Junko Hagiwara, conocida artísticamente como La Yunko, es una bailaora japonesa afincada desde hace 20 años en Sevilla que llegó al flamenco a través de la gimnasia rítmica y que el pasado 11 de agosto se convirtió en la primera no española en ganar ‘El Desplante’, el primer premio de baile en la final del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión (Murcia).
El galardón generó polémica desde el primer momento. La Yunko, de 48 años, defendió entonces su actuación en el festival, no exenta de críticas y con algunos pitidos cuando recogió el premio, aunque sobre todo su carrera como artista, que empezó cuando aún no sabía ni lo que significaba flamenco.
No era la primera vez que La Yunko se subía a las tablas de la ‘Catedral del cante flamenco’, en el antiguo mercado público de La Unión. La primera vez fue hace 10 años, pero entonces no llegó ni a semifinales. En esta ocasión, los tarantos de la semifinal y las cantiñas con mantón de la final la encumbraron, y por primera vez una mujer extranjera ganaba el primer premio de baile.
Pitidos y abucheos
“Tenía muchas dudas, no sabía si presentarme, ya que en los concursos se presentan los jóvenes, y yo tengo una edad”, confesaba la bailaora entonces, indicando que se trataba de un galardón inesperado. El público respetó su actuación en directo, pero sin embargo, en el momento de la entrega de premios, una parte del público comenzó a proferir gritos, abucheos y pitidos. Según la bailaora, en ese momento se sintió muy sola.
“No sé si la polémica tiene que ver con que yo sea japonesa”, reflexionaba en una entrevista con EFE, “hay personas que en las redes sociales publican algo desde su imaginación, y esa parte a mí me machaca, me duele mucho, y lo he llegado a sentir como acoso”.
Días después del premio, su triunfo sigue despertando escepticismo entre los sectores más puristas del flamenco. Más allá de las protestas y los abucheos entre el público, su nombramiento generó un gran revuelo en las redes sociales, con prejuicios que en ocasiones se teñían de racismo. Aunque hace tiempo que el flamenco dejó de ser un ámbito exclusivo de lo andaluz, ni mucho menos de lo español, determinados sectores siguen defendiendo una “pureza” que desapareció hace tiempo. El propio Paco de Lucía decidió mezclarlo con el jazz hace casi 50 años.
¿Una decisión política?
Muchas de las críticas se centraban también en que se trataba de una decisión política: según algunos detractores de La Yunko, el premio le había sido otorgado por las autoridades de La Unión para “internacionalizar” el concurso, algo que los propios organizadores desmintieron. “Las otras bailarinas eran mejores. Nos pusimos de pie para aplaudirlas y nos llevamos una gran sorpresa cuando el jurado eligió a La Yunko”, afirmaba un asistente en sus redes sociales.
Junko Hagiwara reaccionó con sorpresa ante el nivel de ataques, pero prometió que seguiría bailando. “Esperaba un poco [de críticas], pero no tantas. Intento no leer lo que publican en Internet, pero me afecta. En cualquier caso, tengo fuerzas para seguir adelante”, dijo entonces. En una entrevista con AFP, afirmaba: “Cuando bailo no pienso que soy extranjera, que soy japonesa. No pienso en eso. No se me ocurre. Simplemente estoy en el escenario, escucho la guitarra, el canto y lo que siento lo expreso en mi baile”, añadió.
“Me gustó más que sus competidoras por tres razones: su clasicismo, el hecho de que no bailara para la galería, es decir, para el público, y su buena formación”, escribió el crítico de flamenco Manuel Bohórquez en el diario digital Sevilla Info.
De Tokio a Sevilla por amor (al flamenco)
Hagiwara vive en Sevilla desde hace más de 20 años, y en la actualidad está casada con un andaluz de la ciudad costera de Tarifa. “Cuando tenía 14 años comencé a aprender gimnasia rítmica y me encontré con la deportista española Ana Bautista, que usaba la guitarra flamenca en sus ejercicios. Esa fue la primera vez que escuché la palabra flamenco, lo que despertó mi curiosidad”, revela en la entrevista con AFP.
Su decisión de mudarse a España para aprender flamenco enfureció a sus padres. “Mi padre se enojó muchísimo. No me habló durante tres meses. Y mi madre dijo: ‘Qué vergüenza, qué vergüenza’”. Sin embargo, continuó con su intuición, y ha viajado por toda España bailando en tablaos de flamenco, además de recibir la tutela de maestros de la talla de José Galván, El Torombo o Carmen Ledesma. “En Japón se aprende técnica, coreografía, pero, por supuesto, el flamenco es cultura, es una forma de vida”, concluye.