MUJER DE LA SEMANA
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Huracán Melody

Amanecía febrero y el público, retorciéndole un brazo al jurado, aureoló a Melody concediéndole el Micrófono de Bronce del Benidorm Fest 2025, o sea, que le selló el pasaporte para representar al Reino de España en el próximo Eurovisión, que se celebrará en Basilea (Suiza) el 17 de mayo. Enarbola la cantatriz de Dos Hermanas, tecnopopera, la bandera de la igualdad con Esa diva, canción que reivindica a las madres que madrugan y a las artistas sin cartel frente a las supuestas estrellas embebidas de soberbia y de vanidad. Sin ser euroviólogo, creo que la pieza encaja en semejante ecosistema, aunque quizá le falte una mijita de dopamina. El vidente Rappel, en el programa Zapeando, declaró que quedará “entre las tres primeras”.

Hija del cantante de Los Kiyos y apadrinada por El Fary, Melodía Ruiz Gutiérrez britanizó su bellísimo nombre en castellano, como algunas actrices del tardofranquismo, cambiando un hiato por una “y”. Irrumpió en nuestras vidas hace cosa ya de cuarto siglo –“El tiempo pasa, nos vamos haciendo viejos”, que cantaba Pablo Milanés–, con ese magnético y terriblemente contagioso “Baile del Gorila”, uh, uh, uh. La tropa obedeció sin rechistar, hipnotizada, a su “¡todo el mundo tocando palmah!”, y ascendió a los cielos de las listas en la tierra nuestra, en Francia, en Argentina, en Paraguay e incluso en EEUU. Su álbum primero, De pata negra, le valió un doble disco de platino.

Desde 2001, Melody ha publicado seis elepés y decenas de sencillos. Ha puesto su voz en una pila de bandas sonoras y la hemos visto en algún que otro concurso de televisión. Ya en 2009 estuvo a punto de portar el estandarte español en Eurovisión con la canción “Amante de la luna”, pero al respetable soberano le gustó más la propuesta de Soraya Arnelas –para luego quedar en la vigésimo tercera posición, la más baja de España hasta ese momento, ay–. Conjuga el verbo “amar” en presente de indicativo, fue madre no ha mucho, se ha pasado media vida en trenes y aviones. Ha afirmado que, con “Esa diva”, viene “a promover el arte y la música”. Bendita sea su intención.

Y bendito sea su ímpetu, qué coño. Melody exhibe con una simpatía rabiosa y una pasión sin destilar su tonada eurovisiva allá por donde ronda. Le brota esa felicidad orgullosa –en el buen sentido, quiere decirse– e incontrolable desde lo más hondo, y a mí me sale la vena romántica/romanticista, y me pongo contento al contemplar cómo la gente disfruta ejecutando su vocación sin ínfulas, sino porque sí. Porque le va en la sangre.

Este jueves, el diputado del PSOE en la Asamblea de Madrid Santiago Rivero recurrió a “Esa diva” para atizar a Ayuso. Previamente, en la alfombra roja de la gala de los Goya, Melody la cantó, tal y como le dijo al gran Sergio Pérez de Es Cine, “más veces que en toda la gira”. Porque le apetecía, supongo, y porque se lo pedían, tal y como se ha comprobado. Su estribillo se colaba en las entrevistas como una psicofonía vocinglera. La actriz y cantante Jedet, hasta el chichi, la comparó con un despertador: “Es como cuando pospones la alarma y salta otra vez”. Respuesta de la candidata eurovisiva: “Me encanta ponerme alarmas y, sobre todo, lo que más me gusta es posponerlas”. Todos tenemos nuestras perversiones, en fin. Suerte y al toro.

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