad o un derecho. Interpretar a una mujer casi silenciosa en una historia llena de hombres fue una propuesta alentadora para Rossellini. “Soy católica romana y fui a una escuela católica, así que sé cómo funciona. Pero las mujeres no son sumisas. Las mujeres permanecen en silencio pero no son sumisas y eso me quedó claro leyendo el guion. Recuerdo el primer día que Ed fotografió el set y lo hizo con una toma amplia donde nosotras, las monjas, caminábamos de un lado a otro al lado de un cardenal. En primer lugar, éramos como el petróleo y el vinagre, nunca nos mezclamos. Nosotras caminábamos rápido, en una dirección, para ayudar a limpiar y preparar el cuarto del cardenal. Era como una coreografía, donde sabías de inmediato que ellos iban a un lado y nosotras a otro. Las mujeres siempre en la sombra, pero sombras presentes. Esa sombra fue mi inspiración”, admite Rossellini a Artículo14.
Isabella Rossellini es la única presencia femenina en la película: las monjas están para organizar, para asegurar que los cardenales tienen todo lo que necesitan durante el proceso de votación. El suyo es un papel corto, pero no pequeño, porque guarda la verdad necesaria para empujar el papel de Ralph Fiennes. “Sin duda está en juego una jerarquía y hay un gran contraste entre ella y los Cardenales. Como actriz, yo estoy interpretando el papel tal como está escrito en el guion. Las monjas están en todas partes donde están los hombres, pero la genialidad estuvo en cómo Ed las escondió. No deben molestar a los hombres sino simplemente cumplir con su deber. Los hombres, en cambio, hablan e interactúan y ocupan mucho espacio. Se puede saber cuál es la jerarquía a través de esas imágenes”, asegura la actriz.
La naturaleza patriarcal de la Iglesia
La italiana pudo aprovechar ese trasfondo para la película, sabiendo inherentemente cómo hacer correctamente la señal de la cruz y cómo comportarse. Ella aprendió en sus años de infancia en una escuela católica dirigida por monjas, donde vio la independencia que tenían a pesar de la naturaleza patriarcal de la Iglesia. En realidad, el director alemán quería mostrar la mundanidad de los protagonistas. “Eso fue lo que realmente me llamó la atención: como los cardenales viajan en minibuses, fuman o utilizan la fotocopiadora que se atasca. Ese nivel de detalle fue importante para mí, o el hecho de que el Papa termina en una bolsa para cadáveres de plástico, como todos nosotros. Al final, todos terminaremos primero en la parte trasera de una ambulancia y luego en algún lugar enterrados. Miramos a estos hombres y pensamos: deben de ser santos. Pero son hombres y mujeres como nosotros. Quise bajarlos a la tierra”, apunta el realizador.
El núcleo de la película gira en torno a la duda. El cardenal Lawrence, figura brillantemente interpretada por Ralph Fiennes, pronuncia un hermoso discurso sobre los males de la certeza y la virtud de la duda y el misterio. Dice que si no hubiera duda, no habría necesidad de fe. Sentada al lado del director, Isabella Rossellini sonríe. A sus 72 años, la hija de la actriz Ingrid Bergman y el director italiano Roberto Rossellini ha aprendido una buena cantidad de lecciones durante sus cinco décadas de carrera. Desde su seductor papel como cantante de club nocturno en la obra maestra de David Lynch Blue Velvet o su pequeña, aunque gloriosa, aparición en Friends, la actriz ha navegado su carrera con espíritu aventurero. Ha trabajado con autores como Robert Zemeckis o Denis Villeneuve, hasta crear Green Porno, una serie de cortometrajes que Rossellini escribió, dirigió y protagonizó para Sundance Channel en los que representa los rituales de apareamiento de varios insectos y animales.
Más recientemente, Rossellini ha disfrutado de una racha de papeles secundarios que roban escenas como la aristocrática madre del amante ausente de Josh O’Connor en La Quimera o el narrador omnisciente en Problemista. “Para mí, la actuación es un viaje que necesita alimento. Descender a otro mundo como es el Vaticano y descubrir un ritual que estuvo muy presente en mi vida, pero que no conocía con detalle. También es maravilloso trabajar con grandes talentos porque hay que entender lo que quieren permitiéndote explorar sus mentes. Eso es lo que me gusta de actuar y es lo que me gustó de volver a la universidad. Quiero satisfacer mi curiosidad, y si eso me lleva a una aventura inesperada en la Iglesia católica, lo haré”. La fe es una aventura silenciosa.